miércoles, 30 de diciembre de 2009

Feliz 2010

Lo que más me gusta del festejo de fin de año oficinístico es la tirada masiva de papelitos en el microcentro porteño.

Ya sé que se ensucia la calle y que se pueden tapar los desagües, pero qué sé yo...tenemos la chance de sentir que lo oficinesco y lo popular se intersecan una vez por año, por lo menos en lo referente al festejo. Y eso me pone contento.

Con respecto al saludo de fin de año para ustedes, queridos colegas / amigos / lectores: muchas veces pienso en el contenido de la frase "feliz año nuevo". El año es un período de tiempo prolongado que inevitablemente tendrá de todo: momentos felices, tristes, duros, tiernos, broncas, paces, dolores, alivios, y el resto de las emociones que nos hacen humanos. Creo que para determinar cómo es-fue-será un año de nuestras vidas, hay que detenerse en el balance, la "bottom line", el resultado neto entre lo bueno y lo malo. Así, debo decir que mi 2009 dio una pequeña pérdida pero fue muy volátil. Las expectativas para 2010 son más alentadoras.

(siento que me chorrea lo contable desde la parte de la corteza cerebral en la que reside la filosofía barata hasta el teclado.)

Les deseo a todos los que quiero, los que me quieren, los que me leen y los que son seres queridos de los que me leen, que el 2010 tenga más alegrías que tristezas.


viernes, 25 de diciembre de 2009

Jo, jo, jo, jo!

Les retransmito el saludo navideño que Nelly nos envió por email:

Muy Feliz Navidad!!!

Que la paz del Señor los bendiga!

martes, 22 de diciembre de 2009

20 mujeres para Javier (VIII): Fantasía telepática o telepatía fantástica.

El sábado celebramos la "Fiesta de fin de año" en la casa de Adela, sin parejas, sin jefes y sin parejas de jefes, con la mencionada excepción de Silvana, que no es pareja pero puede oficiar de tal cuando lo considere necesario y por ella nos cuidamos bastante de hacer comentarios "inapropiados" (disculpen la compulsión al entrecomillado).
La reunión fue entretenida, reconozco con gusto que a pesar de sentirme tan diferente a la mayoría de mis compañeros rasos, cuando generamos este tipo de encuentros puede salir algo interesante. Nelly se puso en pedo por primera vez en su vida, novedad confesada a fuerza etílica. Se tomó un mojito y un tequila sunrise y a las 23:45 hs. se la llevó su marido -que vino especialmente de Ranelagh a buscarla- en un estado lamentable, no diría vegetativo pero sí cercano a un hongo. Todavía no pudo terminar de recuperarse y se siente un poco avergonzada por el vomitito sobre un helecho de Adela.
Lucila no vino, Cristina sorprendió con una minifalda, Mario le tiró los perros y Mariano se fue temprano. Pero el que dio la nota fue Javier.

A eso de las once de la noche le sonó el celular cuando me estaba terminando de contar su último encuentro con Vivi (que sería el último para siempre, según él) y un rato antes me había puesto al día con el tema Carolina.

Desde la apertura cuasi-involuntaria del botiquín de Vivi y el encuentro con las feromonas, su interés por ella fue disminuyendo gradualmente, el carmesí fue tornándose rosa viejo y decidió que de alguna manera pondría fin a la relación y eso ocurriría a la brevedad.
Un día fue a la casa y una vez en la casa, al baño. Se puso a buscar el frasco de feromonas en el botiquín y no lo encontró. Volvió a revolver entre los distintos frasquitos, cajitas y cositas, pero no estaba. Contrariado, cerró la puerta espejada recordando que cuando el lo vió, pocas semanas atrás, se encontraba casi lleno. Cuando la puerta del botiquín se cerró del todo, vio por encima de su hombro la cara agrietada de Vivi reflejada en el espejo, que lo miraba con las cejas en ve -corta invertida, pero sin expresión de sorpresa en su rostro.
- ¿Por qué me revisás el botiquín? - le preguntó carraspeante y se aclaró la garganta.
Javier lanzó un suspiro largo y decidió contarle una parte de la verdad, le explicó que por un arranque inexplicable una vez lo abrió y encontró un frasco extraño, y quería ver si seguía allí para entender de qué se trataba. Vivi se limitó a decirle que no lo usaba más, que lo había tirado hacía semanas. Javo se disculpó por la grosería de revisar sus cosas íntimas y luego minimizó el asunto, hasta hizo un par de chistes para olvidar el tema rápidamente. Al rato estaban haciendo el amor por última vez, a Javier le costó tanto conseguir la erección y mantenerla para ponerse el condón que se puso a pensar en una modelo mediática que le gusta desde hace años y suele invocarla en situaciones de emergencia.
Cuando se fue, antes de pensar el método a emplear para terminar una relación de tan poco tiempo, se preguntó si su desinterés podría llegar a estar relacionado con el hecho de que Vivi había dejado de usar las feromonas. O si, por el contrario, el uso o desuso del spray hormonal nada determinaba, y las causas de su abulia radicaban en su creencia de que ella lo utilizó para seducirlo, fuera verdad o no. Si no hubiera abierto la puertita del botiquín, ¿seguiría con ella? ¿si ella siguiera usando el spray, podría dejarla? Ucronías de lado, tomó la decisión de no verla más.

Con Carolina le pasa algo aún peor. Ayer, preso de su amor inalcanzable. Hoy, rehén de su propia compasión por ella.
De la diosa olímpica de su adolescencia no quedó nada. Su belleza, su brillo superpotente, su presencia radiante, fueron arrasados primero por la maternidad, y luego por la separación tortuosa con su ex marido. Javier sirve más de oído para una mujer golpeada por la vida que de amante. Durante los primeros encuentros ella no hizo mucho más que contarle mes a mes los últimos once años de su vía crucis. Mecharon con un encuentro sexual pobre y continuó la perorata. Al día de hoy, se ven una vez por semana, ella lo espera con ansias y prepara su casa lo más eróticamente posible para pasar un buen rato, que a los cincuenta minutos, a más tardar, da lugar a más charla de diván. La última vez él se quedó dormido, pero ella no se enojó. Javier me terminó de contar esta historia y no parecía estar muy seguro de qué camino va a seguir.

Cuando sonó su móvil se le dibujó una sonrisa que trataba de disimular lo mejor posible. Se apartó, me dejó hablando solo y vino a los dos minutos.
Me contó a las corridas que el viernes fue, invitado por su primo productor de TV, a una fiesta muy farandulera en una quinta en el Norte del GBA. Estaba repleta de actores, actrices, cantantes, conductores y modelos. Entre ellas, brillaba la que imaginariamente se había acostado con él y con Vivi. Sin nada que perder, se le acercó...

- ...y bueno...me está esperando en Olsen. El lunes te cuento. Chau. - Me volvió a dejar hablando solo y repleto de preguntas.

sábado, 19 de diciembre de 2009

La caja navideña

(1)"¿¿¿Y esta cagada nos regalan???"
(2)"Ah, bueno...si querían graduarse de hijos de puta, está bien. Pero de ahí a magna cum laude, hay un largo trecho y lo caminaron de punta a punta."
(3)"Mmmm...¡¡¡qué rico!!! Me encanta el budín con frutas abrillantadas".
(4)"De acá, derecho a lo de mi portero."

Las anteriores fueron las expresiones capturadas en el aire mientras observaba a mis compañeros abriendo la caja navideña de este año. (1) fui yo, y (2) fue Mario. Todavía no entiendo si esto y lo de la fiesta forman parte (o no) de los pilares de la construcción de un pensamiento colectivo inducido acerca de "lo-difícil-que-fue-este-año", intentando dar lástima para justificar o solapar acciones más aberrantes, como no aumentarnos los sueldos o algo asquerosamente parecido. No es que me importe demasiado la caja navideña, pero me sirve como parámetro para medir en qué nivel de amarretismo vamos a andar cuando en Enero anuncien las remuneraciones modelo '10.

Me molesta, más que el contenido de la caja, su devaluación ordinaria. La del año pasado, -que ya nos encontraba con un Merval cagado a trompadas y un Dow Jones violado por los cien padres de Freddy Kruger-, tenía dos botellas de Chandon Extra Brut, dos turrones deliciosos, un pan dulce de Pesce (muy buen nivel para los que no lo conocen) y una caja de diversos chocolates y confites. Pocos artículos, pero muy buenos. Sobrio y eficaz. Debo reconocer que se habían portado muy, muy bien. Pero ellos no podían sostener el buen comportamiento por mucho tiempo, tenían que mandarse rápidamente una cagada. Nos muestran el dulce y nos terminan dando fruta abrillantada, que dicho sea de paso... ¿a quién sino a Nelly (3) y sus homólogos puede gustarle la fruta abrillantada? Y los vinos...¿blanco a los subordinaditos y tinto a los jefes? ¿Qué mierda es esa diferenciación? ¿Alguien puede explicar qué procesos psicológicos subyacen en una decisión como esa?...

Espero que los turrones puedan morderse sin perder alguna pieza dental, porque si no...pobre el portero de Cristina (4).

sábado, 12 de diciembre de 2009

Mariano y Lucila (IX)

Aquél beso que Lucila se atrevió a darle a Mariano en contra de su historia y de la manera natural que tiene la gente de besarse por primera vez, marcó un mojón en la relación entre ambos. Estamos en Marzo de 2007 y hace más de tres años que apenas se saludan, intercambian alguna que otra frase, idea o comentario, siempre con gente mediante y sin chispa, sin química, sin nada de todo eso que durante mucho tiempo los mantuvo en sintonía. En este momento son dos compañeros más, como Silvana y yo o Mario y Nelly. Pero para llegar a este punto, cada uno recorrió un camino muy diferente al del otro.

Empecemos por Lucila. Después del beso, estuvo varios días pensando en hablar con Mariano y decirle lo que le pasaba, más allá de Alexia, de la oficina, incluso de los propios sentimientos de él. Quería sacarse de adentro lo que sentía, exorcizarlo independientemente de los resultados. Pensaba que si era correspondida, bien valía la pena. Y si no lo era, también podría servir como puerta de salida de ese amor asimétrico. Pero al ver que Mariano se mostraba cada vez más distante, la idea se fue diluyendo. Pasó de las ganas de gritarle en la cara cuánto lo amaba a sentir un desprecio incremental. El beso inconcluso y la posterior distancia de Mariano mutaron la imagen que tenía de él e inevitablemente sus sentimientos también se transformaron. Unos meses después descubrió con su terapeuta que el incipiente desprecio respondía además a una necesidad de protegerse: despreciarlo significaba bajarlo del pedestal en el que lo había colocado como una estúpida y ponerlo en un nivel inferior (y sobre todo, créerselo) hacía que el dolor por el rechazo fuera menor. Cuando puso estas ideas en palabras, el desprecio dio lugar a la indiferencia y paralelamente, desestancó su vida amorosa comenzando un romance muy fogoso con un productor de televisión.

Para Mariano, ese beso significó el comienzo de una tortura lenta, constante e interminable. Y todo por dentro. Él sabía que lo que le pasaba con Lucila era muy fuerte, no estaba seguro si era amor, enamoramiento o qué exactamente, pero sabía que cuando Lucila estaba cerca, la vida tenía otro color. Nunca lo habló con nadie, ni con sus amigos, ni con Alexia, ni con Lucila. El proceso interno le comía la cabeza todos los días, un poco más, un poco menos. Nuevamente pensó en renunciar, pero nunca se animó. Miles de veces pensó en dejar a Alexia, pero le parecía ridículo. A veces llegaba a la oficina con la firme intención de invitarla a almorzar y luego se quedaba sin nafta para encender el coraje necesario. Otras, la buscaba con la mirada durante horas, intentando disimular para que los demás no lo vean (no siempre) pero varias de las veces que logró el contacto, Lucila corría la cara con displicencia. Mientras tanto, y a pesar de manejar el tema con todo el tacto posible, con Alexia empezaron las desaveniencias; ella a veces lo encontraba raro y por lo menos una vez por mes le proponía charlar, le preguntaba qué le estaba pasando, le abría el camino para que se sintiera cómodo y hablaran. Cuando la paciencia se fue empezando a acabar, Alexia mostró una faceta desconocida hasta ese momento, haciendo volar platos y zapatillazos contra la pared y desapareciendo durante uno o dos días sin dar señales de vida. Pero Mariano, digámoslo como corresponde, se hacía olímpicamente el boludo de todas las formas posibles. Siempre encontraba una excusa para escapar a los pedidos de explicaciones y minimzar los arranques de furia de su pareja. Así recorrió su camino, gambeteando a Alexia y arbitrando un combate a mil rounds entre sus sentimientos en conflicto.

Hasta que un día de Marzo de 2007, llegó a su casa y se encontró con Alexia sentada en el sillón y una pila de valijas armadas a su lado. Ella lo miró con un poco de tristeza y resignación, y le dijo con una decisión infranqueable y noqueadora:

- Me voy.

Y se fue.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La fiesta de fin de año (II)

Tal como lo sospechaba. La fiesta de fin de año se limitará a la mitad (de abajo) de la oficina brindando en la terraza de Adela, en su ph de Villa Urquiza. Sin parejas nos veremos las caras el sábado 19 a las 20 hs. y si el tiempo ayuda, intentaremos emular de manera inconsciente el clima de alguna publicidad de Gancia o Cinzano, como pasa siempre en esta oficina acartonada. Me queda la satisfacción de haber castigado a los elementos del "ápice estratégico", dejándolos afuera del festejo. Y me queda la duda sobre la reacción de algunos de ellos, cuando se enteren (porque así será, inevitablemente) que no forman parte de la celebración.
Ojalá que le dé en el sexto forro de las pelotas, ojalá que se ofendan, y que alguno me pregunte a mi por qué no les avisamos y pueda decirles con cara de idiota que "supusimos que no estaban interesados en brindar, ya que [como nos contestaban cada vez que les preguntábamos si se iba a hacer algo], fue un año muy malo y no debían tener ánimo de celebración...pero nosotros, con todos nuestros problemas personales, interpersonales, económicos, políticos y psicológicos, quisimos celebrar igual. Una pena, se los extrañó muchísimo. Otra vez será.".
En este tipo de cosas, a veces manda el organigrama informal...y se los vamos a tirar por la cabeza.

(ya sé que prometí seguir contándoles la novela, pero no pude preparar el relato aún...la próxima entrada sin falta cumplo)

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ustedes sabrán disculpar...

...mis queridos oficinistas, esta ausencia temporaria. Es que acabo de ser tío (primer hijo, primer nieto, primer sobrino) y me niego a profanar la felicidad que inunda mi alma hablando de la oficina. En cuanto ponga los pies sobre la tierra de nuevo, vuelvo con Mariano y Lucila.

Cariños

martes, 1 de diciembre de 2009

Había que divertirse...

Hace unos años, en los tiempos de estreno del email externo pero de altas restricciones en el acceso a internet, el divertimento en la oficina se encontraba en una etapa de transición entre las viejas prácticas de interacción personal como las conversaciones telefónicas, las bromas presenciales, las charlas y los chismes, y un nuevo mundo teconologizado y más individualista vía web.

En esos días se me ocurrió armar un juego sencillo que tuvo un éxito arrollador, hoy sigo pensando que fue mi creación más festejada. El pasatiempo consistía en buscar una foto de algún famoso en su infancia, o en la cual fuera difícil o imposible reconocerlo. Desde las imágenes de Google copiaba la foto y la reenviaba por email a varios de mis contactos y en el asunto ponía "Adiviná quién es el personaje de la foto". Lo más interesante del fenómeno fue que todos los compañeros oficinistas de los destinatarios iniciales terminaban participando del juego con mucho entusiasmo, me pedían pistas y a veces me puteaban por email culpándome de la quema de varias neuronas y pupilas en sus frustrados intentos de adivinar el personaje.

Así, desfilaron fotos de China Zorrilla en pañales, Raúl Alfonsín con babero, Lidia Lamaison tomando la comunión, Carlos Menem con cara de bueno (ese era imposible de adivinar, pero lo sacaron), Susana Giménez colegiala, Guillermo Vilas con una pelota de fútbol, Eduardo Bergara Leumann flaco, y un par más. El juego duró dos meses y en algunas ocasiones los participantes tardaban varios días en adivinar el personaje, como ocurrió con el sujeto de la foto adjunta, que fue adivinado por una conocida conductora de noticieros de Canal 7 que en ese momento era compañera de trabajo de mi esposa.

Había que divertirse, y con el juego de "Adiviná quién es el personaje de la foto", lo logré durante un tiempito. Después vino el acceso amplio a internet (aunque no del todo) y el juego se apagó, pero en cualquier momento lo retomo.