jueves, 26 de marzo de 2009

El Negro Carlos - Segunda Parte

- ¿Pero cómo hizo para llevarse la guita?
- Es un hijo de puta….el hijo de puta más lindo del mundo. ¿Sabés qué hizo? Después de que el jefe le arqueara la caja y le dejara el papel firmado, el Negro siempre tenía entre uno y dos minutos hasta que vinieran los monos. Llevó la caja a su escritorio y en un movimiento rápido hizo el Gran Cambiazo: se puso una idéntica sobre las rodillas (había comprado una igualita igualita el hijo de puta), le metió el vale firmado por el jefe sólo para cagarle la vida, lo cual era justo porque ese tipo era un soberano sorete, y la cerró con el candado de la caja original. Por las dudas, le había metido dos paquetes de polenta para imitar el peso. Cuando sacó la caja trucha metió la verdadera adentro de su bolso, el que traía con ropa para ir a jugar al fútbol después de la oficina. Vinieron los monos, llevó parsimoniosamente la caja con polenta a la bóveda, la metió en la caja de seguridad, cerraron con la triple llave y se fue. Se fue de la oficina. Se llevó el bolso y nunca más volvió.
- Tengo que ir a abrazarlo…
- Pará que termino de contarte. El hijo de puta jamás jugó al fútbol en su vida, estuvo llevando el bolso durante meses pero tenía ropa que así como llegaba a la oficina, volvía a la casa. Cuando fueron a la calle Juncal vieron que el número que había dejado ni seiquiera existía. No tenían un teléfono ni una dirección para ir a buscarlo, encima el primo se había muerto y no les quedaba un solo contacto en común para localizarlo. Estuvieron dos meses tratando de encontrar la forma de ubicarlo hasta que la secretaria del Gerente General del banco dijo haberlo visto andando en bicicleta en Quilmes, en un barrio obrero cerca de la avenida La Plata y Triunvirato. Mandaron a un detective ex-SIDE a investigar y lo encontró. El banco decidió primero mandar a Jorge para tratar de convencer al Negro de devolver la guita…imaginate. Se cagaron de risa juntos durante un buen rato y el Negro le contó todo con lujo de detalles. Después le mandaron a los monos pero volvieron con las manos vacías, no pudieron hacer nada. El Negro estaba tomando un mate en su jardín y cuando los vio llegar ni se mosqueó. Gritó “¡Panchoooo!” y salieron los cinco hijos, todos varones entre 22 y 16 años con mellizos incluídos, uno más grandote que el otro. El Negro les preguntó a los monos si necesitaban algo y los tipos sin contestarle, se fueron. El banco decidió dar la plata por perdida, no podían denunciar nada porque era guita negra, y usar la fuerza no parecía ser el mejor camino porque esas setecientas y pico de lucas verdes tenían un ejército suburbano custodiándolas. Así que la pusieron los socios de sus bolsillos...igual siguieron llenándose de oro, les debe haber llevado una semana recuperar la guita, pero el Negro….je, quehijodepúta….
- ¿Podemos ir a saludarlo?
- Bueno, pero dejame a mi primero, no sé si se acordará…
Fuimos. Yo sentía que iba a saludar a Elvis.
- Hola Negrito, ¿te acordás de mi?
- ¿Cómo no me voy a acordar de vos, mocoso, si sos el único hincha de Platense que conocí en mi vida?- Se levantó y abrazó a Marcelo, que durante esa demostración de afecto fue tan Grandioso como el Negro. Hablaron dos minutos, Marcelo miraba a todos lados como si tuviera miedo de que lo vieran con un fugitivo, como si los monos pudieran aparecerse de golpe, pero no pasó nada. Me lo presentó. Tratando de afirmar mi mano para que no se note mi temblequeo interno, emulé a Travolta en Pulp Fiction expresando su admiración a Winston "The Wolf" Wolfe:

- Es un verdadero gusto conocerlo, Señor.

El Negro sonrió al borde de la risa, me palmeó el hombro y se despidió de los dos para seguir su charla con el gordo sindical, que también había sonreído ante mi demostración.
Marcelo no emitió una palabra en todo el camino de regreso a la oficina. Acompañé su silencio y cuando llegué me senté a escribir.

miércoles, 25 de marzo de 2009

El Negro Carlos - Primera Parte



- No lo puedo creer.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

- Sí, pero no lo puedo creer.- Marcelo repetía la frase con la mirada clavada en una mesa más allá. Yo no podía divisar cuál, porque la Posada de 1820 es grande. - ¿Ves esa mesa, dónde está sentado ese gordo de camisa rosa? Bueno, el que está al lado es el Negro Carlos. Carlos Benítez. Laburé con él en el Banco Holandés Unido a fines de los 80’s. Yo era el cadete y él…¡Ja! Queijodepúta….¡pero queijodepúta!...No puedo creerlo…- Marcelo meneaba la cabeza sin sacarle la vista de encima.

Yo seguía sin entender nada. Un hombre de aproximadamente 65 años almorzaba con un ballenato sindicalista-style. Más allá de la inmensidad de su compañero de convite y de su parecido con Guillermo Brizuela Méndez (quizás no era tan parecido, pero los asocié porque el apodo de los dos era el mismo), no se me ocurría qué podía ser tan sorprendente.

- ¿De qué trabajaba?

- El Negro era un tipo macanudo pero muy callado, venía del Ciudad. Ahí contaba la guita junto con los sordomudos, porque en el Ciudad tenían sordomudos laburando de eso, eran los mejores para contar guita porque no hablaban ni escuchaban la radio. Después consiguió un laburo en el BHU a través de un primo que al poco tiempo falleció. Lo metieron en la mesa groncha como cajero. En esa época estaba lleno de cuevas y los bancos no quedaban afuera del negocio. Los tipos lavaban la guita de gente muy forrada, si te dijera algunos apellidos te caerías de culo.

- Ya sé que no me los vas a decir.

- Es por tu bien…-me dijo irónicamente.

- Andá a cagar.

- La cuestión es que la mayor parte de las operaciones en ese tiempo se hacían en efectivo. Cuando eran por mucha guita se garpaban en la bóveda del banco directamente, pero las más chicas (te estoy hablando de cincuenta mil dólares para arriba, eh) las liquidaban ahí, en la cuevita. Y todos los billetes pasaban por la caja del Negro. Al final del día otro empleado se iba con dos monos a la bóveda del banco y la guardaban ahí, en una caja de seguridad especial. Triple llave.-

Marcelo continuó con el relato. Me contó que un lunes el Negro faltó. Era raro porque el tipo era más cumplidor que Catalano, el arquero de Deportivo Español que atajaba en esa época. Cuando fueron a la bóveda y sacaron la caja, la encontraron vacía. Chequearon en los libros los movimientos del día anterior y temblaron cuando comprobaron que el saldo de la caja era de más de setecientos mil dólares porque se habían acumulado dos días sin vaciarla en la bóveda, tarea que normalmente estaba bajo la responsabilidad del compañero del Negro –Jorge- que había faltado porque la hija se recibía de Perito Mercantil y tenía que ir a la entrega de diplomas. El día anterior, la había llevado el Negro.

No tenía teléfono y nadie conocía su casa. Buscaron su domicilio, vivía en Juncal y Uriburu, en Recoleta. Raro, nunca hablaba de su casa, no hacía el menor alarde, y “Si te soy sincero, el Negro no tenía nada de vecino de Recoleta” me dijo Marcelo…

A esa altura el que miraba con absoluto estupor al Negro era yo, y no podía sacarle los ojos de encima.


Continuará mañana...

jueves, 19 de marzo de 2009

Los filtros de Internet

Cuando uno entra a trabajar en una oficina, otroga un mandato a favor de terceros de una gran parte de su libertad. Una porción de este proceso es plenamente conciente: casi la mitad del día dedicada a la vida laboral más la imposibilidad de hacer otras cosas en otro lado son concesiones sabidas. Pero hay un lado oculto que vamos desvelando a medida que pasa el tiempo, progresamos en el organigrama y/o la teconología avanza.

Una de esas renuncias es, en casos como el mío, la de ver lo que queremos y cuando queremos. Renuncia a VER, un límite a lo que miramos.

El vehículo que hoy cuestiono usado para ese coto a la libertad es la aplicación de filtros para la navegación en Internet surgidos de las políticas corporativas de privacidad y seguridad informática. A través de ellos, la empresa que nos emplea decide qué sitios podemos visitar y cuáles no. Obviamente la prohibición no es exhaustiva. Los sitios de internet están categorizados con rótulos como pueden ser "juegos","noticias","pornografía", etc. y los filtros se aplican sobre las categorías que nuestros jefes consideran que no debemos ver en horario laboral.

Los que están fervientemente a favor del libremercado y aman la vida corporativa creen que las empresas están en todo su derecho de indicarnos qué mirar y qué no. Sostienen que la Compañía nos paga por entregarles nuestro tiempo y que ello incluye qué hacer con ese tiempo y, nuevamente, qué no hacer con él. A la mierda con ellos y con su goce masoquista de esclavos dominados.

Yo les cambio medio día de mi vida y hacer bien el trabajo que ellos necesitan que haga por un salario. Punto. Puedo aceptar la imposición de otras condiciones razonables (vestimenta, corte de pelo, barba) pero ser obligado a firmar un papel que limita un derecho primordial me parece una práctica aberrante, un atropello a la libertad naturalizado gracias al fino trabajo de acondicionamiento mental que lleva décadas de aplicación y que es sostenido por la ponderación excesiva que -de hecho- tienen los derechos corporativos por encima de los individuales. Nos parece bien que la empresa nos imponga una moral y que arme el escenario de nuestra vida a su antojo mientras estemos dentro del horario laboral (y fuera también, si no, ¿por qué nos practican controles de detección de consumo de drogas en los exámenes preocupacionales?). Nos parece correcto. Y eso es horrible.

Es horrible que no pueda entrar a la página del Gran DT para hacer mis cambios. Es una falta de respeto, un atropello a la razón, que no pueda entrar a Facebook, al Messenger, o chequear mi hot o gmail. Es cruel e inhumano que no pueda ver las fotos de mis sobrinos en Picassa. Es una violación que no le pueda responder a un australiano una crítica absurda a uno de mis tatuajes en el sitio donde cuelgo las fotos (http://www.ratemyink.com/) porque la empresa considera que es un sitio burdo. Y hasta es contraproducente que no me dejen escuchar música en mi sitio favorito, porque termino calzándome los auriculares y no le doy bola a nadie, hago mi trabajo en soledad y métanse bien adentro del orto la interacción humana para incrementar la productividad y la buena onda en la oficina.

Así es que hoy, sólo por el placer de limitar sus límites y de demostrarme que a pesar de sus esfuerzos y de su moral pelotuda puedo darme ciertos gustitos, desactivé el moderador de búsquedas de Google, listé una cantidad de palabras supuestamente inocuas o indetectables para los gringos (gorda, flaquita, acabada, zorra, juguetona, por atrás, etc.), clickée en imágenes, y me di una panzada de fotos guarras, hardcore y eróticas durante una hora y media. Y nunca se van a dar cuenta.


martes, 17 de marzo de 2009

Oficine - Diario de un oficinista perturbado

Hoy tengo ganas de inaugurar una nueva sección en el blog que hable de cine para oficinistas, o cine sobre oficinistas, o todo junto.


El primer film que voy a comentar es American Psycho (Psicópata americano), basado en una novela de Bret Easton Ellis. Retrata la vida de un yuppie yanqui atormentado, retorcido, sádico y psicópata y está ambientada en el año 1987.

Recomiendo a los que no hayan visto la película y estén interesados en hacerlo alguna vez no leer este comentario dado que contiene algunos spoilers.


Esta historia de un muchacho acomodado por su padre en un puesto jerárquico dentro de una Gran Firma (Price & Price) tiene su punto débil en el thriller propiamente dicho, su desarrollo y final son mejorables, pero la atmósfera ochentista y la actuación de Christian Bale en el rol de Patrick Bateman bien valen la pena.
Patrick es un oficinista obsesivo y de personalidad múltiple de 27 años (¿el arranque de la vejez?), ególatra y coqueto. Su "lado A" responde a la construcción de un personaje socialmente impecable con un discurso progre de avanzada -aunque lleno de clichés- en medio de la Gran Década Neoliberal Estadounidense con Reagan a la cabeza; tiene una novia hermosa y una amante adicta a las drogas legales, un grupo de amigos tan yuppies, consumistas y consumidores como él, y un departamento perfecto y minimalista. Su "lado B" es vehementemente envidioso de las tarjetas personales de sus colegas, cultor de la música de su época, recitador de reviews revisteras de los discos de su agrado como si las estuviera leyendo, disfruta de filmarse mientras tiene sexo ultraviolento con dos prostitutas de diferente nivel al ritmo de Phil Collins y se retuerce de placer en fantasías sádicas hasta la muerte. Patrick es un muchacho que parece tenerlo todo, pero su alma va en picada hacia un vacío profundo e irremediable, que lo envuelve hasta dejarlo al filo de una psicosis ignorada casi adrede por su entorno.
Nota de color: a pesar de sus esfuerzos, nunca logra conseguir una mesa en el restó más codiciado por los de su estirpe, Dorsia, mencionado por lo menos cinco veces pero jamás mostrado en lo que yo interpreto como una acertada manera de decirle al espectador que su omnisciencia tiene el mismo límite que la omnipotencia del protagonista.

El filme cuenta con un rico elenco, compuesto además de Bale por el inacabable Willem Dafoe, la hoy archifamosa y ganadora del Oscar Reese Witherspoon, Chloë Sevigny, quien brillara en "Boys don't cry", Justin Theroux -un actor fetiche de David Lynch- y el carilindo Jared Leto, que nos dejó a todos deprimidos con "Requiem for a dream".

Dejo para el final lo mejor de la película: la banda sonora. Un recorrido por varios hits de los ochentas puestos en los momentos justos, redondean la ambientación en tiempo y espacio de manera perfecta. Los temas que suenan son, en este orden:
  • True faith - New Order
  • Walking on sunshine - Katrina and The Waves (Patrick lo escucha en su walkman entrando a la oficina, una buena manera de contrarrestar los efectos de un momento tan desagradable).
  • Simply Irresistible - Robert Palmer
  • Ofra Haza - Im Nin'alu
  • Hip to be square - Huey Lewis and The News
  • Lady in red - Chris de Burgh
  • If you don't know me by now - Simply Red
  • In too deep - Phill Collins
  • Sussudio - Phill Collins
  • Pump up the volume - M.A.R.S.
  • What's on your mind - Information Society
  • The greatest love of all - Whitney Houston

Una película no apta para todo público, pero que puede servir a modo de "cuco" para mostrarles a nuestros hijos y decirles: ¿"Ves lo que te puede pasar si trabajás de oficinista?".


miércoles, 11 de marzo de 2009

Estadistiqueando

De todos los docentes universitarios y de posgrado que han pasado por mi vida estudiantil, el mejor fue el Lic. Gerardo Rovner, joven profesor de Estadística de la U.B.A. Tan exigente como excelente, hacía de sus clases un reiterado desafío de sapiencia, sentido común y razonamiento.
Recuerdo con mucho agrado un libro de texto que tuvimos que leer (¡¡quizás el único curso de Estadística en el cual se lee un libro de texto!!) llamado “Cómo mentir con estadísticas” de Darrell Huff (1954). Para los neófitos amantes de esta ciencia-arte resulta una lectura apasionante, que explica y enumera los distintos artilugios utilizados por los productores de información y aconseja sabiamente cómo no ser presa fácil de esas trampas.
El texto está repleto de ejemplos simples de la vida cotidiana que invitan al lector poco avezado a vencer los miedos y prejuicios contra los números fríos, para entender cómo es engañado sistemáticamente.
Muestras de tamaños no representativos o viciadas por la influencia del encuestador a la hora de ser elegida, promedios aplicados caprichosamente para acomodar resultados (¿media, mediana o moda?), omisión del desvío estándar, gráficos con escalas deformadas, correlaciones (relaciones causa-efecto) ridículas y conclusiones falaces, son elementos comunes a la hora de interpretar datos estadísiticos.
Así, según cuenta el autor, es común encontrarnos con que los días soleados son más peligrosos que los de niebla, ya que la mayor cantidad de accidentes se producen los días soleados, o que, dado que las mujeres mayores tienen el ángulo formado por sus pies más pronunciado que las más jóvenes, podemos concluir que las mujeres envejecen porque separan sus piecitos.
Ni hablar de los porcentajes. ¡¡Los reyes de la mentira!! Acá les traigo un ejemplo bien conocido por todos y no quiero que me acusen de gorila, porque todos los políticos hacen los mismo, esto es sólo un ejemplo: la manipulación de los datos en provecho de los resultados electorales. Hemos escuchado muchas veces que el 45% de los “argentinos” eligió a nuestra mandataria, que obtuvo 8.65 millones de votos. Ahora bien, si tenemos en cuenta que la población argenta es de aproximadamente 40 palos, resulta que Cristina fue elegida por menos del 22% de los argentinos, es decir, menos de la mitad de lo que dicen los números oficiales, que sólo tienen en cuenta los votos positivos. “Voto positivo” no es equivalente a “argentino”, y nadie me garantiza que los argentinos excluídos de esta muestra hubieran votado por uno u otro candidato.

Utilizando el mismo método de estadistiqueo (me gusta que suene a “politiqueo”) con los datos obtenidos en la encuesta que publiqué en este sitio y que finalizó hace pocos días (recuerden que todos podían votar más de una posibilidad), podemos concluir que:

- Tener sexo con alguien relacionado con la oficina (compañero, jefe o pareja del jefe) es tan relevante como trabajar dos días por semana en lugar de cinco.

- Renunciar y cantarle las cuarenta a quien lo merezca otorga más placer que acostarse con un jefe, o con su pareja, e incluso con los dos juntos.


- Ser felicitado por un superior es un deseo oculto muchísimo más ferviente que convertirse en superhéroe y salvar a todos de una muerte espantosa. (¿?)

- Trabajar dos veces por semana, ser felicitado por un jefe y que haya una catástrofe y convertirse en superhéroe son deseos que ocupan la mitad del tiempo dedicado al fantaseo de los oficinistas del mundo entero.


- Solamente uno de cada 54 oficinistas se acostarían con la pareja de su jefe.

- Sólo uno de cada cinco oficinistas se acostarían con un compañero de trabajo. (¿?)


A ver si encuentran más conclusiones aplicando el estilo “estadistiquería barata”…


lunes, 9 de marzo de 2009

Monólogo de Nelly

Nelly sería una ferviente militante del Movimiento Hipocondríaco de la República de Ranelagh y abogaría a capa y espada por la igualdad de derechos de los Narradores Escatológicos Incurables, si tales cosas existieran y ella fuera conciente de su condición. Su madre sería la Jefa de la Guerrilla del Movimiento, SubcomandantA Haydée, la hipocondríaca más radical jamás encontrada sobre la faz de la Tierra. Lo más jodido de sus ya jodidas neurosis es que las transmiten de generación en generación y así los pobres hijos de Nelly, que tienen 6 y 3 años, ya cuentan con una historia clínica frondosa y de lo más variada.

Lunes, 9:05 AM. En la cocina de la oficina:

Oficinista: - Hola Nelly, ¿cómo estás?*

Nelly: - Hola, acá ando, más o menos. Resulta que el viernes a la noche me agarró un dolor muy fuerte en el estómago, pero no podía ir de cuerpo, y mirá que lo intenté, eh. Así que le pedí a Gabriel que me hiciera una enema porque el coso, el Factor AG, no me había dado resultado y seguía hinchada y dolorida. Pero cuando me lo hizo me lastimó porque…ehhh…no sé si te había contado pero tengo hemorroides, y justo esta semana las tenía al rojo vivo, ¡je!, así que me tuve que ir a la guardia de la Clínica Coso, y me hicieron la enema ellos. Por suerte ahí me mejoré un poco pero tuve que ir a la farmacia a reforzar la pomada antihemorroidal porque se me estaba por acabar. Y el sábado a la mañana Ivancito se levantó con dolor de cabeza y mareos, así que lo llevé a la Guardia de la Clínica otra vez y coso, el clínico me dijo que era probable que los anteojos estén obsoletos, entonces me mandó a la Guardia de Coso, de Oftalmología Pediátrica, que está a seis cuadras. Y ahí lo revisaron y sí, le habían quedado obsoletos los anteojos. Así que fuimos a la óptica para hacerle los nuevos pero tardan una semana los desgraciados, ¿podés creer? Así que llamé el sábado a la tarde a la maestra para avisarle que el nene no iba a ir al colegio esta semana porque no ve nada. La muy guacha me dijo que coso, que me fijara porque era la segunda semana de clases, ¿podés creer? Ni loca lo mando sin anteojos, después es peor. Igual ya le dije a Iván que nada de tele ni play si no tenía los anteojos, y me armó un berrinche de la gran siete. Dos horas llorando sin parar estuvo y después de tanto patalear se agotó y se quedó dormido. Lo peor de todo es que cuando Iván se puso a llorar, Pablito que no entendía nada de coso, también se puso a llorar y moqueaba y moqueaba, entonces me llamó la atención que moqueara tanto y le dije a mi mamá, menos mal que le dije porque se dio cuenta de que tenía coso, un resfrío muy fuerte, así que antes de que se transformara en una neumonía le aplicamos unas ventosas y con la pipeta le sacamos una cantidad enorme de moco, pobre Pablito. Por las dudas Gabriel fue a la farmacia a comprar Refrianex que se me había acabado la semana pasada cuando estaba resfriada, ¿te acordás? Me lo tomé todo al coso. Y el pobre Gabriel que se fue manejando con la uña encarnada, porque el jueves tuvo partido y…

Suena mi celular. Nunca en mi vida me puso tan contento recibir un llamado telefónico de mi madre.

* nunca más. A partir de ahora, mi saludo matinal será "Hola Nelly, buen día". Y a otra cosa mariposa.

jueves, 5 de marzo de 2009

Mariano y Lucila (II)

Estuvo diez días seguidos tratando de investigar, de averiguar, de saber. Con mucha cautela interrogó de manera elegante a Adela y a Nelly, que siempre sabe todo de todos. No obtuvo los resultados deseados, sólo logró confirmar que tenían la misma edad, que estudiaba Relaciones del Trabajo en la UBA y que vivía en Villa Urquiza. De su situación sentimental, nada.
Intentó adivinar mediante gestos y trató, con miedo de tener éxito, de descubrir sonrisas tiernas mientras hablaba por teléfono con alguien que pudiera ser su novio, su concubino o en el peor de los casos, su marido. El fracaso fue triunfo: nunca logró confirmar que no estaba soltera.
Tendría que escrutar directamente o esperar. Pero esperar no era una buena opción. Quería hacer algo distinto. Siempre fue de dejarse estar, cuando conocía una chica que le gustaba le costaba un quintal de oro poder acercarse si era una desconocida, o avanzar hacia un encuentro íntimo si una relación ya había sido establecida. Esta vez quería que todo fuera diferente. Tenía que ser diferente. Habían pasado diez días, era un buen momento para invitarla a almorzar a Alexander, el lugar ideal para esa ocasión porque no era tan romántico como para dejarlo en evidencia temprana, pero tampoco era un bodegón donde te tiran el plato estilo frisbee como hacen en Budapest, una cuadra más allá. Sí, Alexander estaba bien.
¿Cómo invitarla? ¿Cómo abordarla? Tenía que ser natural. En el transcurso de los diez días desde el ingreso de Lucila a la empresa se encargó de parecer simpático, la saludó todas las mañanas y todas las tardes al irse a la facu, le ofreció traerle algo de la cocina varias veces y hasta osadamente le elogió el color de una camisa de mangas cortas. El contacto estaba hecho, no pasaba nada si le mandaba un email invitándola a almorzar en el bar de enfrente. No tenía nada de invasivo ni lanzado, al fin y al cabo, eran compañeros de trabajo. Ese pensamiento lo envalentonó y se puso a escribir el email. Redactó y borró unas veintipico de veces, todo le parecía muy formal o lo contrario, demasiado desinteresado o exageradamente expectante. Finalmente le envió un mensaje conciso, concreto, directo y con una pizca de humor: “Cuando quieras, te invito a almorzar acá enfrente y te ayudo a mapear las relaciones laborales de la oficina.” Le dio send y lo releyó. Se odió. ¿Cómo podía ser tan, pero tan, pero tan, pero tan pelotudo? Ahora ella se iba a dar cuenta de que estuvo investigando su vida, si no, ¿cómo iba a saber que estudiaba Relaciones del Trabajo? Qué boludo, qué boludo, qué boludo, qué boludo…se lo repitió mentalmente un googolplex de veces. Casi se agarra la cabeza, desesperado. Pero ella lo iba a ver. Respiró hondo y la miró cuando volvió de la oficina de Richard para ver su expresión al leer su email. Quizás no tendría idea de quién se lo había mandado, quizás pensaba que “Mariano” era Mario, o Gonzalo, o Juan…¡puta madre! Tendría que habérselo dicho directamente, en la cara, como un hombre…La miró con la mejor cara de poker que le salió, por las dudas de que ella lo estuviera mirando. La vio agarrar el mouse, concentrarse en el monitor y de repente, esbozar la sonrisa más tierna del mundo. Qué digo la más tierna, la más hermosa de todas las sonrisas que hubieran existido en la faz de la Tierra en toda la Historia de esta hermosa Humanidad que integramos. Y tipeó. Mientras tanto, Mariano se puso a leer un reporte viejo que tenía en el escritorio para disimular o hacerse el que trabajaba en caso de necesidad y/o urgencia. A los pocos segundos apareció el sobrecito amarillento en el vértice inferior derecho de su pantalla. Era la respuesta, que contenía sólo cuatro palabras y tres signos de puntuación. “Me encantaría. ¿Vamos hoy?”.
Sin modificar la expresión de su rostro, le contestó que sí, que ya mismo reservaría una mesa para dos para las doce y media, si le parecía bien. Claro que le parecía bien, más tarde no porque se moriría de hambre. Hecho.
Faltaban diecisiete minutos. El tiempo justo para disfrutar imaginariamente de los cañonazos rimbombantes y victoriosos de la Obertura 1812 de Chaicovski y de salir corriendo a gritar el gol como Diego en el ’94 contra Grecia. Así, con esa misma cara y con esa misma fuerza.

martes, 3 de marzo de 2009

Día de mierda si los hay....

Nada puede ser peor en la vida de un oficinista que pasar toda la noche en vela por alguna cagada que se haya mandado él mismo o un subordinado, y al llegar al día siguiente, encontrarse con una cagada nueva, o km y mucho más grande que la que lo tuvo en vela toda la noche.

lunes, 2 de marzo de 2009

Top Five de trabajos anti-oficina

Me gusta mucho armar top fives. Quizás es por esa manía que tengo de querer catalogar, clasificar y calificar todo lo que esté a mi alcance, como se puede ver en este ejemplo. De todos modos es algo que me gusta, no padezco esta obsesión en lo más mínimo y me resulta muy divertida y hasta tiernamente infantil. Así es que se me ocurrió armar un top five de trabajos antitéticos al laburo de oficina. Al principio me pareció una idea fácil de llevar a cabo, pero a medida que iba pensando y tratando de abarcar el universo laboral conocido y practicado, también me daba cuenta de que la enorme mayoría de los trabajos tiene algo de oficinesco o debe pasar, en alguna de sus etapas, por una oficina. Pensé que también debería definir el concepto de "oficina" para poder delimitar su alcance y, por oposición, encontrar trabajos que tengan en común lo menos posible con aquéllos oficios tan tanáticos.
Así, encontré en wikipedia una definición más o menos abarcativa y hasta con un poco de historia.

Simplificando un poco, para el autor de este blog una oficina es un espacio físico cerrado, un lugar de trabajo en el que una o más personas desarrollan su actividad laboral con una determinada periodicidad y que debe contar como mínimo con una fuente de luz artificial, un teléfono, una silla y un escritorio o mesa (y estoy siendo muy generoso con los requisitos mínimos). Podemos agregar mil detalles y desviaciones, pero en general, no sería más que eso....y tampoco lo merece.

Ergo, un trabajo ubicado en las antípodas de lo oficinesco debe contar con tres propiedades bien marcadas:

a) no debe desarrollarse en un lugar cerrado o en un inmueble fijo (una de las dos características alcanza)

b) la periodicidad de la presencia del trabajador debe ser relativa o nula.

c) no requiere un talento o capacidad física innatos, puede llevarse a cabo con capacitación o práctica pero cualquier hijo de vecino es capaz de hacerlo...Quedan excluídos trabajos como “basquetbolista” o “modelo”.

Con estos lineamientos, armé mi top five de trabajos anti-oficina, incluyendo en esta lista aquellas ocupaciones que yo considero las más atractivas / divertidas / emocionantes.

Puesto Nº 5: Astronauta. Y la madre que lo parió. ¿Qué hago sentado en una oficina cuando podría estar en órbita, viendo la Tierra desde el Espacio, tomando con una pajita grandes burbujas de agua flotando en un entorno de gravedad cero?

Puesto Nº 4: Adiestrador/cuidador de perros. Dado que mi cariño por los perros se acrecienta día a día de la mano de mi perro boxer P. Tinto, hace un tiempo que vengo pensando que adiestrar y/o cuidar perros (ojo, no digo pasearlos, digo adiestrarlos y especialmente cuidarlos cuando sus dueños no están) debe ser un trabajo muy divertido y reconfortante para un espíritu golpeado por tantos años de oficinismo.

Puesto Nº 3: Actor. La verdad es que me hubiera gustado poner "actor porno", pero ese trabajo no puede ser incluído en la lista porque no cumple con uno de los requisitos: en general, se necesitan ciertos dotes innatos que le quitan universalidad a su espectro de candidatos. Por eso elijo la profesión de actor, que también me parece muy divertida y brotada del alma.

Puesto Nº 2: Jardinero. Calculo que con dos años de capacitación alcanza como para ejercer esta profesión tan llena de naturaleza y vida. Ideal para ex-oficinistas con la cabeza quemada.

Puesto Nº 1: Profesor de Tenis. No se dejen engañar, no se requiere un talento innato; soy un convencido con motivos de sobra de que si a los 17 años (cuando uno es casi obligado a elegir una carrera) se empieza de cero a jugar al tenis y se practica con la misma seriedad que se preparan exámenes para ser contador o licenciado en administración, seis u ocho años después se puede dar clases de este noble deporte con un rotundo éxito.

Bonus Track: Troupe de Jackass. No había manera de incluirlo en el ranking porque mi locura es demasiado amateur como para desear un trabajo así y más aun como para pasar la primera entrevista con éxito. Pero no quería dejar de hacer mención al que para mi es el trabajo anti-oficinesco por excelencia.

Un top five modesto, sin muchas pretensiones. Dejé afuera el instructorado de salto en paracaídas, quizás ubicado en el teórico sexto puesto…En fin, vuelvo a mis actividades oficinísticas porque tengo muchas cosas que hacer, como borrar el invasivo spam entreverado entre muchos emails de mi interés. No sé cómo pero hoy, repentinamente, me entraron varios mensajes con el asunto "Agrande su pene"....