viernes, 30 de julio de 2010

Como el ave que escapó de su prisión, y puede al fin volar

Lo hice.

El llanto aniñado de Nelly -presente cada vez que la empresa pierde una pieza- es una bofetada de realidad e irreversibilidad. Lo hice y no hay marcha atrás. Renuncié. Me voy. No soy más oficinista.

No sé bien qué soy ahora. Emprendedor, cuentapropista...algo así. No tengo oficina, es un trabajo más bien nómada. Tengo que ir a comprar, a embarcar, a aduana, a las oficinas del despachante, a mi casa y a la de mi socio. Oficina no hay. No más.

Esta mañana llegué más temprano que de costumbre, con la intención de hablar con el gerente general lo antes posible. Quería pegar primero que nadie. Si alguien venía con un martes 13 antes que yo, mi planteo iba a perder fuerza inevitablemente. Así que me planté en el escritorio de Adela y esperé. Cuando llegó, le dije que tenía que hablar con él y que era importante, así que me invitó a verlo desayunar en su despacho. Yo estaba con el estómago vacío, a pesar de la insistencia de mi mujer para no salir de casa sin comer. La verdad es que hasta hace un ratito, no podía probar bocado. Con el estómago vacío le dije que sentía que la cosa no marchaba, que el volumen operativo estaba planchado, que vengo pensando en que hace muchos años que estoy acá...Me interrumpió abruptamente y me dijo "me parece perfecto, Oficinista. ¿Qué vas a hacer de tu vida de ahora en más?". Me dio por las pelotas su liviandad y su desvío cuando me estaba acercando al lugar clave...

Trabajar en una empresa tan sólida es como tener una caja de ahorros con un saldo que se incrementa con el paso del tiempo y cuya disponibilidad se produce el día del despido. Ese es el punto. Hay un sistema de dos ecuaciones simples: Despido igual indemnización. Renuncia igual un-abrazo-y-gracias-por-todo. Pero yo vi muchos casos (en esta misma firma) en los que la renuncia venía acompañada de un "premio" por los servicios prestados y no tenía por qué ser la excepción. En varios casos el importe abonaba la compra del silencio del saliente. "Vos te vas, pero ni mu de lo que pasa acá adentro". Por ese lado quise agarrar yo, sin decirlo explícitamente para no hacerlo extorsivo. Pero tampoco tenía ganas de dar vueltas, necesitaba ir al grano y sacarme el problema de encima. Tomé aire:

- ¿Podemos hablar de números?
- Esperá. Me contestó mientras se sacaba un pedazo de medialuna de entre los dientes. Llamó a Cristina y me pidió que espere afuera cinco minutos.

Fueron más. Me vi tentado de contar la noticia a todo el mundo pero consideré prudente esperar. Quería saber si iba a salir por la puerta grande o por la salida de emergencia. No estaba en mis planes irme con las manos vacías y a pesar del cimbronazo emocional al que me vi expuesto desde que tomé la decisión siempre tuve muy claro que iba a pelear por esto. Sé que no me corresponde legalmente y que puede ser discutible desde lo ético, pero si todos los anteriores lo lograron, ¿por qué no iba a hacerlo yo?.

Me llamaron de nuevo, Cristina estaba perpleja. Me preguntaron cuál era mi idea y me aflojé por la evidencia de sus intenciones de llegar a buen puerto. Les pedí siete sueldos brutos y me los dieron sin vacilar. Quizás me quedé corto, pero no me importa. Ese era mi objetivo de máxima y lo conseguí. Me voy con una suma suficiente para encarar mi nueva vida sin sobresaltos hasta que mi emprendimiento rinda por sí solo. Tranquilidad y felicidad. Nos quedamos hablando unos minutos más, les conté mi proyecto, me desearon buenos augurios y me comprometí a dejar todo liso y llano para mis sucesores viniendo a la oficina un par de veces más (sin cumplir horarios ni normas del "buen vestir").

Y le di la noticia a mis compañeros. Y me felicitaron, me abrazaron, me mimaron con sus tristezas. Mi ánimo era el tao con su yin y su yang. Sentía una alegría casi incontenible que contrastaba con una pequeña tristeza y la incertidumbre por lo nuevo, por el derrumbe del edificio construido durante doce años para la erección de uno nuevo y mío.

Con la despedida de la oficina llega la despedida del blog. No sé cómo hubieran sido estos últimos dieciocho meses acá adentro sin este espacio de catarsis y creatividad. Quizás hubiera renunciado antes. En este espacio encontré un escape, un bunker de inventiva e imaginación en el cual me refugié para evitar los efectos radioactivos de la burocracia y la monotonía. Creo que ya puedo salir del bunker y enfrentar la nueva vida.

Me quedo un rato más y me voy a casa, a hacerle el amor a mi esposa en esta tarde lluviosa.

Sólo un rato más...y me voy escuchando en mi ipod una canción que me grabé especialmente para el día de hoy.



Subiré un par de entradas más con agradecimientos, updates y mensajes para todos.

Gracias nuevamente.

lunes, 26 de julio de 2010

A 5 días del adiós

Esta es mi última semana como oficinista. La decisión trasciende a esta empresa y se extiende a todo vínculo en relación de dependencia que implique trabajar en una estructura como esta. Me cansé de tener que cumplir horarios estrictos y de la dictadura de la burocracia; voy a dedicarme de lleno a mi proyecto de exportación de productos rioplatenses a un par de zonas de España, que por el momento no reemplaza los ingresos que dejaré de percibir cuando deje este trabajo, pero estoy seguro de su éxito a mediano plazo.

El viernes presento mi renuncia indeclinable, quizás siga un par de semanas más para dejar todo "en orden" y poder irme con la conciencia tranquila y a la espera de la ausencia de llamados telefónicos para preguntarme dónde guardé algún archivo.

Les agradezco a todos la compañía, la lectura, la opinión y los debates.

Seguramente en el transcurso del próximo mes les cuente cómo fue la despedida, qué se siente dejar de ser un oficinista aburrido después de tantos años, y cómo van las cosas en general. Pero me despido acá para evitar subir una última entrada como corte, me parece demasiado abrupto.


Les deseo a todos una vida feliz.


lunes, 19 de julio de 2010

20 mujeres para Javier: Laura y la Gran Noticia (XIV)

Después de resetear su vida amorosa Javo conoció a Laura en la estación Malabia del subte. Se estuvieron mirando durante todo el viaje y al bajar se le animó como mandan las fantasías: directo y al grano. Le preguntó su nombre y le pidió el teléfono. Ella se lo dio sin vacilar y hasta le confesó que había pensado en pedírselo si él no lo hacía.

- Qué crack. Esas cosas te pasan a vos solo, chabón.- Se rió ante mi comentario sabiendo que tenía razón.

Viven a doce cuadras de distancia y la relación se encendió rápidamente. A tal punto que Javo está considerando seriamente en colgar los botines para ver qué pasa con esta profesora de yoga.

- Cocina como los dioses. Es muy divertida, le encanta el cine y le gusta ver fútbol de primera. En la cama no sólo no tiene pruritos, además está en el top 3 de las mujeres más calientes que conocí en mi vida. Pero es piola, me deja siempre la iniciativa a mi, así no me inhibo. Es una combinación casi perfecta. Digo casi porque recién la conozco, pero te juro que no le encuentro ni un defecto. Físicamente es un infierno en la torre, todo duro, todo parado y en su justa medida y lugar. Y lo mejor de todo es que por primera vez en mucho tiempo, tengo ganas de verdad de que la historia prospere. La tenés que conocer, hagamos una salida de a cuatro...

Es lindo verlo tan entusiasmado. Recuerdo aquellos tiempos en los que se separó, y luego, cuando se enteró que ese hijo no era suyo. Estaba hecho una piltrafa, un trapo viejo con olor a humedad. Haberlo acompañado en todo el proceso es una recompensa también para mi, al ver los frutos de tantas horas de charla, consejos y apuntalamientos.

Lamenté tener que opacar levemente su alegría con la noticia que le di.

- Javo, tengo que contarte algo. Me voy de la oficina. Voy a renunciar dentro de dos semanas.

Su estupor duró diez minutos, hasta que le conté todo el plan. Recién ahí lo dejó de lado para dar lugar a esa alegría interrupta que siempre nos deja la partida de un amigo en busca de nuevos y mejores horizontes.

miércoles, 14 de julio de 2010

Los simulacros de incendio

Yo ya me lo tomo un poco como un juego de fantaseo, me pongo en modo niño e imagino un poco. Las plantas de mis pies están muy pegadas al suelo como para dejarme volar demasiado pero dejo que mis preguntas en condicional ocupen mi mente el rato que dura el simulacro. "¿Y si un día se quema todo en serio? ¿Eh? ¿Y si se quema todo?" y me imagino el humo en la oficina, o en la escalera "¿Y si la vieja se cae? ¿La pasan por arriba o la salvan?"...

Cuando trabajábamos en el edifico Chacofi (25 de Mayo y Lavalle) me enchufaron la cinta de capitán de la electroselección de holanda, con ese naranja flúo que se hace notar desde Cataratas y con cataratas, lógica y razonablemente. Pero en los ejercicios ficticios me molestaba usarla, me daba un poco de vergüenza que sólo podía mitigar cuando veía a mis colegas de otros pisos.
El trabajo del bombero ocasional de cada oficina consistía en:

1- Colocarse la cinta individualizadora en el brazo al son de la chicharra.
2- Levantar a todos de sus sillas para que salgan. Esta es la parte más difícil, sobre todo en simulacros, luego la realidad me mostró lo contrario (1). En ese momento, tenés siempre a alguien que está hablando por teléfono, alguno en conference con una ciudad "más-importante-que-Buenos Aires" (todas lo son), otros en el baño, otros en la cocina, otros en reunión, otros sacando mil fotocopias, otros boludeando por notiblog... Sacarlos de su microcosmos para que sigan al pie de la letra las instrucciones del ejercicio en tiempo y forma es absolutamente imposible.
3- Asegurarse de que la oficina quedó vacía. Muchas veces se opta por dejar a alguien adentro, ante la falta de respuesta del cancherito/a que se queda porque está mucho más allá de estas boludeces. Sí, son los que primero salen corriendo cuando la chicharra suena sin previo aviso.
4- Bajar.
5- Ir al punto de encuentro que supuestamente es conocido por todos. En algún momento mítico todo oficinista se enteró de su existencia...supuestamente. La realidad muestra que el punto de encuentro es en realidad un bar, la oficina de algún amigo, el telo de Tres Sargentos o el correspondiente según las normas de evacuación (en la actualidad, el edificio de IBM que está en Catalinas) en el que más de uno encuentra la posibilidad de obtener beneficios de los que me percaté en el último simulacro. (2)
6- Volver a la puerta del edificio, en la que los empleados de seguridad, coordinados por el encargado de las normas y su cumplimiento, nos van anunciando piso por piso nuestro turno de volver a la oficina.

(1) Hace un par de años la chicharra sonó sin preaviso de simulacro. Hubo un momento de estupor y de ojos saltones. Adela se calzó la cinta (se la delegué gentilmente cuando mi antigüedad y cargo me lo permitieron) y rajó a todos casi a patadas en el culo, incluyendo al Presidente, que estaba terminando una partida de solitario. La ayudé a evacuar, aunque no fue necesario. Los que siempre se quejan a la hora de simular salieron despavoridos como ratas por tirante. En la escalera vi a varios tratando de hablar por teléfono para adelantar o posponer citas, reuniones y almuerzos. Pasamos por el costado de dos señoras de unos sesenta años que iban ayudadas por sus compañeros. Cuando llegamos a planta baja, había un hediondo olor a cable quemado y una humareda incipiente que venía del techo. La cosa no pasó a mayores, pero el ejercicio real sirvió para concientizar a la población catalinera de la necesidad de practicar seriamente a la hora de hacer los simulacros.

(2) La última práctica se hizo hace seis meses y estaba pactada para las 11:30 hs. Adela nos avisó por email a primera hora. Unos minutos antes, vi que un par de mis compañeras (las solteras) salían del baño maquilladas, peinadas y perfumadas. "Me están jodiendo", pensé. Caí en la cuenta de que el simulacro es una interesante posibilidad de conocer gente de otros pisos. Es cierto, hay un relojeo permanente de todos contra todos, para ver quién trabaja donde, para deprimirnos (en nuestro caso exclusivamente) por ver que los demás están llenos de chicas bonitas mientras nuestra oficina es cada vez más pobre en ese rubro -probablemente a mis compañeras les pasa lo mismo- e incluso para intercambiar tarjetas personales con fines no sólo donjuanescos, sino también laborales. La enganché a Silvana haciéndolo, pero no pude escrutar si fue en pos de una conquista amorosa o por irse de esta oficina de una buena vez.

Mañana tenemos un nuevo simulacro y me pregunto: con este frío y el viento huracanado que se arremolina acá abajo, ¿quién se va a quedar a esperar en el punto de encuentro?
Conmigo no cuenten, muchachos. Me voy a tomar un café y a comer dos nugatones a la YPF mientras Javier me pone al día con sus historias.

martes, 6 de julio de 2010

Divididos por la infelicidad

La copa del mundo terminó en cuartos de final para la Selección Argentina, y lo que pintaba como un campeonato sudamericano, tiene a un solitario Uruguay luchando contra tres gigantes viejomundistas (dos con historia y uno con gran presente, aunque no tanto como dicen). Los dos colosos sudacas y la sorpresa guaraní ya están de vuelta en casa y cada equipo fue recibido de diferente forma. Recorramos la cuenca del Paraná desde sus orígenes hasta sus confines y degrademos las diferencias:

Brasil: en un extremo, el plantel fue recibido con insultos, empujones, lágrimas y maracuyazos por la cabeza. Su director técnico (Dunga) y el volante Felipe Melo fueron señalados como los responsables de la derrota carioca, que finalizó 6ta y repitió la salida por la puerta trasera de Alemania '06 perdiendo 2 a 1 contra una potencia europea en cuartos (hace cuatro años fue Francia, hoy Holanda). Dunga renunció, la Confederación Brasileña le revocó la renuncia y lo terminó echando a chutes em o saco. Así de mal terminó la aventura de un DT asquerosamente desagradable que supo formar parte del plantel que consiguió la estrella más deslucida de las cinco que tiene en la vitrina nuestro hermano mayor.


Paraguay: en la otra punta del continuum de amor por los soldados patriotas, los guaraníes cumplieron su mejor actuación mundalista, perdieron ajustadamente con el cuco español en cuartos y terminaron 8vos de la mano del Tata, fiel discípulo del DT de la roja chilena, también rosarino. El presidente Lugo los recibió con todos los honores, los condecoró y todo el pueblo cantó, Martinó, Martinó. También le debemos a una hija pródiga de sus tierras la burla al emporio económico y marketinero de la FIFA que dejó escapar, obnubilado por su tetamen, una publicidad de celulares encubierta.


Argentina: como no podría ser de otra manera, los argentinos nos encontramos divididos luego de la gesta africana que nos depositó en el quinto puesto de la clasificación, la mejor actuación en la grilla desde el subcampeonato de las noches mágicas. Haciendo un repaso desde el glorioso '86 en adelante, tenemos el mencionado segundo puesto en una actuación vergonzosa desde lo futbolístico, luego un triste 10mo puesto producto de la eliminación en octavos con piernas cortadas y enfermera en cancha (nunca ocurrió antes ni después en la historia del fútbol mundial) incluídas, un decoroso 6to puesto en el '98 (se queda sin nafta en cuartos con derrota frente a la naranja bergkampiana), un espeluznante puesto 18 con eliminación en primera ronda y sólo dos goles a favor (uno con clara invasión de campo en el rebote del penal frente a Suecia), otro sexto puesto -2006-, tibio y abandónico de la mano de un arquero sin lesión que no pudo continuar su partido por un dolor insoportable en el freezer, y este quinto lugar, con cuatro claras victorias y una estrepistosa derrota frente a la artillería germana que, zeitgeist argentino mediante, nos divide en dos grandes grupos: uno que clama por la continuidad de su DT y fue representado por veinte mil personas que recibieron al plantel en Ezeiza (yo diría a Diego más que a los jugadores, ya que con una actuación similar en el mundial pasado sólo fueron tres mil). Otro que retoma el camino anterior al mundial y pide (en los casos más derechistas, a grito pelado) su renuncia.



Habrá que esperar hasta Brasil 2014 para la revancha. Una revancha que nadará contra la corriente favoritista que pone a Brasil a un gúgol de distancia de los demás competidores, aún sin haber finalizado la copa actual, por su inacabable historia mundialista y su localía. Tal como ocurrió con su equipo en 1950, tal como ocurrió con Italia en el '90 y también, aunque en menor medida, con Alemania en 2006...