martes, 3 de agosto de 2010

El universo paralelo

Desde la renuncia, mi realidad psíquica quedó bifurcada. Por un lado está la vida misma, la realidad propiamente dicha que sigue el nuevo camino: me levanto después de las 9, desayuno tranquilo escuchando la radio, salgo a pasear con P. Tinto encarando el frío soleado de Parque Chas, decido no afeitarme y bañarme cerca del mediodía, me tomo una segunda ronda de mate y, a la par de estas actividades relajadas y libertarias, me pellizco para estar seguro de que todo esto está ocurriendo. Soy Adrián. Adrián Nirón. Tal mi verdadero nombre.
En el otro camino (piensen en la recta dividida de Emmet Brown en Volver al Futuro II) la inercia me juega una mala pasada: haciéndome pensar en la oficina, en lo que tengo que ir a resolver la semana que viene como prometí, produciendo un efímera presión pectoral al pensar en ir corriendo a tomar el subte, en saludar a las caras de culo de siempre, en hablar de las mismas boludeces de todos los días, en escuchar quién quedó sentenciado en el programa de Tinelli, en caretear mi ideología la mitad de las veces, en obedecer normas y órdenes idiotas y de idiotas. En pasar la mitad de mi vigilia encerrado en esas cuatro paredes para cobrar un sueldo y colaborar con el llenado de bolsillos de los piratas de guante blanco, que se la llevan toda a alguna isla británica de las Antillas. Soy el Oficinista Aburrido.


Los sueños también están aún atrapados en la vida oficinística. Anoche volví a ser contratado por el Gerente General como cobrador de la empresa pero me dejaban ir a trabajar en shorts y ojotas. Hasta en sueños sus medidas son ridículas.
¿Cuánto tardaré en desprender de mi realidad los vestigios y sensaciones de esa vida vivida tanto tiempo? Supongo que sería lógico que me lleve unos meses, quizás varios. Varios más de lo que me gustaría. Pero no me importa. La clave está en aferrarme firmemente a esos pequeños detalles que diferencian mi presente del pasado inmediato, disfrutar de cada cosa que ayer no podía y hoy sí. Por ejemplo, escribir esta entrada desde mi casa.

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No quiero dejar de agradecer los mensajes de los últimos posts, fueron muy reconfortantes, emotivos, cálidos y sorprendentes (ej: Connie...¿por qué te escondiste tanto tiempo?). Todos son muy valorados y me hicieron pensar en continuar con la escritura. Debo decir que me cuesta pensar en hacerlo, siempre consideré que el encierro era la nafta para el motor de mi máquina literaria. ¿Sobre qué escribir de ahora en más? Tendré que tomarme un tiempo para pensarlo.
Pero creo que vale la pena. Total -ahora- tiempo es lo que me sobra.