El fútbol y la política son los terrenos opinables preferidos por los argentinos. Pero debido a las heridas abiertas en la historia nacional reciente, y a la desgraciada difamación de la actividad política mediante el desarme ideológico perpetrado durante la dictadura y perfeccionado en la década de los 90’s, hay mucha gente que prefiere no profundizar en ese tipo de discusiones y dirige su atención al deporte favorito rioplatense, que se ha ganado el titular de los lunes de manera indiscutida.
Los arquetipos
La oficina suele ser un ambiente embebido de fútbol. Siempre hay alguien que entiende, que está informado y que cuenta con capacidad crítica y analítica, sin detenerse solamente en la típica cargada al que le tocó perder el fin de semana anterior (antes decíamos “Domingo”, ahora no se sabe cuándo puede jugar el equipo del cual uno es hincha).
También están los opinólogos, a los que no les alcanza con decir estupideces sin el menor respaldo argumental, sino que además suelen jactarse de sus conocimientos porque wikipediaron alguna estadística inútil y hasta se mofan de aquél que sin pudor reconoce que no sabe nada y/o no le interesa el fútbol, actitud reprochable para cualquier habitante de estos pagos. No los soporto. Prefiero mil veces hablar con ese que no sabe nada y explicarle o enseñarle algo, si está interesado, antes que intercambiar cualquier palabra futbolera con el insoportable y leve sabelotodo que no sabe nada. Así es Gonzalo, que se la pasa gastando a los riverplatenses subido al victorioso e incansable bucéfalo boquense pero no sabe con quién jugó su equipo el día anterior, ni quién es su arquero.
Las chicas, por esa cuestión machista que todavía persiste en el mundo balompié, están exentas de cualquier obligación. Pero cada vez hay más casos de compañeras de oficina que no sólo están muy bien informadas, sino también van a la cancha a ver a su equipo, lo siguen a todas partes donde va y cada vez lo quieren más, independientemente de las preferencias de su compañero, padre o tutor. Las aprecio por default, sean del cuadro que sean.
Las cargadas
Las jodas de oficina relativas al fútbol abarcan un amplio espectro de crueldad. Hoy, con el auge de Internet, es más difícil perpetrar algunas de ellas, pero otras siguen en pie y la inventiva criolla siempe está al servicio del goce por el dolor futbolístico ajeno. Otrora era común hacer creer al pobre diablo cuyo equipo jugaba en horario laboral que había ganado por goleada cuando se estaba comiendo el baile del siglo, y viceversa. Ahora las jodas son ex - post. Cuando descendimos, Mario repartió cintas negras que mis compañeros lucieron durante todo el día en señal de duelo. Cuando ellos se comieron siete goles de local, le dejé en la pared lindante a su escritorio el poster a todo color de la película Pecados Capitales protagonizada por Brad Pitt, le compré la misma cantidad de caramelos para endulzar un poco su mañana, le mandé siete emails consecutivos con el asunto “1”; “2”; “3”, etc. , y en cada uno de ellos la foto del autor de cada anotación, y durante todo el día lo llamé siete veces gritando “¡¡¡goooooool!!!” hasta completar el resultado final.
El fútbol en la oficina argentina está siempre presente. El crecimiento de la industria y sus ramificaciones sumaron nuevos elementos que fortalecieron su omnipresencia y nos moldean , como al resto de los compatriotas, ese costado de la personalidad colectiva y nacional en el que creemos que somos todos técnicos.
Los arquetipos
La oficina suele ser un ambiente embebido de fútbol. Siempre hay alguien que entiende, que está informado y que cuenta con capacidad crítica y analítica, sin detenerse solamente en la típica cargada al que le tocó perder el fin de semana anterior (antes decíamos “Domingo”, ahora no se sabe cuándo puede jugar el equipo del cual uno es hincha).
También están los opinólogos, a los que no les alcanza con decir estupideces sin el menor respaldo argumental, sino que además suelen jactarse de sus conocimientos porque wikipediaron alguna estadística inútil y hasta se mofan de aquél que sin pudor reconoce que no sabe nada y/o no le interesa el fútbol, actitud reprochable para cualquier habitante de estos pagos. No los soporto. Prefiero mil veces hablar con ese que no sabe nada y explicarle o enseñarle algo, si está interesado, antes que intercambiar cualquier palabra futbolera con el insoportable y leve sabelotodo que no sabe nada. Así es Gonzalo, que se la pasa gastando a los riverplatenses subido al victorioso e incansable bucéfalo boquense pero no sabe con quién jugó su equipo el día anterior, ni quién es su arquero.
Las chicas, por esa cuestión machista que todavía persiste en el mundo balompié, están exentas de cualquier obligación. Pero cada vez hay más casos de compañeras de oficina que no sólo están muy bien informadas, sino también van a la cancha a ver a su equipo, lo siguen a todas partes donde va y cada vez lo quieren más, independientemente de las preferencias de su compañero, padre o tutor. Las aprecio por default, sean del cuadro que sean.
Las cargadas
Las jodas de oficina relativas al fútbol abarcan un amplio espectro de crueldad. Hoy, con el auge de Internet, es más difícil perpetrar algunas de ellas, pero otras siguen en pie y la inventiva criolla siempe está al servicio del goce por el dolor futbolístico ajeno. Otrora era común hacer creer al pobre diablo cuyo equipo jugaba en horario laboral que había ganado por goleada cuando se estaba comiendo el baile del siglo, y viceversa. Ahora las jodas son ex - post. Cuando descendimos, Mario repartió cintas negras que mis compañeros lucieron durante todo el día en señal de duelo. Cuando ellos se comieron siete goles de local, le dejé en la pared lindante a su escritorio el poster a todo color de la película Pecados Capitales protagonizada por Brad Pitt, le compré la misma cantidad de caramelos para endulzar un poco su mañana, le mandé siete emails consecutivos con el asunto “1”; “2”; “3”, etc. , y en cada uno de ellos la foto del autor de cada anotación, y durante todo el día lo llamé siete veces gritando “¡¡¡goooooool!!!” hasta completar el resultado final.
El fútbol en la oficina argentina está siempre presente. El crecimiento de la industria y sus ramificaciones sumaron nuevos elementos que fortalecieron su omnipresencia y nos moldean , como al resto de los compatriotas, ese costado de la personalidad colectiva y nacional en el que creemos que somos todos técnicos.
yo hoy estoy dentro del grupo que no sabe nada de futbol, convencido que todo es un circo mediatico y multimillonario... pero reconozco que lo que me gusta del futbol (y es parte del encanto popular) es ese folcklore de gastadas y fanatismos que nos caracteriza a los argentinos.(ni se le acerca el TC4000 o la F1, que pueden llegar a ser tambien tema de oficina.. de los otros deportes ni hablar)
ResponderEliminarSi disfruto de tanto en tanto escuchar hablar de futbol o disfrutar de un buen partido catedra de como se debe jugar al balompie (nostalgia?).
Ojala vuelva el futbol de antes, ojala se muera grondona, se queden sin voz araujo, macaya, & co. y desaparezca toda esa sarta de ladris que rodean hoy al futbol y no le aporta nada.
VIVA BOCA CARAJO!!!!!!!!!!
ResponderEliminarHay otra sub-especie peligrosa también, que está a medio camino entre el que no sabe nada y Gonzalo: es el que aprendió de futbol en los últimos 10 o 15 anos, gracias a la globalización y la mediatización de nuestro querido deporte.
ResponderEliminarEsos personajes no tienen idea de quienes fueron Amadeo Carrizo, Telch o Mario Zanabria ni quien fue el goleador del Mundial '86 ("Maradona! Quien va a ser?" te dicen) pero son fácilmente identificables por repetir cuanto latiguillo haya sido popularizado por relatores y comentaristas televisivos, tipo "Lo que viene, lo que viene". Tampoco se pierden ningún programa de FOX Sports o TyC. Mejor deberían dedicarse a comentar las alternativas de "Bailando por un sue#o".
Con respecto a lo de las chicas, lo siento pero el fútbol es cosa de hombres. Pueden saber mucho, ir a la cancha, recitarme completa y de memoria la formación de All Boys del '77, pero las mujeres no pueden hablar de fútbol. Punto.
Volvamos a las épocas como cuando yo iba al colegio, en las cuales los 4 o 5 nerds futboleros del curso hablábamos como posesos, y los demás se limitaban a escuchar. O en los almuerzos familiares el tío Alfredo recitaba de memoria las delanteras de River '57 o San Lorenzo '46 y los mas chicos escuchábamos extasiados.
Hoy cualquiera habla de fóbal, hasta Rial.
Las mujeres en la cancha, sufren lo mismo que los hombres y yo me arme mi propio gran dt y me va mucho mejor, en el torneo de amigos de la empresa, que a muchos hombres, de hecho voy segunda en la tabla general, y lo hice yo solita, igualmente esta fecha de federico no me hizo ni un gollll, asi que creo que salgo del podio jejeje.
ResponderEliminarAguante el Club Atletico Huracan del Parque de los Patricios!.
Saludos!
completamente de acuerdo, lo mejor es la cargada como la tipica de tirarle sobrecitos de azucar de la maquina de cafe al hincha del rojo, tambien estan las charlas profundas del dia lunes cuando se baja a fumar y las apuestas antes del clasico de la fecha.
ResponderEliminarlamentablemente fui victima de la violencia oficinofutbolistica cuando me robaron mi banderin de huracan que colgaba de mi box y me habian regalado para un cumpleaños un dia que yo no fui al trabajo