miércoles, 25 de noviembre de 2009

20 mujeres para Javier (VI): El botiquín

A medida que pasan los días, las conversaciones con Javier se van tornando paradójicamente más monotemáticas y más divertidas. De lo único que se habló en los últimos almuerzos fue de su alocada nueva vida de soltero. Pero como me divierto...

La relación con Viviana sigue adelante, ya se vieron varias veces configurando encuentros que, a la hora de hablar, son desencuentros. Ella lo hace sin parar, y él se aburre. Pero cuando llegan a la cama, todo se torna de otro color...de rojo carmesí, para ser sinestésicos. Al rojo se le pueden achacar muchas cosas, pero de aburrido no tiene nada y, según dicen algunos, es el color del erotismo por excelencia.

El fin de semana pasado Javo se quedó a dormir en la casa de Vivi (así la llama ahora) y en un arranque de invasividad le abrió el botiquín. Como Seinfeld cuando encontró la crema antimicótica en la casa de una vecina hermosa, Javo se encontró con una sorpresa que no le pareció para nada agradable. Pienso que no es grave, más bien entre simpática y llamativa, pero no puedo negar que sobre todo, es asombrosa.

Viviana tenía en el baño un frasco que parecía perfume, un spray incoloro que casi pasa desapercibido si no hubiera sido porque quiso saber qué perfume era. Pero cuando se acercó descubrió que no era lo que él pensaba. Vivi tiene en su botiquín un frasquito de feromonas. Dice wikipedia: "...Muchas especies de plantas y animales han utilizado diferentes aromas o mensajes químicos como medio de comunicación y casi todas utilizan uno o varios códigos por este medio, tanto para atraerse sexualmente como para otros fines."

Cuando las descubrió, Javo cerró el botiquín y decidió que esa noche no iba a hacer nada, ni preguntarle, ni irse, ni siquiera pensar en ello. Pero ahora no puede sacarse de la cabeza la idea de que en cierta medida fue engañado, y se formula varias preguntas. ¿Qué hubiera pasado sin las feromonas? ¿Se hubiera fijado en ella o en la amiga tetona? ¿Tendría las feromonas puestas el día que las conocimos en Granix? ¿Llevará feromonas en su cuerpo cuando va a trabajar? Hoy, en la mente de Javier, Viviana y feromonas son sinónimos. Un par sintético y dialéctico, una es con y por la otra.

Por suerte, su vida amorosa no quedó encerrada en un solo botiquín. Anoche estuvo con Carolina, la amiga de la hermana, su musa histórica. Fueron a tomar el café de aquél día a un Starbucks (recomendado por Lucila) y charlaron durante horas. Lamentablemente el presente de Carolina no es el mejor, está con algunos problemas laborales, otros con el ex marido, se hace cargo de su madre y su hermana y se la ve apagada, triste, ojerosa y por momentos, un tanto hiperkinética.

A pesar de todo, unos días después durmieron juntos (los niños estaban en la casa de los abuelos paternos). Durmieron, pero no mucho. Javo se despertó una y mil veces, fue varias veces al baño porque tomó mucha cerveza, pero esta vez, decidió que no abriría ningún botiquín ajeno.

martes, 24 de noviembre de 2009

Duda del beneficio


El jueves Mariano estaba de pésimo humor, lo noté apenas entré. La empresa decidió "premiarlo" por su buen desempeño y le asignaron una línea y una blackberry. A partir de ahora no va a ser necesario que pague su propio teléfono celular y además, gracias a la enorme gestión de su jefe, va a contar con la teconología de punta aplicada a las comunicaciones a su entero servicio, un muy lindo chiche geek sólo para él.

Pero como todo (TODO) en la vida, el beneficio tiene su contracara, su perjuicio asociado, su yang. Mariano ya sabe y está padeciendo ex-ante su pérdida de libertad a la hora del almuerzo y la extensión de hecho de su horario laboral, que hasta hoy era de 9:30 a 18:30. Con su nuevo aparatito estará disponible y ubicable de 6 AM (9 hs. de Londres, desde donde lo llaman diariamente) a 20 hs., hora en la que su superior, normalmente, todavía está en la oficina. El celular pagado por la empresa viene con el deber incorporado de ser ubicable unas dieciséis horas diarias.

Hoy fuimos con Javo y él a almorzar a El nuevo Navegante porque los tres teníamos ganas de clavarnos un revuelto gramajo, mejor dicho, el revuelto gramajo por excelencia. Después de vender la propiedad de Viamonte y Bouchard, uno de sus dueños continuó el negocio en un sucucho escondido en la recova de Alem, al lado del Ministerio de Trabajo. En el sucucho, la única señal disponible es la del cable. Bueno, esa y la señal de vida que de vez en cuando da el cocinero que está detrás de las paredes. Todavía no entiendo cómo hace para cocinar ahí, pero lo cierto es que lo hace de maravillas. El problema se suscitó al salir, cuando Mariano descubrió ocho llamadas perdidas en su celular corporativo. Y fue peor aún al volver a la oficina, desde donde provenían las llamadas. El Gerente General-mente boludo lo esperaba con cara de culo porque lo intentó localizar durante media hora y Mariano no respondía. Tuvo que explicarle la situación con toda la parsimonia a su alcance, pero no fue suficente para evitar que el tarado social dijera, mientras se iba y en voz baja "Bueno, no vayan más a comer ahí si no se los puede llamar..."

Demás está decir que me río a carcajadas, me río de janeiro, me río hondo, cuarto y colorado, de la sugerencia de ese infradotado con cargo grande y entendimiento corto que al final lo único que quería era un archivo que tenía en su Inbox desde el lunes a la mañana.

A nosotros, recontraclaro está, nos importa un tercio de bledo. Ya arreglamos para ir de nuevo el viernes al mediodía.

Pepsi con revuelto gramajo, y Good Show!





viernes, 20 de noviembre de 2009

Viernes

Siguiendo la tradición de los viernes, hoy desayunamos con una torta de manzana deliciosa, cortesía de Adela. El motivo: nos anunció su embarazo de dos meses. Hay alegría en la oficina, hay lágrimas de Nelly, hay sol...

Hay Viernes.

Le regalo a Adela este video para acompañar su momento feliz.


sábado, 14 de noviembre de 2009

Office Stress (II)

¿Quién no tuvo ganas alguna vez de hacer esto?

N. de R.: Felicitaciones a Actimel, que llegó a Rusia.


viernes, 13 de noviembre de 2009

20 mujeres para Javier (VI): "Te va a dar un ACV"

"Lo del fin de semana con Viviana fue muy bueno, pero lo que me pasó anoche, sin llegar tan lejos, fue mucho mejor", me dijo esta mañana Javier mientras yo me preparaba el mate y él, un café.

Pero vamos por orden cronológico.

El viernes pasado salió con Viviana, la morocha bancaria separada, y fueron a Cenar a Crizia, un delicado restó de Palermo Soho recomendado por mí (quizás se me fue un poco la mano con el ambiente de intimidad para una primera salida, pero los resultados me avalan). Según me contó, a duras penas se pudo presentar. El encuentro estuvo signado por un soliloquio interminable de ella y mucho sexo durante todo el fin de semana en su departamento del barrio de Belgrano. Un sexo abrasador y agotador, casi tan agotador como su forma de hablar. Le contó toda su infancia, su adolescencia, los novios que tuvo en esa época, de su ex-marido, de sus días en la facultad repletos de anécdotas con cientos de apellidos de profesores y compañeros y le habló de sus cuatro días de militancia en Franja Morada como si hubiera sido una guerrillera. Pero, por suerte para Javier, fue más el tiempo que le dedicaron al amor carnal que a la perorata estrogenaria. El lunes pasado me contó:

-Te juro que nunca conocí a alguien que hablara tanto. Mirá que yo intenté meter bocadillos, pero era imposible. En cuanto le enganchaba un "ah, qué casualidad, yo también tengo una armónica australiana" me contestaba con un '"¿ahá?" y seguía con su discurso como si yo no hubiera dicho nada. Ni Fidel habla tanto. Te puedo recitar de memoria el nombre de todas sus amigas y sus situaciones sentimentales, y sobre todo, cuántos hijos tiene cada una. Me taladró el oído interno...Pero qué manera de garchar. Me duele todo.
- ¿En qué quedaron?
- Ella viaja esta semana a Santiago de Chile por trabajo y vuelve el lunes. Igual estuvimos intercambiando emails, en uno me puso que la pasó muy bien, pero me llama la atención la frialdad con la que me habla después de la fogosidad del fin de semana. De todos modos quiere que nos veamos de nuevo apenas aterrice, así que la voy a volver a ver.
- ¿Pero vos querés?
- Sí...sólo tengo que encontrar la manera de hacerla hablar menos.

Pasó una semana cargada de trabajo, respondiendo requerimientos de los auditores internos de IT, y esta mañana volvimos al tema:

- ¿Qué te pasó anoche?
- Fui al cine a ver "El secreto de sus ojos" y a la salida tuve una aparición divina. Mi hermana mayor tiene una amiga que se llama Carolina, que conozco desde que tengo once años. Fue mi musa inspiradora adolescente, estuve silenciosamente enamorado de ella durante años. Se casó joven y tuvo dos hijos y, según me había contado mi hermana, se separó del marido porque le pegó estando borracho a la salida de un casamiento. Charlamos media hora de ella, de mi y de mi hermana, habían perdido el contacto desde que se fue a Venezuela aunque me dijo que hace poquito la contactó por Facebook. Y nos despedimos con un abrazo que me dejó tecleando. Ahora mismo la voy a buscar y le mando un mensaje. Quiero a esa mujer en mi cama.
- ¡Pará, Sandokán! ¡Te va a dar un ACV si seguís así!
- Es que le estoy agarrando el gustito...

Hace cinco minutos, mientras terminaba de escribir, me mandó un email diciendo "Listo, el fin de semana vamos a tomar un café. ¿Tenés un lugar para recomendarme?"...


miércoles, 11 de noviembre de 2009

Maldición, va a ser un día hermoso

Miro por la ventana y me quiero matar. Sé que a muchos de ustedes les debe estar pasando algo parecido. Nuevamente me dejo embargar por los por qué, por qué esta profesión aburrida, por qué no me tomé en serio el sueño de mis diez años de edad de ser tenista (o profesor de tenis), o por qué no elegí cualquier otra profesión que me permita disfrutar de este clima maravilloso que nos regala la mitad de la primavera.

En cambio, tengo que soportar -un año más- pasar las mejores horas del día encerrado en esta jaula llena de gente extraña y más aburrida que yo, que dice "¡qué lindo día!" como si estuvieran en la playa...a mi, en cambio, la oficina me dio la posibilidad de darle un sentido a la frase ricotera del título del post, que antes de oficinearme no tenía. Cada vez que amanezco (de lunes a viernes) con un día soleado, pienso lo mismo: el Indio tiene razón.

Sin embargo, cuento con dos atenuantes: el primero debo agradecérselo no sólo al clima, sino también a los publicistas de Ibu Evanol, de desodorantes para chicas, de protectores diarios, de perfumes y de tampones. Y más que a todos ellos, a las chicas que pululan por las calles microcéntricas con su belleza, su femeneidad y su caminar alegre emulando publicidades aunque nadie las esté filmando. El segundo es más personal: los días así son condición suficiente para que mi friolenta compañera (aunque oficinista ella también) sea feliz y luzca más hermosa que nunca. Y eso, a pesar de mi mal humor interrumpido y momentáneo, me pone contento.


lunes, 9 de noviembre de 2009

20 mujeres para Javier (V): Una de cal y una de arena

El sábado de la semana pasada salió con la chica del recital y decidió que de ahí en más realizaría algunas modificaciones en el relato de su historia reciente. Contar con sinceridad los motivos de su separación, muy probablemente, no sería la mejor idea en pos de cumplir su objetivo.

La llamó y le dijo que hablaba Cooler O'Connor. Ella respondió jocosa y le preguntó casi de inmediato por qué tardó tanto en ponerse en contacto. Sorprendido, le inventó un viaje laboral a San Pablo que -creyó- haría rebotar su imagen como un muñequito Topi, de abajo hacia arriba. Sin embargo, la respuesta de Estefanía (tal era su nombre) fue anodina y desinteresada. Charlaron un poco, lo básico como para establecer que había espacio para un encuentro cara a cara. La pasó a buscar por su casa de Olivos esa misma noche y fueron a tomar algo a orillas del río.

El encuentro comenzó auspiciosamente, la conversación no tuvo los ribetes comunes de una presentación entre dos desconocidos y ella era la que llevaba las riendas, recorriendo temas diversos y divertidos, intentando conocerlo desde diferentes ángulos sin caer en fórmulas preestablecidas como "de qué signo sos". Todo iba muy bien hasta que Javo le contó su separación y los motivos que la precipitaron. A partir de ese momento, sintió que se produjo un quiebre que por tratarse de un primer encuentro sería irreversible. Pasó a tomar las riendas él, haciendo malabares y abracadabras para sostener el ritmo inicial. A medida que pasaban los minutos, ella se mostraba cada vez más aburrida. Una hora después, la dejó en la casa y se fueron a dormir cada uno en su cama.

El lunes me contó lo ocurrido mientras almorzábamos en Mondo Spaghetti de Galerías Pacífico:

- La mina estudia Filosofía en la UBA y tiene 22 años. Creo que entre mi profesión y mi separación la alejé y la aburrí. No la voy a volver a llamar. Y no voy a volver a contar la verdad sobre mi ex, me parece que me tira abajo.
- Depende. A algunas puede espantarlas, pero seguramente vas a encontrar otras que se sientan más atraídas por la historia y pueda resultar un buen gancho. Tenés que tantear y usar tu intuición para saber cuando contarla y cuando callarla. El plan b podría ser dejar tu separación en manos del enemigo público N° 1 de toda relación de pareja: la rutina. Una razón universal e ineludible.
- Qué lástima. Era tan linda...se parecía a María Vázquez antes del botox y el colágeno. Un caramelo Suchard de frutillas con crema.
- Lo importante, amigo, es que ya estás entrenando. Yo te veo bien. El jueves vamos a Granix.

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Y el jueves fuimos a Granix a la una en punto.

Ahí estaban las dos: la tetona operada y su morocha. Nos sentamos con ellas y durante el almuerzo traté de hablar con el gato (no la catalogo por las tetas sino por su forma de hablar, de pensar, de sentir, de respirar, de mirar, de comer, de peinarse, de vestirse y de hablar por celular con su jefe) para distraerla y darle más lugar a Javo de encararse a la morocha. Viviana, la morocha. Treinta y cuatro años, separada y sola. Carne de cañón.
Hablaron mucho y muy bien. Ella era analista de riesgos de un banco. Pegaron mucha onda y salieron el sábado. Lo único que pude averiguar hasta ahora es que a duras penas Javo alcanzó a pasar por su casa esta mañana para cambiarse la ropa que llevaba desde esa noche, afeitarse y venir a trabajar, muy descansado y sonriente. Espero ansioso la hora de almuerzo para conocer los detalles de la primera cosecha.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Mariano y Lucila (VIII)

El viaje en el auto de Mariano fue a pura carcajada. Jugaron a tararear jingles viejos para que el otro los adivine y ganó Mariano por una de Seven Up.

Al llegar, Lucila le dijo que quería premiarlo con un rico café por haber sido el vencedor del juego. Mariano pensó, mirando al volante. En una fracción corpuscular de tiempo tenía que buscar una respuesta. Primero tenía que decidir si iba ir, durante el viaje supo que llegaría ese momento y que entre las posibilidades, estaba la de tener que subir al departamento de Lucila, pero no llegó a ninguna conclusión. Creyó más conveniente decirle que sí y manejarse con cautela, que negarse y quedar como un estúpido.

Cuando entró se sintió abrazado. El pequeño departamento reflejaba a la perfección la calidez que le transmitía Lucila cada vez que la veía, cada vez que la miraba. Estaba ambientado con adornos nativos, muchos de Perú, varios de Bolivia y algunos de acá, todos en armonía autóctona y en un sobrio contraste con la tv de plasma y luces dicroicas que iluminaban el living con el dimer bajo. Mientras ella preparaba el café, Mariano se puso a observar las fotos. En todas estaba sonriente. Como casi siempre. Había fotos de la infancia en las que se la veía muy rubia, más que en la actualidad. Se detuvo en una en la que estaba junto a una mujer grande que apenas sonreía con ojos tristes hundidos en sus profundas cuencas. Lucila llegó con una bandejita y dos tazas humeantes.
- Era la mamá de Bruno. Falleció dos meses después de la sentencia. Peleó contra el cáncer durante años...creo que no pudo soportar ver al hijo envuelto en semejante desgracia.
Tomaron el café y hablaron del tema como no lo habían hecho hasta ese momento. Lucila confesó cuestiones muy íntimas que dejaron a Mariano casi sin habla, relativas a su aburrida y poco prolífera vida sexual con Bruno, víctima de los anabólicos y la vigorexia que lo aquejaba sin que él fuera plenamente conciente. Sin embargo, el relato tenía un tono más divertido que dramático. Era evidente que el dolor había cesado, que era un caso cerrado.

Mariano habló poco y durante toda la charla trató de no mirar el escote de Lucila, que dejaba ver una parte de su corpiño y sus pechos, que por unanimidad habían sido elegidos como los más lindos de la oficina. Se le hacía cada vez más difícil pero lo salvó ella, que le pidió que le contara cosas de su vida: cómo es Alexia, qué planes tienen, si era feliz. Mariano se concentró en hablar tratando de esquivar la mirada, los ojos almendrados de Lucila se habían posado en los suyos y no se sentía capaz de resisitir un contacto visual sin caer en la tentación de comerle la boca de un beso. Pero no le hizo falta esforzarse. En medio del relato sobre sus sentimientos con respecto a Alexia, sus miedos, sus inseguridades y su constante sensación de inferioridad, Lucila lo besó. Fue un beso corto pero completo. Ella se apartó para mirarlo y Mariano se quedó con los ojos cerrados un par de segundos más. Después, se miraron sin hablar y a la par dejaron de hacerlo mientras atravesaban un silencio largo como una sucesión infinita de puntos suspensivos. Sosteniendo la frente con las manos, Mariano le dijo que tenía que irse. Lucila asintió un poco avergonzada y lo acompañó hasta la puerta. Una vez allí, él la abrazó sintiendo que se derretía de amor. Le dio un beso en la frente y se fue a su casa del boulevard Chenault.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

La fiesta de Fin de Año (I)

Todos los años la misma historia.
En esta pequeña empresa, como imagino ocurre en la gran mayoría de sus pares, la decisión final sobre el modo y lugar de los festejos de fin de año está en manos de los directivos. Sin embargo, debo reconocerles una gran apertura (de la mano también de una grosera falta de creatividad) a raíz de la cual nos dan lugar a hacer sugerencias y, como ocurrió en los últimos años, terminar celebrando en un sitio propuesto por uno de nosotros, los oficinistas rasos.
El problema es que el sitio elegido termina siendo con suerte el N° 5 de la lista, porque siempre nos dejamos ganar por el almanaque y cuando queremos hacer la reserva, ya no queda lugar en ninguno de los cuatro potables.
La semidemocratización de la elección surgió en 2005, cuando nos encontramos cenando en Jackie O. (Las Cañitas) rodeados de cuatro parejas sentadas en sus respectivas mesas, sufriendo una horrible y oficinística invasión a su privacidad y romanticismo. No había nadie más que esos ocho y nosotros. La cena fue un asco y a las 23:30 estaba en casa mirando la tele. De ahí en más, alternamos lugares un poco más potables, otros de lujo (en las épocas de vacas gordas) como Rodizio de Puerto Madero, y uno insólito: la megafiesta que se arma en La Rural cada año. Un patchwork en diferentes tonalidades de gris oficina, una comida vomitiva, música de casamiento y un pedazo de Marí-Marí, del carnaval de Gualeguaychú. La única fiesta de fin de año que puede ser calificada de divertida de todas las que tuvimos desde que entré a esta empresa. Fue un jueves (como debe ser) y al día siguiente hubo un índice de ausentismo explosivo y un promedio en el horario de llegada de las 11 hs. Sólo Nelly llegó temprano, ya que no toma alcohol porque le causa hemorroides.

El mes pasado empecé a buscar lugares con Adela. Ella avisó a los altos mandos y preguntó si tenían algo pensado, pero la respuesta fue -previsiblemente- que este año el presupuesto estaba muy ajustado y un poco más de bla bla bla. Que más adelante veríamos.

Siendo 4 de Noviembre, aún no hay un lugar que se candidatee. Seguramente vamos a terminar aburriéndonos en un restó de dos o tres tenedores y volviendo a casa temprano. El único aliciente que nos queda es que vamos a celebrar en Diciembre, y este hecho no es despreciable. El estudio contable que nos audita (uno de los grandes) va a tener sus festejos de fin de año este viernes. Tan deprimente como irse a dormir a las nueve de la noche un sábado.