Curado del herpes, Javier salió de nuevo a la cancha ansioso por reducir su nivel de testosterona a valores normales. Sin ánimos de perder tiempo quiso ir a lo seguro, pero ligó un cuádruple rebote que lo dejó preocupado. Vivi, Caro, Adela y la modelo, por diferentes motivos (algunos diametralmente opuestos: "no quiero" vs. "te quiero demasiado") no estaban disponibles para un encuentro erótico express. Finalmente decidió que lo mejor sería poner todas las fichas en Belén, que estaba al caer. A pesar de tener una corazonada permanente de que "Cara de Corazón" era una chica altamente peligrosa. Almorzando unos tallarines con tuco de pollo en el patio de comidas de Galerías Pacífico, filosofó:
J: - Cara de corazón pertenece a ese reducido grupo de mujeres que está tan buena, que nunca se acuerda de vos aunque te haya visto cien veces. Es como si la belleza le produjera una lesión en el cerebro que le dispara una amnesia anterógrada severa justo antes de verte. Y hasta que no le decís quién sos, no te registra, pero te pone cara de "ayyy, qué vergüenza, perdoname" mientras trata de acordarse de dónde te conoce...No le pasó conmigo, obviamente, pero te la describo así para que te des una idea de qué clase de chica se trata. Podés tardar cinco minutos en enamorarte perdidamente de ella, y una vida entera tratando de olvidarla. Pero como dice mi tía Hilda, a cada santo le llega su San Martín. Esas chicas también se enamoran, y perfectamente podría pasarle conmigo.
OA: - ¡¡¡Momento!!!!...¿de qué estamos hablando en esta mesa?... Tengo muchas preguntas: ¿Vos estás enamorado? ¿Querés enamorarte? ¿Querés que ella se enamore?
J:- De relaciones. No. No. No. Pero por lo que te dije antes, creo que soy un firme candidato a engancharme. De hecho, en este receso obligado me encontré pensando en ella más de lo que imaginaba. Fui a todas las clases y cuando ella faltaba (casi siempre) tenía ganas de irme a la mierda. Y cuando fue, me tuvo en la cornisa de la histeria, me miraba, me sonreía, me guiñó el ojo, pero al terminar la clase se iba corriendo. Lo que decía del enamoramiento no es porque me quiera enamorar, sino porque estoy seguro de que esa relación podría transitar los caminos más pasionales, y prefiero que la expuesta sea ella, no yo. Quizás estoy delirando demasiado, yendo mucho más allá de lo que debería por lo que pasó hasta acá, pero lo cierto es que tengo unas ganas de romperla toda que no puedo más.
OA:- Llamala. Llamala ya. Invitala a tu casa y dale "paradelante".
No fue una buena idea. El llamado fue contestado con un frigorífico de palabras, espantosamente desinteresadas y astronómicamente distantes.
J: - Como te decía, es de ese tipo de chicas que cuando no le das pelota te buscan, te persiguen, te invitan, te miran, te hablan, te histeriquean y hasta te preguntan "¿cuando pensás darme un beso, vos?". Pero cuando les demostrás el mínimo interés en forma direca, cuando salís del sendero de la seducción sutil y vas a cabecear al área con arquero y todo, te sacan carpiendo. Ya lo viví con J. (la modelo rubia de la fiesta que me invitó a Olsen, ¿te acordás?). Listo, no me vuelven a enganchar. A la mierda la pendjea, no le doy más bola.
Firme de convicciones, la clase siguiente la saludó a la distancia mientras charlaba jocosamente con Luciana, otra compañera de teatro, casi tan linda como Belén pero con diez años más. Simple, menos enroscada en lo discursivo. Hablaron antes de la clase, hicieron un ejercicio juntos durante -ante la mirada celosa de Belén-, y cenaron después.
Lo único que no le gustó a Javier fue que a la mañana siguiente ella se vistió demasiado rápido. Le hubiera agradado pasar un rato más en la cama y sin ropa.