Y bien, mis amigos. Hemos llegado al inesperado final de esta historia llena de idas, venidas, vueltas, rulos y espirales; miedos, vergüenzas, malentendidos, sobreentendidos, alegrías y tragos amargos. La vida misma, que le dicen.
Mario está trabajando en el banco y al parecer le va muy bien. Su jefe no deja de elogiarlo y se está hablando de un ascenso a la brevedad, con el que pasaría a tener veinte personas a cargo. Nada mal para un futuro padre.
Lucila luce feliz su embarazo de cinco meses y medio, radiante como nunca. En este momento la estoy viendo, hablando por teléfono con una sonrisa celestial. Mirarla es hermoso porque toda ella sonríe, desde sus ojos hasta su panza. ¡¡¡Cuánto dicen los ojos del estado de ánimo de uno!!! Los de ella no paran de brillar. En cualquier momento van a destellar al son de un "cling", al mejor estilo Simón el Agradable. Creo que siente la satisfacción de tener certezas donde las necesitaba, y eso la transformó en la mujer más feliz de la Torre Catalinas Plaza.
Podría decirse que la contracara de esta polaroid de felicidad es Mariano. Porque se quedó sin su chica, porque está solo, en el sentido occidental-judeocristiano-monogámico que nos envuelve a (casi) todos los nacidos y criados en esta cultura. Pero no. El topetazo lo llevó a una profunda reflexión y subsecuente modificación de la conducta. A los bifes: palo y a la bolsa. No más dudas, no más esperas; quizás porque cerró momentáneamente su corazón, a lo mejor porque no encontró otra Lucila, o tal vez, porque quiere divertirse un rato. Lo cierto, lo real, es que cuando se enteró de la noticia del embarazo de Lucila, le dio un abrazo que emocionó a Nelly, a Adela, a mi, a Gonzalo, al matafuegos, al paraguas que quedó de Mario (el de los papelitos) y a la fotocopiadora. Imposible sospechar mínimamente de falta de sinceridad. Era, probablemente, lo que le faltaba para terminar de asumir la pérdida.
Debo decir, para terminar, que después de contar su trunca historia de amor durante tanto tiempo, de hacerla nuestra sin que ellos se enteren, es muy lindo verlos llegar contentos a la oficina todos los días, aunque cada cual camine su propio camino.
Emotivo final para una excelente historia!
ResponderEliminarGracias!
Saludo para todos!
Si bien no fue el "final ideal" de una historia de amor de tanto tiempo, me alegra saber que ambos,m por caminos separados, pueden ser felicies y seguir con sus vidas...
ResponderEliminarBesos
Que bueno volver a leerlo oficinista!!! buen final, y con moraleja y todo COCODRILO QUE DUERME ES CARTERA.
ResponderEliminarBuen finde para todos!.
Que suerte para Lucila... y que pena para Mariano... ojalá le sirva para no dormirse la próxima vez...
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