Lo hice.
El llanto aniñado de Nelly -presente cada vez que la empresa pierde una pieza- es una bofetada de realidad e irreversibilidad. Lo hice y no hay marcha atrás. Renuncié. Me voy. No soy más oficinista.
No sé bien qué soy ahora. Emprendedor, cuentapropista...algo así. No tengo oficina, es un trabajo más bien nómada. Tengo que ir a comprar, a embarcar, a aduana, a las oficinas del despachante, a mi casa y a la de mi socio. Oficina no hay. No más.
Esta mañana llegué más temprano que de costumbre, con la intención de hablar con el gerente general lo antes posible. Quería pegar primero que nadie. Si alguien venía con un martes 13 antes que yo, mi planteo iba a perder fuerza inevitablemente. Así que me planté en el escritorio de Adela y esperé. Cuando llegó, le dije que tenía que hablar con él y que era importante, así que me invitó a verlo desayunar en su despacho. Yo estaba con el estómago vacío, a pesar de la insistencia de mi mujer para no salir de casa sin comer. La verdad es que hasta hace un ratito, no podía probar bocado. Con el estómago vacío le dije que sentía que la cosa no marchaba, que el volumen operativo estaba planchado, que vengo pensando en que hace muchos años que estoy acá...Me interrumpió abruptamente y me dijo "me parece perfecto, Oficinista. ¿Qué vas a hacer de tu vida de ahora en más?". Me dio por las pelotas su liviandad y su desvío cuando me estaba acercando al lugar clave...
Trabajar en una empresa tan sólida es como tener una caja de ahorros con un saldo que se incrementa con el paso del tiempo y cuya disponibilidad se produce el día del despido. Ese es el punto. Hay un sistema de dos ecuaciones simples: Despido igual indemnización. Renuncia igual un-abrazo-y-gracias-por-todo. Pero yo vi muchos casos (en esta misma firma) en los que la renuncia venía acompañada de un "premio" por los servicios prestados y no tenía por qué ser la excepción. En varios casos el importe abonaba la compra del silencio del saliente. "Vos te vas, pero ni mu de lo que pasa acá adentro". Por ese lado quise agarrar yo, sin decirlo explícitamente para no hacerlo extorsivo. Pero tampoco tenía ganas de dar vueltas, necesitaba ir al grano y sacarme el problema de encima. Tomé aire:
- ¿Podemos hablar de números?
- Esperá. Me contestó mientras se sacaba un pedazo de medialuna de entre los dientes. Llamó a Cristina y me pidió que espere afuera cinco minutos.
Fueron más. Me vi tentado de contar la noticia a todo el mundo pero consideré prudente esperar. Quería saber si iba a salir por la puerta grande o por la salida de emergencia. No estaba en mis planes irme con las manos vacías y a pesar del cimbronazo emocional al que me vi expuesto desde que tomé la decisión siempre tuve muy claro que iba a pelear por esto. Sé que no me corresponde legalmente y que puede ser discutible desde lo ético, pero si todos los anteriores lo lograron, ¿por qué no iba a hacerlo yo?.
Me llamaron de nuevo, Cristina estaba perpleja. Me preguntaron cuál era mi idea y me aflojé por la evidencia de sus intenciones de llegar a buen puerto. Les pedí siete sueldos brutos y me los dieron sin vacilar. Quizás me quedé corto, pero no me importa. Ese era mi objetivo de máxima y lo conseguí. Me voy con una suma suficiente para encarar mi nueva vida sin sobresaltos hasta que mi emprendimiento rinda por sí solo. Tranquilidad y felicidad. Nos quedamos hablando unos minutos más, les conté mi proyecto, me desearon buenos augurios y me comprometí a dejar todo liso y llano para mis sucesores viniendo a la oficina un par de veces más (sin cumplir horarios ni normas del "buen vestir").
Y le di la noticia a mis compañeros. Y me felicitaron, me abrazaron, me mimaron con sus tristezas. Mi ánimo era el tao con su yin y su yang. Sentía una alegría casi incontenible que contrastaba con una pequeña tristeza y la incertidumbre por lo nuevo, por el derrumbe del edificio construido durante doce años para la erección de uno nuevo y mío.
Con la despedida de la oficina llega la despedida del blog. No sé cómo hubieran sido estos últimos dieciocho meses acá adentro sin este espacio de catarsis y creatividad. Quizás hubiera renunciado antes. En este espacio encontré un escape, un bunker de inventiva e imaginación en el cual me refugié para evitar los efectos radioactivos de la burocracia y la monotonía. Creo que ya puedo salir del bunker y enfrentar la nueva vida.
Me quedo un rato más y me voy a casa, a hacerle el amor a mi esposa en esta tarde lluviosa.
Sólo un rato más...y me voy escuchando en mi ipod una canción que me grabé especialmente para el día de hoy.
Subiré un par de entradas más con agradecimientos, updates y mensajes para todos.
Gracias nuevamente.