miércoles, 17 de junio de 2009

El dormilón

Hoy llegué a la oficina a las doce menos cuarto. Dado que mi compañera está de viaje por cuestiones laborales, nuestro sistema de doble alarma contra remolonamiento falló. Ella se llevó su despertador, y yo, que me quedé leyendo cuentos de Chéjov hasta las 3 A.M., olvidé reprogramar el mío. El resultado fue horrible, hay pocas cosas más desagradables que despertar solo, sin el reiterado pipipipí de mi reloj de mierda, y al abrir los ojos y mirar por la ventana para ver que la posición del sol (dado el ángulo que forma el ingreso de la luz en el dormitorio) no es la que debería ser, descubrir que algo anda mal. Primera señal de angustia. Y la angustia, cuando uno está muy dormido, es una mole demoledora, la bestia, el golem. Desenredé las sábanas a toda prisa antes de ver el reloj, sabiendo lo que me esperaba. Eran las diez y media.

Cuando se llega a esta situación, la primera sensación es de abatimiento. Las excusas se limitan seriamente: la mayoría de los motivos inventables deja de ser útil, por el simple hecho de no haber llamado temprano para avisar que estamos retrasados. Aún sentado en el inodoro con una supuesta diarrea matinal podría enviar un mensaje de texto. Cualquier motivo que incluya a un tercero también podría ser notificado correspondientemente, como así también un retraso por cuenta y orden de los medios de transporte. Quedarse dormido da muy poco margen a una mentira piadosa. Ante semejante adversidad, decidí seguir el consejo barato de un amigo que usa zapatos de goma, que siempre dice: "Si el problema tiene solución, ¿de qué te preocupás? Y si no la tiene, ¿de qué te preocupás?". Me relajé, y mientras me bañaba raudamente, decidí decir la verdad, .

Al llegar a la oficina, Mario me recibió con un "¡¡Buenas noches!!", gritado a viva voz. Hijo de una gran puta. Mi jefa me pidió que vaya a verla y me preguntó qué me había pasado. Sin rodeos, le dije que me quedé dormido. Le expliqué los detalles del descuido y su respuesta, seca, fue:
"La próxima vez, arbitrá los medios para que no te pase". Me levanté y me fui a calentar un café (lo que quedaba en el culo de la cafetera) de muy mal humor.

"Arbitrá los medios". Durante el día pensé qué cosa inteligente podría haberme dicho, en calidad de jefa de mala calidad. Y, a pesar de resultarme una respuesta muy pelotuda de su parte, llegué a la conclusión de que al igual que mis excusas, sus palabras no podrían haber sido mucho mejores, ni mucho peores.

Aprovecho para recomendarles la película de Woody Allen "El dormilón". Desopilante como pocas.

5 comentarios:

  1. Quedarse dormido es una buena excusa, ya que es tan humano como levantarse con diarrea o estar resfriado. Dos veces por año te podes quedar dormido, ponele.
    Y que tu jefa se "arbitre" una vida.

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  2. Coincido con Barbara. Es lamentable la falta de arbitraje vital en estos jefezuchos de poca monta. Un "mira que sos boludo ja ja ja" ubiese sido mucho mas apropiado y constructivo.
    Abrazo a todos los aburridos!!

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  3. perdon, hubiese hubiese sido correcto.

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  4. Bien con la lectura de Chèjov! cómo va eso? gusta?
    beso grande y aburrido.

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  5. Arbitrá los medios, jajajaja no hay nada peor que un eufemismo.

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