Me lo contó dos meses después, avergonzado por el secreto y por el hecho en sí mismo. Adela tiene una pareja rara, poco encendida. Un embarazo perdido hace unos meses acrecentó la distancia con su compañero, con el que lleva muchos años de una relación llena de baches producidos, en parte, por los constantes viajes al exterior que demandan ese trabajo que él tiene en la productora Telefé Internacional.
- ¿ADELA? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Quién? Quiero saberlo todo- le espeté.
Parece ser que desde que Javier blanqueó su soltería, ella empezó a tener un contacto emailístico diario, preocupándose por su estado de ánimo y charlando de temas varios. Y cuando Adela se recuperó del duro trance, la relación comenzó a tomar un tinte virtualmente erótico, hasta que llegó la noche de la fiesta y consumaron el intercambio corporal. Fueron cuatro encuentros desde ese día hasta hoy y los dos tienen claro -dicen- de qué se trata, con sus limitaciones sentimentales, códigos de silencio y un objetivo claro: el disfrute. Pero, como todos sabemos, poner límites a este tipo de cosas no sirve para nada. Habrá que ver qué pasa.
Por mi parte, lo celebro como una nueva derrota de la política corporativa controladora.
Ayer Javier llegó desanimado y ojeroso. No pudo dormir. En la cresta de la ola, surfeando la soltería como un verdadero campeón, apareció una venérea. Antes de que lo recontrarecague a pedos, me explicó que desde chico tiene herpes, que normalmente se le manifiesta en el labio inferior y lo detiene con aciclovir en pastillas y crema, pero que dos veces le salió un chancrito en el glande. Esta es la tercera. El resultado: tratamiento estricto con agua blanca del codex y abstinencia absoluta (absoluta es absoluta, eh). Justo cuando pensaba en darse el gusto de perpetrar una razia amorosa por las casas de sus últimas amantes, una por día, todos los días. Justo cuando pensaba en llamar a la modelo e incorporarla a su staff, otra que Pancho. Justo. "Qué injusto", me dijo. Decidí guardarme el "por algo será", el "la naturaleza es sabia" y el "un descanso no te va a venir nada mal" y los cambié por un simple y amable "un mes no es nada, amigo. Hacé mucho deporte."
- ¿ADELA? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Quién? Quiero saberlo todo- le espeté.
Parece ser que desde que Javier blanqueó su soltería, ella empezó a tener un contacto emailístico diario, preocupándose por su estado de ánimo y charlando de temas varios. Y cuando Adela se recuperó del duro trance, la relación comenzó a tomar un tinte virtualmente erótico, hasta que llegó la noche de la fiesta y consumaron el intercambio corporal. Fueron cuatro encuentros desde ese día hasta hoy y los dos tienen claro -dicen- de qué se trata, con sus limitaciones sentimentales, códigos de silencio y un objetivo claro: el disfrute. Pero, como todos sabemos, poner límites a este tipo de cosas no sirve para nada. Habrá que ver qué pasa.
Por mi parte, lo celebro como una nueva derrota de la política corporativa controladora.
Ayer Javier llegó desanimado y ojeroso. No pudo dormir. En la cresta de la ola, surfeando la soltería como un verdadero campeón, apareció una venérea. Antes de que lo recontrarecague a pedos, me explicó que desde chico tiene herpes, que normalmente se le manifiesta en el labio inferior y lo detiene con aciclovir en pastillas y crema, pero que dos veces le salió un chancrito en el glande. Esta es la tercera. El resultado: tratamiento estricto con agua blanca del codex y abstinencia absoluta (absoluta es absoluta, eh). Justo cuando pensaba en darse el gusto de perpetrar una razia amorosa por las casas de sus últimas amantes, una por día, todos los días. Justo cuando pensaba en llamar a la modelo e incorporarla a su staff, otra que Pancho. Justo. "Qué injusto", me dijo. Decidí guardarme el "por algo será", el "la naturaleza es sabia" y el "un descanso no te va a venir nada mal" y los cambié por un simple y amable "un mes no es nada, amigo. Hacé mucho deporte."