miércoles, 31 de marzo de 2010

Saludo de Nelly por la celebración de las Pascuas

Que la luz de Cristo los ilumine!!!

martes, 30 de marzo de 2010

Relaciones asimétricas

Cada vínculo está atravesado por una asimetría inevitable. Relaciones filiales, fraternales, laborales, amorosas e incluso amistosas, abrigan desigualdades que a veces son permanentes y otras momentáneas. Pueden fluctuar en función de las circunstancias y en determinados casos, la asimetría puede anularse transitoriamente.

Desde que entendí este concepto y lo incorporé a mi vida cotidiana, pude empezar a comprender la vida de otra manera. Me refiero a inscribir la idea de asimetría como una situación inevitable y no como la resultante de comparaciones odiosas ni juicios de valor. Las asimetrías están dadas muchas veces por razones naturales, como la relación paternal. Otras, por cuestiones culturales, como la de profesor-alumno o erudito-aprendiz. Pero las que atañen a esta entrada tienen que ver con las laborales y, especialmente, las relativas al mundo oficinesco.

La oficina es el reino de la asimetría. Tenemos asimetrías “formales” e “informales”, internas y externas, y según el caso, permanentes y temporarias. Con respecto a esto último, la asimetría puede limitarse a la resolución de un problema puntual independientemente de la posición en la organización (los IT saben sacar buen provecho en estos casos), el momento anímico de cada miembro, y muchas otras razones objetivas y subjetivas.

Las formales son de simple lectura y alcanza con ver el organigrama de una empresa u organización, verbigracia, el vínculo entre un gerente y sus subordinados, cualquiera con el cadete, o el Presidente con los demás. Dan lugar a innumerables abusos de autoridad y su correlato en el odio (justificado) del abusado. Pero, al entrar en conflicto con las asimetrías informales, es cuando se generan situaciones tensas e incómodas y pueden dar lugar a batallas dolorosas por el poder. El conflicto del que hablo lo encontramos en lugares en los que aquél que detenta el poder formal, no posee el informal. Jefes menos capacitados o capaces que sus subordinados, o con un carácter endeble, son carne de cañón para la configuración de este tipo de desigualdades. Recomiendo la serie “The Office” (versión estadounidense) para ver un excelente ejemplo de lo que menciono en este párrafo, especialmente el personaje encarnado brillantemente por Steve Carell (Michael Scott) y la valoración que sus empleados tienen de él.

En cuanto a las asimetrías externas, son fáciles de encontrar en la relación entre el vendedor y el comprador, y vecinas a ellos, el cobrador y el pagador.
Las primeras son obvias, el que quiere vender puede ser capaz de enterrar seis pies bajo tierra su dignidad con tal de hacerlo, y el que compra tiene la posibilidad de soltar su sadismo hasta donde el vendedor se lo permita. Es muy común que el vendedor tenga que adornar (léase coimear) al que compra para cerrar una operación, en lo que conforma, junto a los favores sexuales, el caso más acabado de la explotación de una relación asimétrica.
El caso de pagador-cobrador (o gestor de cobranzas para ser más exacto: el que tiene que llamar por teléfono para solicitar una fecha de pago) es muchas veces el ejemplo más hijo de puta de las relaciones asimétricas. A mi me tocó estar en los dos lugares. Cuando gestioné cobranzas, fui víctima de situaciones muy despersonalizantes. “llamame en veinte y te confirmo”…”todavía no tengo nada, llamame en veinte más”…así, un día entero. Con mi jefe atrás, los insultos no podían materializarse. Es increíble el poder que se atribuyen los pagadores. Poder sobre las finanzas de sus proveedores y sobre la salud de sus pares gestores de cobranzas. Es cierto que muchas veces responden a una política de bicicleta financiera de la organización a la que pertenecen, pero en unos cuantos casos, se detecta rápidamente que un halo de sadismo envuelve sus negativas a pagar. Algunos lo disfrutan, lo sé. Lo supe desde el momento en el que me otorgaron ese poder, cuando empecé a trabajar acá, encargado de la parte contable, compras y pago a proveedores. Venía de cobrar y pasé a pagar. Cuando recibí el primer llamado preguntando por la fecha de pago de una factura y sentí esa voz débil, frágil y condescendiente, debo admitir que se apoderó de mi un sentimiento resignificado como desagradable apenas lo intelectualicé. Una sensación de poder y de revancha. Lo anulé de inmediato, y decidí que no iba a ser ese turro que paga cuando quiere. De esa manera (y gracias a las saludables finanzas de la empresa) me gané la fama del mejor pagador del mercado. Y comprobé que suprimir una asimetría informal, externa, permanente y arbitraria, puede convertirse en una sensación agradable porque contribuye a una sociedad más justa.
Corto, pego y ajusto la última frase, para su relectura y reflexión: “Suprimir una asimetría arbitraria, puede convertirse en una sensación agradable porque contribuye a una sociedad más justa.” Esto es aplicable a cualquier situación de la vida cotidiana.
Si está en nuestras manos, hagámoslo. Aunque sea de vez en cuando.


viernes, 26 de marzo de 2010

Fútbol y Oficina (II)

El superclásico (Boca vs. River) es una instancia que siempre despierta el ánimo futbolero con todo su color y fervor. Ayer se completó el trunco partido del domingo y tuvimos la oportunidad de oficializar nuestra rascada de huevos en conjunto frente al plasma, sin culpas ni persecuciones. Festejaron los xeneizes y a lo grande. Hacía mucho tiempo que no los veía disfrutar tanto de una victoria sobre su archirrival, será por el mal momento de los dos, será por el fantasma que sobrevuela el barrio de Nuñez y amenaza con aterrizar el campeonato que viene, aunque me juego la autoría del blog que River no se va al descenso ni sacando cero puntos. Si hay que sacar los promedios (algo que la comunidad futbolera viene reclamando hace muchos años) lo harán el campeonato que viene. Hay que sostener el negocio.

De todos modos, lo que me gustaría comentar hoy es el clima premundialista en la oficina (el mundialista, dentro de un par de meses). La mayoría tiene el fixture estudiado de memoria, sabe qué partidos va a ver en la oficina, cuáles serán disfrutados desde sus casas y cuáles compartirán con amigos. En mi caso, ya tengo todo armado para la primera ronda. Por cábala dejé la fase final de octavos en adelante para ir armándola en función de los resultados.

Las discusiones más ardientes giran en torno a la conformación del plantel de la Selección Argentina. Que Riquelme sí, que Riquelme no. Que Verón sí, que Verón no. Que Messi no es indiscutido, que Heinze se dedique al ketchup (sic), que cuatro centrales en el fondo es una aberración, que tenemos que salir a ganar 7 a 4 todos los partidos, porque con la Pulga y el Pipita no nos para nadie, que Maradona es un burro, etc. Todos tenemos una posición tomada y todos somos técnicos, como decía aquella publicidad unos años atrás. Y acá voy a detenerme, para dejar escrita mi posición, que tantas discusiones me cuesta: Riquelme, no. No sólo porque no quiere, sino también porque no me gusta. Espero que mantenga su poisición infantil y siga esquivando los elogios del entrenador; temo que lo quiere convencer para que deponga su actitud y vaya a Sudáfrica. Que siga descollando en Boca. Verón, sí. Messi es indiscutido, no puedo entender cómo todavía encuentro gente que lo pone en duda. Como dijo mi amigo: "Messi debiera ser el único líder del equipo. Pero no un liderazgo a la manera de caudillos que gritan como Passarella o Ruggeri, sino un liderazgo futbolístico, donde los compañeros lo respetan y confían ciegamente en él, y SIEMPRE sea la 1er. opción de pase de 3/4 de cancha en adelante. A eso agreguemosle otras instancia del juego, como que los penales los tiene que patear él, y los tiros libres nada de Verón, los patea él, sin discusión. Y así con un montón de cosas mas, todo tiene que pasar por él, hasta la atención a la prensa, los otros ni siquiera asomarse a opacarlo, bajo perfil todos y metanse los estrellatos en el culo." (cita textual)

Las apuestas ya empiezan a dibujarse. Algunas simbólicas, otras por plata. En esta oficina, cuando se encuentran dos posiciones antagónicas, hay peligro de desafío rentado. En el mundial pasado, después de gritarle "apátridas" a Podolski y Klöse hasta desgarrarse los músculos de la garganta, Mario tuvo que comprarle un iPod a Gonzalo, hijo de padres alemanes, que se la había jugado por un triunfo germano en los penales. Este año no va a estar Mario pero Gonzalo ya tiene quien le apueste: Yo. Me la juego por los 7 partidos (esto implica que Argentina llega a semis), él, antimaradonista de fuerte convicción, dice que perdemos en octavos. Acordamos que si perdemos en cuartos, nadie paga. El premio: una camiseta de River para él, de Huracán para mi. Él dice que el mundial lo gana España. Se la ve bien a la Furia, muy bien. Habrá que ver si pueden romper el maleficio (como lo hicieron en la última Eurocopa) y se sacan el rótulo de pechofríos de encima.

Creo que es un mundial propicio para los equipos sudamericanos. Veo bien a Chile (mejor que nunca, diría), a Paraguay también, aunque no tanto. Uruguay tiene muchos delanteros temibles y su inacabable historia mundialista. Brasil, demás está decirlo, eterno candidato. Y Argentina cuenta con el mejor jugador del mundo y un Nº 9 que está intratable. No sé si las llaves lo permiten, pero de la mano de un latinoamericanismo incipiente en mi corazón, sueño (deseo, anhelo) con un enorme batacazo viendo a los cinco en octavos y por lo menos a cuatro en cuartos. Que así sea.


martes, 23 de marzo de 2010

El chisme

No saben lo que me acabo de enterar...no digan nada, pero...si les cuento algo, ¿no van a decirle a nadie?...

Una institución. Pétrea e imparable. Eso es el chisme de oficina. Estuve recorriendo links en google y encontré muchos sitios que hablan de "cómo parar los chismes de oficina" y me inspiraron los mismos sentimientos que los libros que prometen la fórmula para ser millonarios. Mierda literaria. También vi un par de notas que hablaban de las bondades de los rumores de oficina, de lo necesarios que son para el funcionamiento de cierta dinámica “normal” dentro del trabajo. Sin examinar su rigor científico y más que nada por intuición, comulgo con esa idea.

El chisme forma parte indisoluble de nuestra cotidianeidad, es una necesidad cultural de este lado del Atlántico. De aquél, en algunas partes también. No sé (dudo) si en las oficinas de Japón, Corea del Norte o Bangladesh es tan necesario como lo es para nosotros. Pero acá, sin chisme no hay oficina.

Desde una noticia inofensiva y sin importancia como “che, recién fui a sacar fotocopias y a Silvana se le escapó una teta cuando quiso levantar algo del piso”, hasta los temidos rumores de despidos: “parece que lo echan a Jorge, tiene los días contados”. Pasando por todos los matices y tópicos posibles y atravesando inevitablemente, en forma activa o pasiva, a todos los miembros de una oficina.

Están los desperdigadores, los correveidiles (hermosa palabra en desuso, ¡gracias Quino!) representados en este caso y como ya se imaginarán, por todas las Nellys del mundo. Pero ojo, desmitifiquemos la cuestión genérica: el chisme no es cosa de mujeres. Y están los receptores. Ya sea para dar o para recibir, a todos nos gusta en mayor o menor medida que nos cuenten primicias. Cierto es que a veces por el contenido del chisme, su morbo o mal gusto, nos ponemos reticentes a recibirlos. Pero es la excepción. Cuando a uno le confían un chisme, lo ponen en un lugar de privilegio por lo menos durante unos minutos, hasta que el rumor corra como reguero de pólvora.

Hoy ocurrió. No saben lo que me acabo de enterar...no digan nada, pero...si les cuento algo, ¿no van a decirle a nadie?... Parece que se viene una reducción de personal fuerte. Y me salgo de la vaina por estar entre los elegidos.

Quizás la suerte me ayude.

miércoles, 17 de marzo de 2010

La Política en la Oficina

Defiendo a capa y espada el concepto de que cada acción humana conforma un acto político. Considero esta afirmación como una verdad con status científico aplicable aun a los ciudadanos comunes en su interacción con el medio y el resto de los individuos. Hasta con su propio cuerpo. No hace falta formar parte del Estado ni actuar dirigidos concientemente por la ideología; sostengo irreductiblemente (y no soy el primero ni el último) que cada mínima cosita que hacemos es una mínima cosita política.

Y la oficina, le pese a quien le pese, es un escenario plagado de chicos, medianos y grandes actos políticos. Desde las decisiones que se toman en el directorio de Clarín, hasta las políticas de salud que se deciden en un Ministerio, pasando por la política de dividendos que se lleve a cabo desde un holding extranjero, o las charlas matinales sobre la "inseguridad", "el uso de las reservas" o la imagen de un candidato. Todos son actos políticos, y ya es hora de que empecemos a tomar conciencia, no sólo de que esto es así, sino también de que dichos actos condicionan en mayor o menor medida nuestras pequeñas vidas.

Y tomar conciencia tiene que llevarnos, indefectiblemente, a involucrarnos. Si no lo hacemos, estamos eternamente condenados a ser presa de los caprichos de los Grandes (grupos de poder, aparatos políticos, instituciones policiales del Estado y privadas, etc.). Simplemente por eso, por no ser escalvos concientes de Otros y de nuestra propia abulia. Para poder ser un poco más libres.

Pero más allá de las conceptualizaciones del tema, que son infinitas, me gustaría detenerme en los dos grandes grupos de personas que encontramos en nuestras jaulas laborales: los que se consideran "politizados", y los que se consideran "apolíticos".

Llama la atención que estos últimos suelen autodefinirse como tales y, en general, lo hacen orgullosos y atajándose para que no les pregunten nada, o para dar un marco "aséptico" (porque la política es infecciosa) a alguna opinión -generalmente sin fundamentos- relacionada con la actualidad. Me molestan. Me molesta antes que nada su ignorancia. Su falta de conciencia de lo mencionado en el primer párrafo, pero sobre todas las cosas, su estrechez para incorporar nuevos conceptos, para cambiar de opinión, para abrirse a la idea de que aunque se definan de esa manera, ellos no son apolíticos. Por más que quieran, no pueden. Decir que son apolíticos ya es un acto político, si no les gusta ningún político, o partido, o no se identifican con ninguna ideología o dogma, ya están llevando a cabo un acto político. Decir que son apolíticos es lo mismo que decir que son "aseresvivos". Si lo dicen para evitar polémicas, ese acto de cobradía (o desinterés) también es un acto político. Y por último, si lo dicen porque es lo que heredaron de la puta dictadura militar, crezcan de una buena vez, ¡independícense, carajo! Entiendan esto: que haya muchos políticos que son una basura, unos corruptos, unos chantas o unos holgazanes, no quiere decir que la política sea una mierda. La necesitamos y necesitamos mejorarla día a día porque es la única forma de vivir mejor. La política no se mancha, señores.

En las antípodas están los que siempre, todo el tiempo, sin parar, quieren hablar de política. A veces se les va la mano. A veces se vuelven insoportables. No se puede polemizar la política todo el tiempo. Estén del lado que estén, entiendan que son más las veces que están de acuerdo que las que están en desacuerdo, aun cuando no se dan cuenta. Y por favor, traten de apuntar a desarrollar un criterio propio, formen sus opinones buscando informarse de varias maneras (¡una sola no alcanza!) y siempre piensen qué hay detrás de lo que dijo fulano, quién puede estar bancando a mengano, a qué intereses responde zutano y recién ahí reflexionen, para no opinar como zombies. Esto es aplicable a todos, los de izquierda, de derecha, y de centro también.

Porque a pesar de los esfuerzos de unos cuantos de hacernos creer que las ideologías no existen más, que la derecha y la izquierda son lo mismo, que ya se produjo la muerte de las ideologías, ellas existen y forman parte de nosotros como la sangre. Aunque nos hagamos los boludos y digamos alegremente que somos apolíticos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

20 mujeres para Javier (XI): Cara de corazón

Durante su obligada pausa amorosa, Javo decidió anotarse en un curso de teatro humorístico que empezó el lunes 1º de Marzo, bajo la tutela artística y pedagógica de la actriz Pipi Disti. Siguiendo los consejos de su amigo oficinista, abrió la puerta para ir a jugar y, de paso cañazo, ampliar su cada vez más basta experiencia sentimental.

Dos clases y una reunión llena de pizza y cervezas fueron suficientes para armar el mapa erótico de la región. Tiene tres compañeras mayores que él, dos de la misma edad y seis más jóvenes. Dos divorciadas, cinco en pareja o casadas y cuatro solteras. En cuanto a la competencia, pude notar debajo de su manto de humildad que tiene todas las de ganar, apunte donde apunte.

Y ya apuntó. Ni lerdo ni perezoso, posó sus ojos en Belén. Rubia de 23 años que según parece, tiene un talento innato para hacer papeles de adolescente histérica y bebota en sketchs de corta duración. Reproduzco un fragmento de diálogo en el que Javo me regaló un concepto maravilloso:
J: - Me encanta, es flaca y curvosa, muy simpática y se rie todo el tiempo, pero lo que más me gustó de ella es que tiene cara de corazón.

OA: - ¿Cara de corazón?

J: - Sí, cara de corazón.

OA (después de pensarlo unos segundos): ¿Se lo dijiste?

J: - ¿Eh? Nnn-no, no se lo dije.

OA: - Decíselo.

J: - ¿Por qué?

OA: Porque cuando se lo digas, si se lo decís como corresponde, se va a enamorar. No sé por qué, pero estoy seguro. Si se lo decís, te compro un Guacamole Chicken de Open Kitchen. - Casi escupo un diente cuando quise pronunciar ese trabalenguas.

J: - Bueno, se lo digo y te cuento.

El martes pedimos delivery y tuve que pagarle el sandwich.

Casualmente, Belén vive de camino a la casa de Javo y después de la clase del lunes la llevó hasta su casa. Se contaron sus vidas, todas sus virtudes y algunas de sus miserias. Él elogió sus dotes histriónicos y ella su voz, que parece "de un locutor de Radio Nacional". Así, en pocas cuadras, se subieron al tren de la seducción y halago va, halago viene, Javier encontró la hendija para meter su concepto facial y no la desaprovechó. "A mi me gusta tu cara, ¿sabés por qué? Porque tenés cara de corazón." Belén se quedó sin palabras pero se rió durante un rato, se sentó mirando hacia adelante con una sonrisa tatuada entre sus ventrículos y Javo, que aprendió muy rápidamente los secretos del galanteo, dejó el diálogo apoyado en los puntos suspensivos generados por su piropo. Cuando llegaron a la casa de Belén, ella lo agarró de la nuca y le dio un beso con una pasión que no parecía entrar en su pequeño cuerpo. Le dijo "hasta la semana que viene", porque no va a poder ir a la clase del jueves. Javo, después de ese arrebato, sentía que sus sinapsis liberaban demasiada serotonina para un lunes a la noche.

OA: - Yo soy un boludo importantísimo. ¡El sandwich me lo tendrías que haber comprado vos!

J: - Tomá (sacando una bolsa de Winery que estaba debajo de su escritorio). Te ganaste un buen malbec.


Y sí. Claro que me lo gané.

lunes, 1 de marzo de 2010

Mariano y Lucila (XII): El batacazo.

Mariano quería saber si lo conocía, simplemente eso. Quería sacarse la pequeña duda que le quedaba, aunque en el fondo, después de atar cabos y analizar cada palabra pronunciada por Lucila en Sabático, su certeza era casi absoluta. Sólo necesitaba una confirmación de parte de ella. Pero obtuvo una respuesta fría y cortante: "No quiero hablar más de este tema con vos. Disculpame". Con estas palabras, Mariano cerró el tema Lucila para toda su vida, después de estar ocho años dando vueltas y no concretar. El cierre definitivo de la historia entre Mariano y Lucila, una novela cuyo tema principal sería la cobardía más que el amor, se produjo a mediados del año pasado. Pero para entender el detonante del final, la decisión de Lucila de abandonar el mundo platónico al que se sometió por esperar a Mariano, nos tenemos que remontar a Noviembre de 2008, unos cinco meses antes.

El tipo empezó a mandarle emails en esa época. Todos con la firme inteción de invitarla a salir, todos zalameros, aduladores de sus cualidades. Ella lo rechazó durante tres meses, sesenta días hábiles y trescientos mensajes. Pero un día se cansó. Se cansó de esperar, se cansó de estar sola, y se cansó de no darle la oportunidad que él se había ganado a fuerza de insistencia y de elevar su ego al nivel de las terrazas de las Torres Petronas. Eso, para una chica como ella, fue determinante.
Salieron varias veces, siempre a escondidas. Fueron al cine en Pilar, fueron a cenar, a dos recitales, y a una cata de vinos en el Alvear. Él, sorprendentemente caballeroso, no la avasalló y esperó el momento indicado, pero dejó muy en claro desde el principio que sus intenciones no pasaban por el plano amistoso. Ella lo aceptó y se dejó seducir, contra los prejuicios y los obstáculos que una relación como esa podrían presentarle. En enero se fueron juntos un fin de semana a Valeria del Mar y tuvieron su primer espacio amoroso. Mágico. Lucila tocó el cielo con las manos. No podía parar de reírse por la sorpresa, él acompañó la reacción con chistes que endulzaron el momento aún más. No fueron a la playa en todo el fin de semana y continuaron la relación en Buenos Aires, siempre ocultos, cada vez más enamorados. Todo se mantuvo en secreto hasta diciembre, unos días antes de la fiesta de fin de año. Decidieron irse a vivir juntos y la directiva de la empresa arregló un enroque con un banco grande para solucionar el enorme problema de tener una pareja dentro de la empresa. Dentro de diez días tendremos un compañero nuevo, y perderemos otro. Lo voy a extrañar.

Si bien la relación se mantuvo subrepticia para toda la empresa hasta hace poco, yo me enteré por casualidad hace ocho meses.

En Junio del año pasado tuve un asado en la casa de un amigo, en el barrio de San Cristóbal. Dado que el ritmo de ingesta de vino fue acelerado desde el principio, antes de la provoleta me hice una escapada hasta el supermercado "chino" de la vuelta para incrementar el stock etílico. Llegué a la caja y la chinita se demoraba en cobrarme porque hablaba con el verdulero muy alegremente, con un fuerte acento oriental pero empleando palabras bien proteñas y/o lunfardas. Era muy gracioso escucharla recriminarle con frases como "¡A vos no te gusta tlabajal, vos sos un chanta. Le voy a contal a tu viejo!" Esa demora me abrió las puertas al conocimiento. Cuando me dio el vuelto y encaré la puerta, me los choqué de frente. Venían tomados de la mano.
Los tres nos quedamos estupefactos, el silencio duró dos segundos. Él rompió el hielo con un natural "¿Qué hacés por acá, chavalín?". Me saludó como si nada. Mi reacción fue reirme a carcajadas. No lo podía creer. Les dije: "La verdad, no me lo hubiera imaginado nunca". Lucila se puso colorada y se quedó callada. Él me dijo "¿Viste? Nadie daba dos mangos por mí. ¿No?".

Mario. El de las Bromas Saladas. El bufón. El chistoso de la oficina. La cortejó durante meses y obtuvo su premio. Ella se dejó cortejar y terminó enamorada. Al parecer, Mario es todo un macho alfa que siempre toma el toro por las astas. Arregla los problemas eléctricos, de plomería y gas. Carga todo lo pesado. Cambia la goma del auto como de camisa. Hace los mejores asados y sabe cambiar pañales. No anda con vueltas. Es decidido y sabe bien qué es lo que quiere. Además, siempre logra robarle una sonrisa a Lucila, independientemente del estado de ánimo de ambos. Contra todos los pronósticos, la relación prosperó y los sentimientos mutuos crecieron sostenidamente hasta llegar a la decisión de compartir sus vidas.

Si tuviera que empezar a contar la historia hoy, quizás la titularía de otra manera, la enfocaría desde otro ángulo y terminaría siendo otra historia.
No me esperaba semejante batacazo. Cuando el relato empezó, hace más o menos un año, le decía a Mariano en la entrada "Las cosas que más me molestan": "Dale, flaco. Hace dos eras geológicas que estás recaliente con la piba, ella ya lo sabe, todos acá lo sabemos, su madre lo sabe, el guardia de seguridad lo sabe, Sócrates lo sabe…Dejate de joder y arrancá de una buena vez, porque parecen Mulder y Scully…te la van a birlar, y vas a ir a llorar a la Iglesia Universal del Reino de Dios."

Y así fue nomás. Se la birló el menos pensado.

en breve, el epílogo.