viernes, 25 de junio de 2010

El oficinista paranoico

Hoy les voy a contar un caso de paranoia desencadenada en las instalaciones oficinísticas de un banco en el año 1977. Un ex-oficinista, hoy Licenciado y Profesor de Psicología y a quien considero un mentor y un ejemplo a seguir, me contó la historia al enterarse que existía este blog. Prometió compartir más de éstas pero le pedí que lo haga de a una por vez, para no perder la riqueza de los detalles a la hora de transcribir los relatos para ustedes.

Antes de empezar, les copio un fragmento de la definición de paranoia brindada por wikipedia, así todos sabemos de qué estamos hablando:

La paranoia es un término psiquiátrico que describe un estado de salud mental caracterizado por la presencia de delirios autorreferentes.


Más específicamente, puede referirse a un tipo de sensaciones angustiantes, como la de estar siendo perseguido por fuerzas incontrolables (manía persecutoria), o ser el elegido para una alta misión, como la de salvar al mundo (delirio de grandeza o grandiosidad, atribuido por algunos estudiosos a determinadas personalidades dictatoriales y gobiernos).

La paranoia se manifiesta igualmente en los delirios por celos, en el delirio erotomaníaco, el delirio somático, etc. Es un trastorno de tipo crónico, con mayor o menor virulencia ocasional.


Norberto trabajó en la sucursal de la calle La Rioja y Rondeau del extinto Banco de Italia desde el año 1969 hasta el día de su muerte. Estudió mecanografía en las academias Pitman y su trabajo consistía en transcribir a máquina varios tipos de formularios completados a mano por los clientes: aperturas de cuentas, solicitudes de cajas de seguridad, de préstamos y de tarjetas de crédito, entre otros.

Se tomaba el 65 todos los días desde su casa en Caballito y disfrutaba de mirar el paisaje urbano por la ventanilla mientras los demás leían el diario.

Un día lluvioso del triste invierno de 1977 llegó al banco más temprano que de costumbre y se encontró con un espectáculo aterrador: todas las sillas de los escritorios estaban cambiadas de lugar. La suya en el de Clotilde, la de Ferreyra en el de Nöllmann, la de Albónico en el de Codeseira, y así sucesivamente. Norberto se quedó estupefacto observando el tenebroso escenario durante varios minutos hasta que entendió todo: el cambio de lugar de las sillas fue hecho a propósito. Fue a propósito y dirigido a él. Sintió náuseas, y a medida que sus compañeros iban llegando y se sentaban en las sillas de otros sin el menor atisbo de asombro, empezó a sentirse ahogado, le faltaba el aire y transpiraba a mares. Le pidió permiso al Gerente de la sucursal y se fue a su casa. Pasó varios días sin volver y por consejo del visitador médico que le mandó el banco, fue a ver a un Psiquiatra. A partir de ahí comenzó a visitarlo regularmente y a tomar medicación para estabilizarse y volver a sus actividades regulares.

Lo que ocurrió fue lo siguiente: se dio cuenta de que había un complot en su contra. Sus compañeros, dirigidos por el Gerente de la sucursal, se pusieron de acuerdo contra él. Querían volverlo loco y cada día encontraba una prueba de ello, una vez advirtió que la carpeta del cliente Colautti estaba después de la de Colombo, cuando debía estar antes. Lo habían hecho a propósito. Otro día Nöllmann le pidió la abrochadora y no se la devolvió. Cuando la fue a buscar, la encontró después de una hora de revolver todo en el escritorio de Costamagna. Cuchicheaban y se reían todo el tiempo y era evidente que hablaban de él, lo gozaban. Pasó mucho tiempo para darse cuenta por qué lo hacían: el Gerente de la sucursal lo odiaba y armó toda una red de súbditos que obedecían sus órdenes .

En sus viajes en el 65 empezó a notar que en los carteles de varios comercios de la Avenida La Plata había mensajes amenazantes para él. Uno de ellos era tan obvio que se sorprendió de no haberlo notado antes: la mercería Teté, el almacén Avalos, el kiosco Sarita, la carnicería El matarife..."Te va a matar". Era evidente que el mensaje estaba dirigido a su persona y que el que lo iba a matar era el gerente. Lo que le llamaba la atención era el poder de esa gente, que se compró todos esos locales sobre la avenida para amenazarlo a él. Los delirios de persecución no remitieron pero Norberto nunca mostró signos de peligrosidad, ni para él ni para los demás, por esta razón y por la eficiencia intacta de su desempeño laboral siguió concurriendo al banco cotidianamente, a sabiendas del complot contra él pero con la ventaja de saberlo todo sin que los demás estuvieran enterados de su conocimiento del tema. Él hacía como si nada, pero los tenía a todos vigilados.

El comienzo de fin fue el descubrimiento de los mensajes cifrados que le mandaba el gerente en los formularios de los clientes. Todos tenían uno. Le contó a su psiquiatra que en la solicitud de chequera del cine Rivas el gerente le decía "vas a hacerlo vos solo", en clara referencia a su muerte. En el formulario de apertura de cuenta corriente de la tintorería La Fama le mandó una orden que rezaba "abajo del 188", según él, para que se tire abajo del colectivo. El aumento de la dosis de su medicación no fue suficiente para evitar la tragedia y el 22 de Abril de 1980 Norberto, agobiado y oprimido por la creciente persecución que sufría, terminó cediendo a las órdenes secretas del gerente de la sucursal y puso fin a su vida entre las ruedas del interno 44 de la línea 188, cuyo chofer, al enfrentarse cara a cara con la muerte, tuvo un ataque de catatonía y fue internado de inmediato.




Muchas estimaciones indican que aproximadamente el 2% de la población padece de algún tipo de psicosis y que más de la mitad desconoce su trastorno. Esto significa que -en promedio y con las salvedades correspondientes- hay por lo menos un psicótico en cada oficina de cincuenta personas.



6 comentarios:

  1. Dios mio, tengo miedo! En mi oficina somos 4... y tengo dos candidatas. Hay sobre(r)representación de candidatos al brote (psicótico).

    Igual, es un poco triste la historia. Como dice Harrison, "It's all in your head". No vivimos en la realidad, vivimos en la cabeza. A veces son lugares parecidos, a veces no, pero nunca son iguales.

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  2. ¿Justo ahora me venís a contar esto? ¿Justo ahora que había dejado atrás el riesgo de ser yo el único candidato?
    Muy bueno el mensaje subliminal a la 8va.

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  3. Jaja,
    Como decía una ex compañera de trabajo "que seas paranoico no quiere decir que no te persigan" JAJA. Frase de paranoico, si las hay.

    En mi rubro, sospecho que si no sos un poco psyco, no entrás.ç

    Así que yo le doy gracias a dios por el psicoanalisis.

    Salutti

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  4. Dale gracias a Freud, Pip. A él le debemos un poquito de la poquita salud mental que tiene la cultura occidental.

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  5. Una amiga de mi vieja, estaba casada con un tipo que decía que lo perseguían para matarlo porque una vez le había enviado un proyecto de ley a Perón y el general le había enviado una nota agradeciéndole (Lo cuál era cierto porque yo ví la carta enmarcada)
    La cuestión es que el tipo era perfectamente normal (a simple vista) pero a la mujer la volvía loca.
    Le decía que tenía que comprar siempre en distintos lugares y lejos del barrio, que cuándo eligiera no sacara la vista de la mercadería y señalara con el dedo, exactamente lo que quería.
    Al hijo, un imbécil de 18 años, también lo tenía oprimido porque decía que era "un ser especial" (y el pelotudo se lo creía y era un pendejo arrogante insoportable que decía que se volteaba a todo el mundo porque: "Era especial")
    La cosa es que lamentablemente, estos personajes a veces tambien enloquecen a otros...
    Difícil el tema... y tengo muchos más

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  6. Yo, para evitar eso, le puse un cartelito a MI silla con MI nombre... =))))

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