El año pasado observé por primera vez que el índice de rotura de bolas, sufrido por acción directa de compañeros de trabajo a la vuelta de las vacaciones, es una función dependiente de varios factores entre los que se destacan el nivel promedio de envidia imperante (que puede considerarse una constante), la distancia del lugar elegido para vacacionar, y el presupuesto necesario para acceder al mismo. Obviamente, a mayor distancia y/o mayor presupuesto, más grande será la hostilidad encubierta a la que nos condenamos, muchas veces sin saberlo, al elegir un destino para nuestro recreo anual.
R = f (d; m; k)
La función que se me ocurrió formular (mejorable y extensible ad infinitum) es:
R = (D * M) / (1.000.000 km*$)
Siendo:
R = nivel de rotura de bolas, número sin magnitud.
D= distancia entre la oficina y el lugar de vacaciones, en kilómetros.
M = monto de dinero a gastar (total) para dichas vacaciones, en Pesos.
Para que el número resultante tenga sentido, es necesario armar una escala que será propia para cada lugar de trabajo y que dependerá de “k”, esa constante relacionada con la envidia general de la oficina. En criollo, no es lo mismo un 3 en la escala de rotura de bolas en una oficina afable, que el mismo resultado en un lugar con mayor nivel de animadversión. Cuanto más grande sea k, mayor será el número R necesario para considerar que nuestra paciencia se verá afectada. En mi oficina (alto nivel de k), la escala es la siguiente:
0 < R < 1= nivel de rotura de bolas muy bajo. Dos semanas de boludeo aseguradas gracias a la pena que uno le inspirará a sus compañeros.
1 < R < 5 = nivel bajo. Una semana tranquila y luego se incrementará el nivel de hinchapelotez paulatinamente.
5 < R < 10 = nivel medio. Deberá entrar en ritmo lo antes posible para evitar síntomas tales como la acidez estomacal y los dolores de cabeza.
10 < R < 20 = nivel alto. Horas extras asoman en su horizonte. No deje para mañana lo que pueda hacer el día previo al inicio de sus vacaciones.
20 < R < 100 = nivel muy alto. Reunión maratónica el día del regreso asegurada. Reemplazos de compañeros ausentes a la orden del día. Despídase de su vida sexual por un mes.
100 < R < infinito = nivel insoportable. Podría considerar negociar un retiro voluntario, hacerse despedir disimuladamente o, en caso de seguir, ir al psiquiatra para que le recete de antemano una muy alta dosis de clonazepam o una droga de similares características.
Van tres ejemplos para clarificar el teorema:
Nelly se fue a la casa de los suegros en Santa Teresita. Calculado a grandes rasgos, soportó un amable 0.81 en el índice de rotura de bolas, dado que esa ciudad balnearia de la costa bonaerense está a 324 km de la oficina y no son necesarios más de dos mil quinientos pesos para tener un buen descanso si no se debe rentar una casa o pagar un hotel.
Cristina decidió alquilar un chalet en Cariló. Si bien la distancia es similar (402 km.) la erogación fue de aproximadamente unos dos mil pesos diarios. Así fue como debió someterse a un 12.06 en la escala aquí presentada.
Hace unos cuantos meses, cuando empecé a planear mis vacaciones al Viejo Continente, sabía que a mi retorno iba a tener que aguantar estoicamente cualquier tipo de planteos irrisorios, solicitudes de informes grotescos, pedidos de favores absurdos y caras de culo gratuitas, porque calculé mi R y me dio 352.
Así es que acá estoy de regreso, contestando la hostilidad de los Otros con una cordial sonrisa y esquivando los navajazos de envidia con los hermosos recuerdos de este viaje inolvidable, una cinta roja atada al cable del mouse y, por las dudas, un par de rivotriles que me convidó mi tía Fanny.
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