miércoles, 13 de mayo de 2009

Mariano y Lucila (III)

Aquél almuerzo resultó un mazazo descomunal para las intenciones amorosas de Mariano. Sus chances menguarían a casi cero: Lucila se iba a casar con Bruno, su eterno novio, dentro de diez meses.
Mariano se mostró levemente sorprendido, tratando de parecer natural y disimular esa pequeña puñalada en la tráquea que sentía cada vez que algo no le salía bien. La chica nueva le gustaba aún más de lo que pensaba. Pero, salud mental mediante, se la sacaría de la cabeza y del corazón rápidamente y a otra cosa mariposa. De todos modos, escuchó estoicamente el relato de Lucila sobre su historia con Bruno, rió internamente cuando se enteró que era portero de un boliche de moda ("¿qué hace esta obra de arte con un patova?") e inmediatamente se sintió peor por creerse mejor y no tenerla. Volvieron a la oficina y trató de concentrarse en su trabajo y en preparar el material del próximo examen de Cuentas Nacionales que tendría la semana siguiente con Dorín.

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Los meses siguientes fueron un largo tormento. Su interés por Lucila crecía en contra de su voluntad y de sus esfuerzos por desplazarla de su alma. Se subió al tren nocturno porteño y conoció una docena de chicas con las que llegó a la cama, sin repetir el encuentro con ninguna de ellas. Se aburría antes de consumar cada conquista y hasta llegó a pronunciar dos veces el nombre de su secreto objeto de deseo por error. Paralelamente, Lucila planificaba su fiesta en la oficina y a viva voz solicitaba consejos e información a todo aquél que pudiera. El preferido a la hora de pedir una opinión, sin que ella imaginara que deshilachaba su estado de ánimo, era Mariano. Él trataba de equilibrar su conflicto y darle algún que otro tip, pero siempre encontraba alguna excusa para no prolongar demasiado el momento. Casi se agarra a trompadas con Mario un día que lo vio acercarse a Lucila y decirle al oído que estaba dispuesto a ayudarla con la despedida de soltera, solapando el verdadero motivo de encono con una discusión futbolera ridículamente exagerada y propuesta adrede para no desnudar sus verdaderos sentimientos.
Tres semanas antes del casamiento, al que acudiría toda la oficina con excepción de Richard, que nunca se presentaba en un evento social de sus empleados, Mariano decidió renunciar. Dejar de verla se había convertido en la única vía de escape, la única forma de remendar su corazón hecho jirones. Le anunció por teléfono la decisión tomada a Fede, su mejor amigo, quién lo apoyó sin vacilar y lo invitó a ese boliche de moda para ahogar sus penas en alguna sustancia prohibida.
Durmió una siesta reparadora acunado por una sensación de tranquilidad que hacía mucho tiempo que no experimentaba. Cenó frugalmente y se lookeó bien, muy bien. Presentía que esa sería una linda noche, pero los acontecimientos que luego se sucedieron superaron todas sus expectativas y produjeron un giro dramático a todo lo que hasta ahí estaba planteado.


8 comentarios:

  1. Uh... yo pensé que luego de ese almuerzo venía telo y el penoso romance oficinesco con idas y vueltas y peleas...

    Se puso mas interesante aún el asunto!

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  2. bueno ahora algo mas paso... entonces mas que calentura parece enamoramiento!
    pero despues de 8 años sigue enamorado?? mmmm es mucho...

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  3. Es lo mismo que le vengo diciendo desde el 2004

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  4. YYYYYYYY QUE MASSS ??? QUE INTRIGAAAAA! JAJAJAJA CONTINUA NO ?

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  5. Chan!!!!!!!!!!!!!!!!!!! se la encontró a Lucila en el boliche???? O Bruno con otra???

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  6. si que bruno este con otra, jaja!!

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