La oficina es un sitio generador de situaciones embarazosas, suele haber mucha gente y el grado de relación entre los miembros es tal que deja el terreno preparado de manera ideal para que, en caso de ocurrencia de hechos avergonzantes, el perpetrador sienta un calor bochornoso. Digo esto porque (en general) no suele haber una confianza que permita el laissez faire y cuando existen agentes de noticias de pequeñas desgracias, lo sonrojante corre como reguero de pólvora y en un abrir y cerrar de ojos todos se enteran del infortunio y su dueño.
Como aquel día en que Hugo fue al baño. Sabido era entre los hombres de la oficina que al aprestarse a orinar en los mingitorios, por gusto o necesidad, acompañaba su meada con ruidosas y repetidas flatulencias. Mario, tarea de inteligencia mediante, lo registró con una vieja y pequeña grabadora en su bolsillo para luego, al difundir el documento sonoro, deleitarse con las caras de asco de las oficinistas que hasta ese momento ignoraban esa cotidiana situación. Hugo renunció a los pocos días y se fue a Tandil, donde hoy vive feliz junto a su familia.
En mayo del año pasado, Paula tuvo la desgracia de indisponerse fuera de fecha, y su pantalón blanco la delató frente a todo el Directorio de la empresa cuando fue a buscar un vaso de agua en plena reunión. Volvió con un sweater atado a la cintura y, como dicen los manuales, hizo como si nada hubiera pasado. Pero la noticia llegó a oídos de todos y del tema se sigue hablando como si hubiera ocurrido ayer.
El Presidente de la Compañía, Mr. Richard, es un pollerudo famoso. Mientras todos nosotros nos entregamos al inevitable "sí-richardismo" día tras día, su madre y su esposa no tienen reparos a la hora de reprocharle lo que esté a la orden del día por teléfono, fax, email o (lo vergonzoso) personalmente y delante de quien esté dispuesto a escuchar.
Nelly, que por momentos parece padecer un alto grado de sociopatía que inhibe su capacidad de sentir pudor, tropezó y se cayó de boca, su corta pollera quedó dada vuelta sobre su espalda y varios de nosotros nos aterrorizamos al ver durante unos tres segundos su horrenda bombacha del tamaño de mis bermudas. Por suerte se sintió muy avergonzada (y dolorida), asumo que no volveré a presenciar una escena tan violenta para el buen gusto y la libido masculina.
Sin abordar situaciones decorosas laborales, me despido hasta la semana que viene aconsejando a todos los que lean este post que nunca pierdan la virtud de sentir vergüenza, porque un gas se tira cualquiera, pero volver a hacerlo con despreocupación, es mucho peor. En serio. Está mal visto.
Como aquel día en que Hugo fue al baño. Sabido era entre los hombres de la oficina que al aprestarse a orinar en los mingitorios, por gusto o necesidad, acompañaba su meada con ruidosas y repetidas flatulencias. Mario, tarea de inteligencia mediante, lo registró con una vieja y pequeña grabadora en su bolsillo para luego, al difundir el documento sonoro, deleitarse con las caras de asco de las oficinistas que hasta ese momento ignoraban esa cotidiana situación. Hugo renunció a los pocos días y se fue a Tandil, donde hoy vive feliz junto a su familia.
En mayo del año pasado, Paula tuvo la desgracia de indisponerse fuera de fecha, y su pantalón blanco la delató frente a todo el Directorio de la empresa cuando fue a buscar un vaso de agua en plena reunión. Volvió con un sweater atado a la cintura y, como dicen los manuales, hizo como si nada hubiera pasado. Pero la noticia llegó a oídos de todos y del tema se sigue hablando como si hubiera ocurrido ayer.
El Presidente de la Compañía, Mr. Richard, es un pollerudo famoso. Mientras todos nosotros nos entregamos al inevitable "sí-richardismo" día tras día, su madre y su esposa no tienen reparos a la hora de reprocharle lo que esté a la orden del día por teléfono, fax, email o (lo vergonzoso) personalmente y delante de quien esté dispuesto a escuchar.
Nelly, que por momentos parece padecer un alto grado de sociopatía que inhibe su capacidad de sentir pudor, tropezó y se cayó de boca, su corta pollera quedó dada vuelta sobre su espalda y varios de nosotros nos aterrorizamos al ver durante unos tres segundos su horrenda bombacha del tamaño de mis bermudas. Por suerte se sintió muy avergonzada (y dolorida), asumo que no volveré a presenciar una escena tan violenta para el buen gusto y la libido masculina.
Sin abordar situaciones decorosas laborales, me despido hasta la semana que viene aconsejando a todos los que lean este post que nunca pierdan la virtud de sentir vergüenza, porque un gas se tira cualquiera, pero volver a hacerlo con despreocupación, es mucho peor. En serio. Está mal visto.
Este es el Top Tres de cosas bochornosas que pasaron en mi oficina:
ResponderEliminarPuesto N°3:
Tengo un pantalón al que se le baja el cierre. Una vuelta estuve paseando mi bombacha turquesa con lunares rosas por toda la oficina. Tambien recorrí toda capital en subte, en hora pico mostrando mis "virtudes", hasta que me avivé...
Puesto N°2:
Mi compa la gordita se largó un eructo graciosamente sonoro mientras hablaba de balances con el dueño.
Puesto N°1:
El hijo del dueño apestó toda la oficina con olor a flatulencia un día que se sentía mal de la panza.
Lo peor no era eso, si no que se hacía el idiota y se paraba al lado de otro para echarle la culpa!!!
jajajaja
La vergüenza pasa en las mejores oficinas....
Saludos oficinista!
A esta altura podés hacer un libro relatando estas cosas eh... si lo hacès quiero un porcentaje por la idea jajajaj
ResponderEliminarabrazo!
Loli, tu ranking se hermana perfectamente con el post. Confirmo que no sólo en mi oficina pasan este tipo de cosas...
ResponderEliminarGus, la idea está rondando. Probablemente en algunos meses (o un par de años) haya novedades.
En mi caso mi jefa, cuando nos explica alguna tarea, arranca aproximadamente con el nacimiento de la contabilidad alla por el 1800, imaginense LO QUE TARDAAAA en llegar a un importación de bienes de uso, o a un calculo de costo de mercaderia vendida, puede llevar como minimo una mañana completa, que pasa entonces ???? a mi se me empiezan a dormir las extremidades, para luego notar que mis ojos quiere cerrarse, trato de concentrarme 100% en no cerrarlos, de hecho es en lo unico que pienso durante la charla, un dia se cerraron, nos miramos y nos reimos, pero igual yo creo que nunca lo va a olvidar ella y yo menos jajajaja.
ResponderEliminarTambien cabecie en una videoconferencia con brasil, jajajaja, tengo una tema con el sueño.
Saludos !!!
CE, un consejo: para las reuniones en las que te dormís, usá pastillas de mentol o algo más fuerte. Te metés una en la boca y te mantenés despierta hasta unos minutos después de consumirse por completo. Si eso no funciona, podemos pasar a métodos menos legales pero más efectivos.
ResponderEliminarjajajaja
ResponderEliminarEl método de la pastilla funciona!
Probá con lad DRF de mentol...
Y si las mezclas con café, mejor!
Saludos!