Empecé a diagramar una mitología oficinística y la estoy plantenado al revés de las preexistentes. Al revés del pepino. (Me gusta decir "al revés del pepino" aunque no le veo ningún sentido...¿dónde está el revés de un pepino, del lado de adentro de la cáscara? ¿O es simplemente una cuestión morfológica? ¿Será entonces "onipep" el revés del pepino? ¿O será que hacer las cosas al derecho es hacerlas como el pepino y cuando hacés las cosas al revés las hacés al revés del pepino? En fin...)
La mitología:
El ser supremo, el dios, no va a ser una personalidad de mi agrado, ni alguien que brinde paz espiritual o nos dé una idea de totalidad y omnipotencia como los dioses conocidos. Al contrario, será alguien oscuro, aburrido, sin imaginación, que goce con la sola existencia del "mundoficina"; y será adorado por aquéllos que disfrutan de servir a la burocracia. Un ser triste y con un alma muy pequeña, pero con un no-sé-qué que lo constituya como líder supremo de los oficinistas practicantes.
No es nada fácil deificar esas características, pero hurgando entre las distintas posibilidades se me ocurrió que el dios de los devotos del oficinismo va a ser este mamerto.
El "anticristo", en cambio, debe ser alguien libre de espíritu, creativo, soñador, iluminado. Alguien que al ser mencionado nos transporte a un paisaje puro y bucólico, lleno de verde, flores, cascadas naturales con agua cristalina, el canto de muchos pájaros con ton y son y gente relajada usando túnicas blancas y nada abajo.
Luego de pensarlo un rato, llegué a la conclusión de que el último profeta de la Tierra es la antítesis del mundo oficinístico y será el Ángel Caído de esta nueva mitología.
El ser supremo, el dios, no va a ser una personalidad de mi agrado, ni alguien que brinde paz espiritual o nos dé una idea de totalidad y omnipotencia como los dioses conocidos. Al contrario, será alguien oscuro, aburrido, sin imaginación, que goce con la sola existencia del "mundoficina"; y será adorado por aquéllos que disfrutan de servir a la burocracia. Un ser triste y con un alma muy pequeña, pero con un no-sé-qué que lo constituya como líder supremo de los oficinistas practicantes.
No es nada fácil deificar esas características, pero hurgando entre las distintas posibilidades se me ocurrió que el dios de los devotos del oficinismo va a ser este mamerto.
El "anticristo", en cambio, debe ser alguien libre de espíritu, creativo, soñador, iluminado. Alguien que al ser mencionado nos transporte a un paisaje puro y bucólico, lleno de verde, flores, cascadas naturales con agua cristalina, el canto de muchos pájaros con ton y son y gente relajada usando túnicas blancas y nada abajo.
Luego de pensarlo un rato, llegué a la conclusión de que el último profeta de la Tierra es la antítesis del mundo oficinístico y será el Ángel Caído de esta nueva mitología.
Oficinistaaburrido, para mí este es el post más lindo de todos. Por que imaginar cosmogonías nuevas, inventar mundos, es escapar del que han inventado por nosotros, aunque sea un poco. Así que me gustaría saber más de esta mitología, que está nuevita.
ResponderEliminarTengo evidencia física que respalda esta cosmogonía. No deja logar a dudas. Es mas contundente que si mañana se desenterrara en Arca de Noe, con fosiles y todo, en las excabaciones del subte F.
ResponderEliminarMe pasó lo siguiente: Di click en el link del Dios, y aparecio la lastimosa imagen.
Luego clickié en el Anticristo, lleno de ansiedad y expectativa. En lugar de la brillante imagen que esperaba, el navegador me informó:
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Un escalofrío recorió mi espalda. Tuve que voltearme. Sentía el peso la mirada de Big Brother sobre mi hombro...
Cielos, Fede. No sos el primero al que le ocurre.
ResponderEliminarYa cambié el link para que lo puedas ver.
He descubierto que amo tirar avioncitos de papel desde la ofi.
ResponderEliminarEl mejor se mantuvo en el aire 25 segundos.
25 segundos?? Pero desde qué piso lo tiraste???????
ResponderEliminarMás o menos desde 40 metros.
ResponderEliminarSiempre hecho con hojas A4, y con material fallido que no permita identificar la institución.
Caso contrario me colgarían de las bolas.