miércoles, 11 de noviembre de 2009

Maldición, va a ser un día hermoso

Miro por la ventana y me quiero matar. Sé que a muchos de ustedes les debe estar pasando algo parecido. Nuevamente me dejo embargar por los por qué, por qué esta profesión aburrida, por qué no me tomé en serio el sueño de mis diez años de edad de ser tenista (o profesor de tenis), o por qué no elegí cualquier otra profesión que me permita disfrutar de este clima maravilloso que nos regala la mitad de la primavera.

En cambio, tengo que soportar -un año más- pasar las mejores horas del día encerrado en esta jaula llena de gente extraña y más aburrida que yo, que dice "¡qué lindo día!" como si estuvieran en la playa...a mi, en cambio, la oficina me dio la posibilidad de darle un sentido a la frase ricotera del título del post, que antes de oficinearme no tenía. Cada vez que amanezco (de lunes a viernes) con un día soleado, pienso lo mismo: el Indio tiene razón.

Sin embargo, cuento con dos atenuantes: el primero debo agradecérselo no sólo al clima, sino también a los publicistas de Ibu Evanol, de desodorantes para chicas, de protectores diarios, de perfumes y de tampones. Y más que a todos ellos, a las chicas que pululan por las calles microcéntricas con su belleza, su femeneidad y su caminar alegre emulando publicidades aunque nadie las esté filmando. El segundo es más personal: los días así son condición suficiente para que mi friolenta compañera (aunque oficinista ella también) sea feliz y luzca más hermosa que nunca. Y eso, a pesar de mi mal humor interrumpido y momentáneo, me pone contento.


4 comentarios:

  1. Concéntrese en las atenuantes entonces.

    ¡Qué buen tema!

    Saludos

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  2. A falta de libertad, viva la combinación: Aire acondicionado fuerte con musculosa blanca!!

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  3. Hace un tiempo atrás fuimos a una reunión en las oficinas de un cliente. Cuando volvíamos, a eso de las tres de la tarde vi sorprendido gente siendo feliz caminando por la calle con el sol que pegaba de forma perfecta, paseando, siendo libre... y yo en el auto llendo de una oficina ajena a la propia, de la cual saldria casi cuatro horas después cuando el sol ya se había ido. Ese día me sentí muy miserable... MUY miserable.

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  4. Odio mi profesión, cada vez que hay un dia asi le digo a mi compañera porque no soy botinera jajajajajaja, no, contadora, y la re put que lo pario.

    Siempre quise ser veterinaria, y no se porque me hice contadora, ahora paso siempre por una y lo sigo pensando, que maldicion mas maldita.

    Saludos para todos.

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