"Lo del fin de semana con Viviana fue muy bueno, pero lo que me pasó anoche, sin llegar tan lejos, fue mucho mejor", me dijo esta mañana Javier mientras yo me preparaba el mate y él, un café.
Pero vamos por orden cronológico.
El viernes pasado salió con Viviana, la morocha bancaria separada, y fueron a Cenar a Crizia, un delicado restó de Palermo Soho recomendado por mí (quizás se me fue un poco la mano con el ambiente de intimidad para una primera salida, pero los resultados me avalan). Según me contó, a duras penas se pudo presentar. El encuentro estuvo signado por un soliloquio interminable de ella y mucho sexo durante todo el fin de semana en su departamento del barrio de Belgrano. Un sexo abrasador y agotador, casi tan agotador como su forma de hablar. Le contó toda su infancia, su adolescencia, los novios que tuvo en esa época, de su ex-marido, de sus días en la facultad repletos de anécdotas con cientos de apellidos de profesores y compañeros y le habló de sus cuatro días de militancia en Franja Morada como si hubiera sido una guerrillera. Pero, por suerte para Javier, fue más el tiempo que le dedicaron al amor carnal que a la perorata estrogenaria. El lunes pasado me contó:
-Te juro que nunca conocí a alguien que hablara tanto. Mirá que yo intenté meter bocadillos, pero era imposible. En cuanto le enganchaba un "ah, qué casualidad, yo también tengo una armónica australiana" me contestaba con un '"¿ahá?" y seguía con su discurso como si yo no hubiera dicho nada. Ni Fidel habla tanto. Te puedo recitar de memoria el nombre de todas sus amigas y sus situaciones sentimentales, y sobre todo, cuántos hijos tiene cada una. Me taladró el oído interno...Pero qué manera de garchar. Me duele todo.
- ¿En qué quedaron?
- Ella viaja esta semana a Santiago de Chile por trabajo y vuelve el lunes. Igual estuvimos intercambiando emails, en uno me puso que la pasó muy bien, pero me llama la atención la frialdad con la que me habla después de la fogosidad del fin de semana. De todos modos quiere que nos veamos de nuevo apenas aterrice, así que la voy a volver a ver.
- ¿Pero vos querés?
- Sí...sólo tengo que encontrar la manera de hacerla hablar menos.
Pasó una semana cargada de trabajo, respondiendo requerimientos de los auditores internos de IT, y esta mañana volvimos al tema:
- ¿Qué te pasó anoche?
- Fui al cine a ver "El secreto de sus ojos" y a la salida tuve una aparición divina. Mi hermana mayor tiene una amiga que se llama Carolina, que conozco desde que tengo once años. Fue mi musa inspiradora adolescente, estuve silenciosamente enamorado de ella durante años. Se casó joven y tuvo dos hijos y, según me había contado mi hermana, se separó del marido porque le pegó estando borracho a la salida de un casamiento. Charlamos media hora de ella, de mi y de mi hermana, habían perdido el contacto desde que se fue a Venezuela aunque me dijo que hace poquito la contactó por Facebook. Y nos despedimos con un abrazo que me dejó tecleando. Ahora mismo la voy a buscar y le mando un mensaje. Quiero a esa mujer en mi cama.
- ¡Pará, Sandokán! ¡Te va a dar un ACV si seguís así!
- Es que le estoy agarrando el gustito...
Hace cinco minutos, mientras terminaba de escribir, me mandó un email diciendo "Listo, el fin de semana vamos a tomar un café. ¿Tenés un lugar para recomendarme?"...
Pero vamos por orden cronológico.
El viernes pasado salió con Viviana, la morocha bancaria separada, y fueron a Cenar a Crizia, un delicado restó de Palermo Soho recomendado por mí (quizás se me fue un poco la mano con el ambiente de intimidad para una primera salida, pero los resultados me avalan). Según me contó, a duras penas se pudo presentar. El encuentro estuvo signado por un soliloquio interminable de ella y mucho sexo durante todo el fin de semana en su departamento del barrio de Belgrano. Un sexo abrasador y agotador, casi tan agotador como su forma de hablar. Le contó toda su infancia, su adolescencia, los novios que tuvo en esa época, de su ex-marido, de sus días en la facultad repletos de anécdotas con cientos de apellidos de profesores y compañeros y le habló de sus cuatro días de militancia en Franja Morada como si hubiera sido una guerrillera. Pero, por suerte para Javier, fue más el tiempo que le dedicaron al amor carnal que a la perorata estrogenaria. El lunes pasado me contó:
-Te juro que nunca conocí a alguien que hablara tanto. Mirá que yo intenté meter bocadillos, pero era imposible. En cuanto le enganchaba un "ah, qué casualidad, yo también tengo una armónica australiana" me contestaba con un '"¿ahá?" y seguía con su discurso como si yo no hubiera dicho nada. Ni Fidel habla tanto. Te puedo recitar de memoria el nombre de todas sus amigas y sus situaciones sentimentales, y sobre todo, cuántos hijos tiene cada una. Me taladró el oído interno...Pero qué manera de garchar. Me duele todo.
- ¿En qué quedaron?
- Ella viaja esta semana a Santiago de Chile por trabajo y vuelve el lunes. Igual estuvimos intercambiando emails, en uno me puso que la pasó muy bien, pero me llama la atención la frialdad con la que me habla después de la fogosidad del fin de semana. De todos modos quiere que nos veamos de nuevo apenas aterrice, así que la voy a volver a ver.
- ¿Pero vos querés?
- Sí...sólo tengo que encontrar la manera de hacerla hablar menos.
Pasó una semana cargada de trabajo, respondiendo requerimientos de los auditores internos de IT, y esta mañana volvimos al tema:
- ¿Qué te pasó anoche?
- Fui al cine a ver "El secreto de sus ojos" y a la salida tuve una aparición divina. Mi hermana mayor tiene una amiga que se llama Carolina, que conozco desde que tengo once años. Fue mi musa inspiradora adolescente, estuve silenciosamente enamorado de ella durante años. Se casó joven y tuvo dos hijos y, según me había contado mi hermana, se separó del marido porque le pegó estando borracho a la salida de un casamiento. Charlamos media hora de ella, de mi y de mi hermana, habían perdido el contacto desde que se fue a Venezuela aunque me dijo que hace poquito la contactó por Facebook. Y nos despedimos con un abrazo que me dejó tecleando. Ahora mismo la voy a buscar y le mando un mensaje. Quiero a esa mujer en mi cama.
- ¡Pará, Sandokán! ¡Te va a dar un ACV si seguís así!
- Es que le estoy agarrando el gustito...
Hace cinco minutos, mientras terminaba de escribir, me mandó un email diciendo "Listo, el fin de semana vamos a tomar un café. ¿Tenés un lugar para recomendarme?"...
como agarro el ritmo javo, increible..
ResponderEliminarque lugar recomendaste?
esperemos q el lunes traiga buenas noticias
Nunca pensé que el sexo sin compromisos pasando los treinta, fuera tanto más fácil que el de los veintantos...
ResponderEliminarBien por Javo! Bien por esas mujeres que hacen lo que tienen ganas y se la re bancan!
Guardaaaa que viene un bidon, me va a agarrar un ACV, llamen a un urologoooooooooooooooooo, IIIIIGGGNACIOOOOOOOOOOOOOOO!...jajajajaja peter capusoto !
ResponderEliminarSaludos para todos!
Buen finde.
Y si...
ResponderEliminarafter 30's es easier and better...
Bien Javo... ojo con el gustito dulzon, que puede empachar...
;)
(me suena... me suena...).
Excelente!