Nunca me llevé bien con las entrevistas y pocas veces con los entevistadores. Conozco gente a la que le encanta ser entrevistada, un poco por narcisismo y otro poco porque son la puerta de entrada a nuevo trabajo. Digo narcisismo porque para el ciudadano raso, alejado de la farándula o de la vida pública, es la única chance de ser protagonista de un reportaje: en la entrevista podemos estar horas hablando de nosotros mismos sin saber nada del otro, así como el reporteado nada sabe del reportero. Y nos preguntan de todo...
El problema de las entrevistas radica muchas veces en su contenido, otras en las formas y muchas en los entrevistadores. Y luego de haber atravesado no menos de cien a lo largo de mi vida laboral, recogí algunas situaciones dignas de ser contadas en el blog:
1) Una vez, a mediados de la década de los '90, tuve una entrevista en el Banco de Quilmes. (q.e.p.d.) recomendado por uno de mis profesores. La entrevistadora (una especie de Señorita Rottenmayer pero con escote) me preguntó "cómo es un día normal en tu vida". Seleccioné todas las acciones rutinarias y planas de mi cotidianeidad y se las listé ordenadamente. Me preguntó si hacía otras actividades y se me ocurrió decirle que iba a la cancha a ver a mi equipo, pensando que iba a ser el fin del tema y pasaríamos a cuestiones relacionadas con mis aptitudes, pero no. Quiso saber de qué cuadro era y para mi asombro, ella resultó ser hincha fanática del cuadro rival (San Lorenzo de Almagro). No volvieron a llamarme.
2) Entrevista para el Banco de Galicia para un puesto administrativo en una sucursal (mi experiencia para ese entonces me avalaba de sobra). Me dieron un formulario para completar con mis datos y una de las preguntas era "¿Qué religión profesa?". Un poco enojado le pregunté a la empleada que me lo dio por qué preguntaban eso y asustada llamó a su superior, quien me dijo que si no quería no la contestara. La contesté igual, pero tampoco volvieron a llamarme.
3) Entrevistado en la gerencia financiera del Banco Tornquist (también desaparecido) el Gerente me preguntó de todo, durante media hora hablamos en una especie de test distendido de cuestiones financieras, cálculo y administración de fondos, contesté todo como si hubiera estudiado de memoria lo que me iba a preguntar, el alumno perfecto. La atmósfera era netamente favorable pero después quiso saber si tenía novia. Le dije que sí y pasó rápidamente a las condiciones de contratación, que resumió en un minuto y medio. Todo terminó ahí. A los dos años el banco fue fagocitado por otro.
4) Una vez me llamaron para una serie de entrevistas en una consultora de empresas, nunca entendí bien a qué se dedicaban. La primera duró seis horas y era grupal. Tuvimos que contestar preguntas de Costos y Gestión, de Matemática, inglés, y problemas del estilo "Tengo un bote y debo pasar al otro lado del río una cabra, un león y una lechuga...". Después tuvimos que debatir entre todos la solución para un problema simulador de una situación oficinística, observados por tres sujetos de la consultora. Éramos diez y según nos dijeron, de esa entrevista quedaría uno solo. Me llamaron a los dos días y tuve otras tres entrevistas sucesivas con jefes y gerentes. Todas positivas. Cuando llegué a la última el entrevistador observó en mi CV que había dado un par de clases como ayudante de Costos en la facultad y resultó ser socio e íntimo amigo del titular de curso, que ni me conocía ya que mi relación se limitaba a los ayudantes más antiguos. Suponiendo que mis conocimientos en la materia serían de alto nivel, trazó un gráfico de ejes ortogonales y dibujó varias curvas para que las interpretara. Mareado, nervioso y un poco perdido, me di rápidamente por vencido y calculé, con la derrota asegurada, que ellos habían perdido más tiempo y plata que yo en todo el proceso al pedo.
5) Un día llegué puntual al psicotécnico en el consultorio de una psicóloga y me gritó por el portero eléctrico ordinariamente por llegar media hora antes. Llamé con mi flamante celular a quien me había enviado allí y confirmé que mi agenda estaba bien, pero decidí no decirle nada a la neurótica licenciada y me la banqué piola. Arrasé con el test, pero no volvieron a comunicarse conmigo.
6) A veces (pocas) me preguntaron las pretensiones salariales y el número les pareció muy bajo. Otras (muchas) les pareció muy alto. Cuando el gap entre lo ofrecido y lo pretendido era muy grande, no volvían a llamarme.
Mañana tengo una entrevista para la competencia. Con la relajación que me brindan el hecho de no necesitar el trabajo y los años de experiencia, voy a tomarla como un reportaje para la Rolling Stone y me voy a divertir contestando preguntas de mi vida como si fuera Andrés Calamaro.
El problema de las entrevistas radica muchas veces en su contenido, otras en las formas y muchas en los entrevistadores. Y luego de haber atravesado no menos de cien a lo largo de mi vida laboral, recogí algunas situaciones dignas de ser contadas en el blog:
1) Una vez, a mediados de la década de los '90, tuve una entrevista en el Banco de Quilmes. (q.e.p.d.) recomendado por uno de mis profesores. La entrevistadora (una especie de Señorita Rottenmayer pero con escote) me preguntó "cómo es un día normal en tu vida". Seleccioné todas las acciones rutinarias y planas de mi cotidianeidad y se las listé ordenadamente. Me preguntó si hacía otras actividades y se me ocurrió decirle que iba a la cancha a ver a mi equipo, pensando que iba a ser el fin del tema y pasaríamos a cuestiones relacionadas con mis aptitudes, pero no. Quiso saber de qué cuadro era y para mi asombro, ella resultó ser hincha fanática del cuadro rival (San Lorenzo de Almagro). No volvieron a llamarme.
2) Entrevista para el Banco de Galicia para un puesto administrativo en una sucursal (mi experiencia para ese entonces me avalaba de sobra). Me dieron un formulario para completar con mis datos y una de las preguntas era "¿Qué religión profesa?". Un poco enojado le pregunté a la empleada que me lo dio por qué preguntaban eso y asustada llamó a su superior, quien me dijo que si no quería no la contestara. La contesté igual, pero tampoco volvieron a llamarme.
3) Entrevistado en la gerencia financiera del Banco Tornquist (también desaparecido) el Gerente me preguntó de todo, durante media hora hablamos en una especie de test distendido de cuestiones financieras, cálculo y administración de fondos, contesté todo como si hubiera estudiado de memoria lo que me iba a preguntar, el alumno perfecto. La atmósfera era netamente favorable pero después quiso saber si tenía novia. Le dije que sí y pasó rápidamente a las condiciones de contratación, que resumió en un minuto y medio. Todo terminó ahí. A los dos años el banco fue fagocitado por otro.
4) Una vez me llamaron para una serie de entrevistas en una consultora de empresas, nunca entendí bien a qué se dedicaban. La primera duró seis horas y era grupal. Tuvimos que contestar preguntas de Costos y Gestión, de Matemática, inglés, y problemas del estilo "Tengo un bote y debo pasar al otro lado del río una cabra, un león y una lechuga...". Después tuvimos que debatir entre todos la solución para un problema simulador de una situación oficinística, observados por tres sujetos de la consultora. Éramos diez y según nos dijeron, de esa entrevista quedaría uno solo. Me llamaron a los dos días y tuve otras tres entrevistas sucesivas con jefes y gerentes. Todas positivas. Cuando llegué a la última el entrevistador observó en mi CV que había dado un par de clases como ayudante de Costos en la facultad y resultó ser socio e íntimo amigo del titular de curso, que ni me conocía ya que mi relación se limitaba a los ayudantes más antiguos. Suponiendo que mis conocimientos en la materia serían de alto nivel, trazó un gráfico de ejes ortogonales y dibujó varias curvas para que las interpretara. Mareado, nervioso y un poco perdido, me di rápidamente por vencido y calculé, con la derrota asegurada, que ellos habían perdido más tiempo y plata que yo en todo el proceso al pedo.
5) Un día llegué puntual al psicotécnico en el consultorio de una psicóloga y me gritó por el portero eléctrico ordinariamente por llegar media hora antes. Llamé con mi flamante celular a quien me había enviado allí y confirmé que mi agenda estaba bien, pero decidí no decirle nada a la neurótica licenciada y me la banqué piola. Arrasé con el test, pero no volvieron a comunicarse conmigo.
6) A veces (pocas) me preguntaron las pretensiones salariales y el número les pareció muy bajo. Otras (muchas) les pareció muy alto. Cuando el gap entre lo ofrecido y lo pretendido era muy grande, no volvían a llamarme.
Mañana tengo una entrevista para la competencia. Con la relajación que me brindan el hecho de no necesitar el trabajo y los años de experiencia, voy a tomarla como un reportaje para la Rolling Stone y me voy a divertir contestando preguntas de mi vida como si fuera Andrés Calamaro.
Las entrevistas SON UNA PESADILLA, Oficinista, pero si te lo vas a tomar como un reportaje para la Rolling Stone, en una de ésas das el batacazo y se dan cuenta de lo preciso que es tenerte entre sus filas... ja! A veces los resultados son mucho mejores cuando no esperás nada de determinadas situaciones. Después contanos cómo te fue!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUfa! Hay algo mas odioso que las entrevistas de trabajo y encima de esas que se las quieren dar de progre y te hacen hacer cosas impensadas?
ResponderEliminarOjala que no te hagan dibujar un arbol, ni una persona bajo la lluvia, que no te hagan hacer palotes siguiendo secuencias lógicas, y si te lo vas a tomar como la Rolling Stones te sugiero que cuando te muestren esas manchas que no significan nada de nada en particular, delires al mejor estilo Calamaresco.
Suerte!
Aguardamos ansiosamente los resultados!
Éxito en la entrevista!
ResponderEliminarVerdaderamente yo siempre consideré que no debían tomarse seriamente. No se porque pero nunca termino de encuadrar en esas formalidades.
La última vez, necesitaba incorporar 2 personas a mi equipo y el departamento de recursos humanos me rompió tanto las b... que después del segundo reporte que me mandaron, les dije que las incorporaran bajo mi absoluta responsabiidad. jeje
Y la mejor me pasó una vez que tuve que entrevistar a una familiar de alguien donde trabajo y lo primero que me dijo la mina fue: Antes que nada te quiero decir que no tengo ninguna experiencia pero son fantástica para charlar con la gente...
JA!
Para mi peores son las entrevistas del psicotecnico sobre todo si te cae mal la persona que te la hace, me siento invadido en mi provacidad y mis pensamientos
ResponderEliminarYo tuve dos situaciones muy locas:
ResponderEliminarEn una entrevista en Ernst $ Young para un puesto administrativo medio choto y sin muchos requisitos, la entrevistadora (muy antipatica, muuuy) se la pasó toda la entrevista bostezando. Pero mal. Le terminé diciendo "¿te aburro?". Obvio que al irme estuve segura de jamás me llamarían.
Otra situación muy loca fue que en un psicodiagnostico una psicologa me hizo preguntas sobre mi vida y al hablar de mi concubino y su lugar de trabajo, me pidió su mail para enviarle el CV de su marido. Me sentí un poco presionada y se lo di, pero el inconsciente me traicionó y se lo di mal (.com en lugar de .net).
La idea de emular a Calamaro en la RS es muy buena: la imagen ganadora y superada suele "vender" bien en las empresas.
Exito Oficinista en la entrevista.
Lo peor de las entrevistas de trabajo es que su resultado es muy arbitrario. No sirven demasiado, es medio una lotería. A mi me embola cuando te hacen "preguntas dificiles", del estilo, "Decime cual es tu peor defecto"... y que te voy a decir???? Lo mas estratégico para contestar en ese caso, es "Soy muy obsesiva con el trabajo, eso a veces repercute negativamente en mi vida personal"... que es mentira, pero queda lindo decirlo, no? Total, mi empleador no desea que yo sea feliz, mas bien, prefiere que viva para el trabajo.
ResponderEliminarY la única vez que tuve que entrevistar gente para un trabajo... me daban todos lo mismo, no sabía que preguntar, hice CUALQUIERA.
Gracias por los comentarios y las buenas ondas.
ResponderEliminarGenial lo que agregás, Bárbara, me recordaste una escena de la película Trainspotting.
La peor pregunta de todas es esa: "¿Cuál es tu peor defecto?" Déjenme de joder. Les falta preguntarme "¿Por qué deberíamos cuidarnos de contratarte?" Una pregunta imbécil, no sé cuán clarificadora puede resultar para el entrevistador y te hacen pasar un momento en el que te sentís un estúpido, presionado por caer bien y teniendo que hablar mal de vos.
Si me preguntan mi peor defecto, voy a decir "Soy excesivamente romántico con mi mujer. Se me va la mano y hago quedar mal a mis amigos con sus esposas.Tengo otros, pero el peor es ese." Quiero verle la cara.
jaja, buen post. a veces te hacen hacer unos examenes kilometricos: Examen de conocimientos, examen psicologico, entrevista personal.... y al ultimo, te dicen cuanto te van a pagar.
ResponderEliminarQue al final te tienes que retirar porque era mucho menos de lo que esperabas.