miércoles, 21 de octubre de 2009

Días Extraños

De mis cuatro mil y pico de días de oficina, ninguno fue más extraño que el miércoles 23 de Octubre de 1996.
A duras penas alcanzaba a naufragar en el mar del menemismo desempleador gracias a una triste pasantía en el Banco de la Ciudad de Buenos Aires, Casa Matriz. Puedo decir que -paradójicamente- esos fueron los días menos aburridos y más vertiginosos de mi carrera oficinística. Tenía muchas de las tareas más espantosas que la burocracia nos supo dar, como abrir y cerrar nepacos de metal durante todo el día para archivar en esas carpetas color ladrillo la documentación de los clientes. Sin embargo, en el año y medio que duró mi estadía en el banco, pasé por las situaciones más raras, angustiantes, desgarradoras y desopilantes que me han tocado en esta vida laboral.
Lo más destacable de esos días era lo más extraño, lo singular de algunos acontecimientos. Singular, claro está, para una vida llena de oficina. Si hay algún chamán leyendo este blog, espero sepa disculpar a este empleado fácil de sorprender.

Ese día lo extraño empezó afuera de la oficina y terminó adentro con el encadenamiento de dos situaciones extraordinarias para derrumbar mi escepticismo. A partir de ese día empecé a respetar a las Ciencias Ocultas, lo mántico y cualquier paranormalidad que pudiera darse.

La noche anterior soñé con mi maestra de primer grado del "Normal N° 11 Dr. Ricardo Levene" -tal como lo recitaba en ese entonces-: la Señorita Lili. La Señorita Lili era un amor, una montaña humana que nos sacaba miles de cabezas y nos entregaba todo su oficio y ternura como ninguna otra. Los dos años que la tuve fue una verdadera segunda mamá. A la mañana le conté a la primera mi sueño, un tanto sorprendido y un poco más conmovido por las sensaciones más vívidas que oníricas. Fui a tomar el colectivo llegando con lo justo, como siempre, y en el camino me crucé con una viejita encorvada, muy bien vestida y totalmente canosa. La miré y me miró al mismo tiempo. La reconocí enseguida, era la Señorita Lili. Hacía más de diez años que no la veía porque se jubiló cuando yo estaba en quinto grado. Emocionado, la abracé y me quedé hablando de la vida de los dos durante media hora. Me despedí y me dijo que me cuide, pero fue raro, porque sonó más a pedido que a una mera forma de decir adiós. Subí al colectivo aun conmovido por la coincidencia.
Nunca volví a verla.

Llegué al trabajo y le pedí perdón a mi jefe por la demora sin dar excusas. Acomodé mis cosas y fui directamente al baño, me sentía algo mal. (Yo desayunaba en el banco todos los días y después de un rato solía ir al baño, pero ese día fui directamente)*.De repente, en el baño, me puse a llorar. Lloré cagando. Algo realmente difícil y llamativo. Todavía ignoro el motivo por el cual me embargó el llanto, ni siquiera llegaba a estar triste y me sentía (y siento) muy lejos de poder explicar la razón de mi pesar, o lo que fuere. Me repuse y volví al escritorio.
Un rato después Víctor fue al baño con el diario abajo del brazo y a los dos minutos ocurrió la siguiente secuencia: ruido de petardo o algo similar - grito - ruido de petardo o algo similar. Todos los hombres nos desplazamos sigilosamente hacia la puerta del baño y Víctor, desde adentro, lanzó un "NOOOOOO!!!! CHE, VENGAN, VENGAN!!!!" desgarrador. Nadie entendía absolutamente nada.
Entramos todos, el baño estaba lleno. Víctor estaba bien, sólo tenía el pantalón mal abrochado, no había apretado el botón y se agarraba la punta del zapato con cara de dolor y temblando. Señaló el baño que estaba cerrado y dijo en voz muy baja "Alguien se disparó". Después de golpear dos veces, uno de los oficiales de cuenta -entrenado en artes marciales- abrió la puerta de una patada y encontramos, yacente, el cuerpo del agente de la Federal que custodiaba el edificio. Al parecer en los últimos tiempos se le había declarado un trastorno bipolar severo pero decidió abandonar su terapia porque estaba mal visto entre sus compañeros. Según pudimos inferir, antes de meter el arma en su boca intentó matarse con un tiro en la sien y falló, la bala rebotó en el techo (dejó una marca), para dar en la punta del pie de Víctor. Agujereó el diario, el zapato y le fisuró una falangeta. De todos modos, al ceder el estupor se mostraba contento porque pensaba que había hecho un buen negocio: un huesito del pie por cualquiera de la cabeza.
Durante horas pensé que Lili me había dicho que me cuidara y que después una bala perdida podría haberme lastimado, o quizás no, o quizás sí y seriamente. Y también en mi sueño y el encuentro con ella. Las "casualidades" de la vida conspirando de alguna manera misteriosa para el bien de uno mismo. Eso es bueno.
Pero entrado el anochecer de ese día agitado me percaté de un dato temporal que me paralizó el metabolismo completo: había pasado poco más de media hora entre mi llegada a la oficina y el suicido del agente, la media hora que pasé hablando con la Señorita Lili...
Esa fue la última vez que, para explicar algo, solté como primera opción de causalidad la palabra "casualidad".

*editado posteriormente. Gracias Vicky!

8 comentarios:

  1. Me dejaste atrabada con tu relato y hasta gesticulaba en cada evento..guauu!!

    Vine por FCBK y me quede por lo atrapante..=P

    Besos miles. Lola

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  2. jooooder macho.

    yo tuve un incidente parecido al de ese muchacho, con una ex novia viviamos en un cuarto piso a la calle, cierto dia viendo la tele juntos tirados en la cama, sentimos que el vidrio de la ventana que estaba a nuestro lado estallaba, una bala perdida entro a nuestra habitacion y reboto en el techo de la misma sin consecuencias mas que el cagazo que nos pegamos cuando nos dimos cuenta lo que habia pasado

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  3. Sensación:
    Atrapante.
    Reflexión:
    Cuánto nos cuesta salir del pensamiento intelecto-racional que nos inculca la modernidad.
    Mi amigo Foucault, diría que estamos atravesados por e inmersos en el orden del discurso.
    Un punto a su favor, entonces. Podríamos decir que ese día fue muy importante en su vida, o tal vez EL más importante. Fue cuando empezó a abrirse camino para salir del orden del discurso.
    BUeno, lo dejo porque MF me está quemando la cabeza.

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  4. Atrapante historia, nunca me espere ese desenlace en el baño...
    Ahora me queda una intriga en cuanto al tiempo, quizas no lo haya entendido bien, pero si llegaste 1/2hs tarde porque te habias encontrado con tu seño, y lo de este señor fue media hora despues de que llegaste, si hubieras llegado como todos los dias habria pasado 1 hs despues de tu llegada, no?

    A la espera de un nuevo capitulo de la novela!!!

    Saludos

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  5. Lo que me encnta de la historia y lo que creo que está claro es que hay días en que las puertas de la percepción están abiertas y uno vislumbra como funciona la cosa, como se encadenan los hechos, por que sucede A y no B, como dice L!, a veces nos dejan espiar en esa "lógica paralógica", pero por miedo cerramos la puerta rápido, a ver si todavía nos quedamos atrapados del otro lado...

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  6. Bienvenida Sra. Payasa.Llega justo para unos mates.

    Vicky, es cierto lo que decís. Lo que no expliqué en el post -me di cuenta después de subirlo y me dio fiaca cambiarlo aunque debería haberlo hecho porque era un dato importante- es que solía desayunar en el banco todos los días y después (reloj biológico muy puntual y colon irritable mediante) solía ir al baño. El encuentro con mi maestra me aceleró los tiempos digestivos por un lado, y me lo quitó para el desayuno por otro. Vaya uno a saber si todo se hubiera dado como para caer justo en el momento de la desgracia o no...siempre quedará la duda.

    L!: ya te dije que mucho Foucault puede hacer daño. Es como el chocolate. Cuidate, querete, ojito...dale.

    Gracias a todos por los comments. Les debo el fin de semana de Javier, en cuanto pueda les cuento.

    Saludetes!

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  7. Muy nuen relato, che. Me atrapó. te felicito.
    Te dejo mis blogs:
    www.futbolimprevisible.blogspot.com
    www.detodomenosfobal.blogspot.com
    www.sdepelota.blogspot.com
    Salute.

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  8. Julián Ezequiel, acabo de hablar con mi cuñado. Estuve hablando con el de mi blog esta tarde y cuando leí tu comentario pensé que era de él. Estaba convencido, pero cuando mi mujer lo leyó me dijo "ese no es mi hermano". Efectivamente no era.

    Qué interesante es que justo en una entrada en la que hablo de la "casualidad" dejes tu comentario. Mi cuñado también se llama Julián Ezequiel. Digo...no es "Juan Pablo" o "Juan Manuel"...ni siquiera un "Juan Ignacio"...¿cuántos Julián Ezequiel habrá?
    Rrrrrrrreloco.

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