viernes, 16 de octubre de 2009

Lo imperdonable

Existe lo indecible, lo impensable, lo inmirable y lo imbancable. Y lo imperdonable.
Difícil lo imperdonable. Difícil porque siempre habrá alguien muy lastimado y casi siempre, un otro torturado por la culpa. Como en este caso.

Hoy llegué muy temprano y estaba Nelly. La saludé como cualquier viernes, es decir, con muy buena onda pero como si fuera un día cualquiera. Noté que se quedó a mitad de camino de algo más pero me fui corriendo al baño (aprovechando la ausencia de individuos perturbadores apagaluces) y cuando salí me la volví a cruzar -esta vez en recepción-, mientras recibía un enorme paquete de la panadería Pesce. Lancé la onomatopeya de "qué delicia" y me fui a mi escritorio a leer las repercusiones de las declaraciones de Maradona.

A los diez minutos llegó Cristina y saludó muy efusivamente a Nelly, mientras le tiraba de las orejas treinta y siete veces. Nelly se reía forzadamente y me miró durante medio segundo de reojo. Yo vi que me miró. Estaba dolida. Me olvidé de su cumpleaños.

Podría haberme olvidado de cualquier cosa. Olvidarme del cumpleaños de mi esposa seguramente hubiera sido menos doloroso porque es una situación in extremis más remontable que esta. Olvidarse del cumpleaños de Nelly es como pegarle a un bebé de seis meses un cross de derecha en la mandibulita con una manopla de tungsteno , es como empujar a un ciego al medio de la General Paz, como robarle la dentadura postiza a un viejo de 90 años cuyo único placer en la vida es comer carne. Durante unos cinco segundos quedé paralizado. Imposibilitado de reaccionar, de saludarla, de disculparme. Simplemente quedé pegado a mi silla ergonómica mirando la cerradura del cajón de mi escritorio, no porque contuviera algo especial o necesario, sino porque quedaba justo a media altura entre la vergüenza más pura y la culpa más mortificante.

Fui a saludarla cabizbajo, la abracé y en lugar de decirle el formateado "Feliz cumpleaños", le pedí perdón. No la solté hasta repetirle tantas veces mis disculpas como fue necesario hasta que sentí que casi había llegado a conseguirlo. Casi. Nelly me dijo que estaba bien, que no me preocupe, que no pasa nada, la vi reir y me calmé. Sé que no conseguí su perdón absoluto porque el dolor deja una hiancia inevitable y perpetua en casos como el de Nelly, que recuerda todas las fechas de cumpleaños de sus compañeros oficinistas, de sus cónyuges e hijos, y hasta varias de las fechas de aniversario de casados. Organiza los regalos, los festejos y la levantada de platos y tazas después de los festejos. Se preocupa por regalar algo lindo al agasajado. Siempre está para esas vicisitudes y, me guste o no celebrar algo con mis compañeros, reconozco en Nelly el carácter de factor de cohesión y calor humano que de no existir, no estaría escribiendo en Córdoba y Alem, sino desde Siberia. Es natural que pretenda que nos acordemos de su cumpleaños desde su universo de ternura e ingenuidad.

Acabo de hablar con mi esposa y me autorizó sin vacilar a comprarle un ramo de rosas que en pocos minutos traerán a la oficina a nombre de Nelly. Quizás logre un perdón asintótico (nunca absoluto), pero la culpa no se me va a ir hasta el cumpleaños del hijo de Nelly. Si recuerdo la fecha y la saludo a primera hora del día, probablemente redima mis sentimientos martirizantes.


6 comentarios:

  1. A remarla mi estimado, pero hay una realidad, y es que en esos primeros 20 minutos en la oficina, un viernes, llegando mas temprano que de costumbre... es dificil recordar hasta la contraseña para loggearse a la computadora...

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  2. Uhhh, que momento incómodo... Ojalá hayan llegado las rosas. Habrá venganza para tu cumple????

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  3. 37 tiene Nelly? con ese nombre no deberia tener menos de 58

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  4. ..."Olvidarse del cumpleaños de Nelly es como pegarle a un bebé de seis meses un cross de derecha en la mandibulita con una manopla de tungsteno..."

    IMPECABLE, tuve que blanquear lo que estaba leyendo en la oficina por la risa que me provoco. GRACIAS!

    Buen finde para todos!

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  5. A mi lo que me mató, perdón, es el vídeo de los parchís...

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  6. Oficinista: "Más vale NUNCA que TARDE"

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