domingo, 25 de octubre de 2009

El despido (I)

La entidad más temida (en la mayoría de los casos) de la vida oficinística, se hizo presente en mi trabajo hace pocos días. Dos personas fueron despedidas y me sirven de ejemplo de sendas situaciones extremas: uno se fue desterrado y el otro por la puerta grande.

Las variables que determinan en cuál de los extremos uno puede caer son varias. Tengamos en cuenta que el fin del contrato laboral en estos casos es decidido unilateralmente por el empleador, y más allá de la enorme alegría que pueda despertar en el despedido en casos excepcionales como el de Pablo, en general representa un hecho desalentador, estresante y desmoralizante, como le pasó a Marcelo.

El caso Pablo

Pablo llevaba nueve años y un mes trabajando en la oficina. Formaba parte del team administrativo de ventas junto a Mario y -al día de hoy- Andrea. Pablo es (era) un oficinista aburrido, soñador y con mucho vuelo intelectual y artístico que estudia teatro desde el '99 y ya había comenzado a presentarse con tres colegas en una sala del barrio del Abasto con su show de stand up, un espectáculo realmente divertido y muy bien armado. Pablo es uno de esos tipos que nacieron para hacer reir a los extraños pero que en confianza no despliega todo su talento, como si siguiera el camino del payaso triste que divierte a los niños.
Cuando le dieron la noticia de su despido, escuchó muy seria y atentamente las causas, consecuencias y condiciones. Me contó Cristina que pensó que le iba a agarrar un ataque de nervios. Sin embargo, al enterarse de que su indemnización incluiría

1) Todos los conceptos remunerativos sin excepción. Eso incluye el bonus anual.
2) 10 años de cómputo en el cálculo en lugar de los 9,083 (nueve y un mes).
3) Un redondeo de casi ocho mil pesos como retribución extra.
4) Cobertura médica hasta Marzo.
5) Pago del sueldo del mes (su despido fue la primera semana de Octubre), aguinaldo y vacaciones completas y su inclusión en el cálculo indemnizatorio.

una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y empezó a consolar a Cristina y al Gerente General, expllicándoles que para él era una situación ideal, que podría dedicarse a lo que realmente le gustaba y que volvería seguido para visitar a todos y no perder el contacto (no le creo). Salió del Cuarto 101 y festejó con todo lo que se le cruzaba. Nelly se dejaba abrazar y no sabía si reirse junto a Pablo o aprovechar la ocasión para llorar por su despido.
La empresa quedó satisfecha por la ausencia de conflicto a pesar de perder una buena pieza de sus engranajes. Pablo ya consiguió dos de los tres socios necesarios para invertir gran parte de su capital en armar un mini centro cultural PROPIO en Cabrera y Gascón.
Un despido con final feliz.

Mañana les cuento el caso Marcelo.

5 comentarios:

  1. Hola!
    Aquí, en donde trabajo, hemos sufrido la experiencia pre y post despido. En mi piso, estaba Cristina; ella se fue desbordante de alegría.

    Si bien estaba contenta con el "despido", cuando se me acerca a saludarme se pemitío decir unas 4 frases que repercutieron en la cabeza de mi jefa que tiene contactos con peces gordos de la empresa. Desde luego algo les debe haber dicho, tiene imposibilidad de mantener la boca cerrada.

    Esperé esperé que me llamaran a negociar, y no fue así. Cris se fue contenta a su casa y yo volví triste a la oficina.

    Besos

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  2. el caso de pablo seria destierro o puerta grande?

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  3. Hay decisiones que es mejor que tomen por uno... la que contás es una de ellas.

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  4. Hola a todos,

    En la oficina donde trabajo hubo unos despidos seguidos, y sono la alarma para todos, la verdad que es una situación por lo menos para mi angustiante, cuando te moris de ganas por irte y te despiden, esta bueno porque recibis un mango de mas, y te obliga a buscar otra cosa que te guste mas en lo posible.

    Pero cuando no lo esperas, y es un imprevisto me angustia, no se, personalmente nunca lo sufri, soy purreta pero no se como me caería, en este momento no estaria para nada bueno.

    Saludos para todos ! y buen comienzo de semana.

    Cecilia.

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  5. Yo lo que recuerdo de la gran época de las restructuraciones es la manga de miserables que se escondían, cada vez que alguien salía del Cuarto 101... gente que hasta el día anterior hasta compartía la mesa.
    Yo por suerte nunca fui despedido y me dí el gusto de renunciar a un trabajo después de 16 años, pero recuerdo que cada vez que me acercaba a saludar al desgraciado, sentía la mirada de todos los oficinistas soretes que me decía: Te van a hechar a vos tambien!! Seguí haciéndote el sensibe y te van a hechar a vos también!!

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