jueves, 23 de julio de 2009

Bromas Saladas (III)

He tocado el cielo con las manos. Ya está, nunca podré superar la meta alcanzada ayer.

La broma que les voy a contar fue copiada de una serie de TV emparentada con este blog. La imité y me salió tan bien, que temo arruinarla con algún agujero en la narración, asi es que trataré de hacerlo lo mejor posible.
Antes que nada, quiero dejar en claro que la mía fue una reacción a constantes, reiteradas y pequeñas molestias perpetradas por Mario, intentando vengarse de la lluvia de papel picado. Le di ventaja pero un día, hace algo más de tres meses, me cansó y comenzó mi revancha. Paso a paso, día a día. Hasta ayer.

La obra se divide en tres actos, a saber:

Primer Acto: Test y preparación.

Este acto es el más riesgoso y requiere de la mayor destreza y prolijidad por parte del perpetrador. Primero usé mi propio teléfono: abrí el tubo con un destornillador, chequeé que hubiera espacio libre suficiente, y pegué una moneda de veinticinco centavos con cinta adhesiva en el interior para luego cerrarlo. Sacudí y no sentí nada. La empresa era asequible.
Me tomé el trabajo de llegar temprano a la oficina durante varias semanas, para que nadie me viera (excepto el día que llegué tarde). Todos los días, abría el tubo del teléfono de Mario y pegaba en su interior una y sólo una moneda, para que el diferencial de peso fuera imperceptible. Alcancé la cifra de cuarenta monedas y como cada una pesa no menos de cinco gramos, después de ocho semanas el tubo del teléfono cargaba un sobrepeso de más de doscientos gramos.

Segundo Acto: Paciencia y acostumbramiento.

La segunda parte fue pura paciencia. Una vez que el tubo del teléfono de Mario contenía todas las monedas, dejé que su brazo se acostumbrara al sobrepeso hasta naturalizar el movimiento para maniobrarlo. Otros cuarenta días hábiles. Treinta veces por día, promedio. Unas mil doscientas levantadas. Sin que Mario se diera cuenta, su biceps derecho se sumó al trabajo mancomunado de su antebrazo y muñeca, que antes obraban por sí solos para atender o hacer un llamado.

Tercer Acto: la Gloria.

El cuadragésimo primer día (ayer) llegué a la oficina a las ocho y cuarto. Desatornillé el tubo y saqué todas las monedas a la vez para devolverlo a su peso original.
Mario llegó al mediodía proveniente de una reunión. Sin saludar y con una expresión hosca, se sentó en su escritorio. Se quejó del hambre que traía y le pidió a Adela el teléfono de un delivery de comidas. Paré mis antenas. El momento había llegado.
Cuando se aprestó a llamar, levantó el tubo y la fuerza de su brazo, acostumbrado sin saberlo al ya inexistente sobrepeso, hizo que se golpeara la cabeza violentamente, doblando levemente la patilla de sus gafas Orbital. El tubo se le cayó y rajó una puteada, sin entender qué estaba pasando y mirando a su alrededor. Mientras tanto, yo ya estaba de espaldas haciendo lo imposible para que no me descubriera en medio de mi ataque de risa.


Epílogo: Conclusiones

La broma salió perfecta, mejor de lo que había planeado. Mario nunca supo la causa de su accionar torpe, ni siquiera se percató de su papel de víctima de una broma. Quizás creyó que la vehemencia de su brazo fue causada por el apuro que tenía en pedirse los ravioles. La impunidad y la absoluta falta de conciencia del damnificado me permitió saborear el éxito como ningún otro y hasta me dejó la puerta abierta para repetirlo.

Mañana comenzaré de nuevo, pero con dos condiciones:
1) No voy a seguir llegando tan temprano a la oficina.
2) Tengo que compartirlo con alguien. Victorias como ésta son más sabrosas si se disfrutan en conjunto, como bien dice el chiste del argentino que naufraga con Claudia Schiffer.

12 comentarios:

  1. Brillante. Ingeniería aplicada al chascarrillo oficinístico :)

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  2. Sublime.
    Un accionar digno del Abominable Dr. Phibes, con Vincent Price.

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  3. Increíble!
    La venganza es un plato que se come frío!!!

    Una idea que se me ocurre:
    Abrir un blog e ir documentando todo el proceso....
    Sin mostrar quien es el que pone las monedas en el tubo, claro esta.
    Sólo mostrar una mano, una moneda, y el teléfono...
    Se me ocurre que se pueden subir una foto por día...
    De a poco se van enterando todos en la oficina, menos Mario......







    Si, yo tambien estoy aburrida....
    jajajaja

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  4. jajaja, buenísimo,lástima que no trabajo en una oficina para hacérsela a alguien.

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  5. Excelente Nono, no pense que la victima podria llegar a caer en la broma. Tener a quien sepa hacer buenas bromas en el trabajo es casi indispensable. Y si hay alguien con la capacidad de retrucarla con similar calidad e ingenio, eso es la gloria.
    Saludos

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  6. Hola Martín! Lindo verte por acá.
    Te mando un abrazo y gracias por el comentario.

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  7. Gracias a TODOS por los comments.

    A Mario le quieren cobrar $ 150 por el arreglo de los anteojos. ¿Debería sentirme culpable?

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  8. jajajajajajaja, magistral, aplausos de pie :D

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  9. Jajajajajajaja
    No puedo imaginar la cara desorientada de la víctima. Jajajaja
    Admiro la paciencia!

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  10. Una vez. a un compañero que es super cuidadoso con su auto, le tiramos aceite debajo de su Rover, que tenía poco más de un año... se volvió loco... le cost{o en su mmento como $300 del 1 a 1...
    Iba ala concesionaria y comentaba angustiado que el auto "a veces", le perdía aceite...
    Al final de casi una semana, blanqueamos... por suerte se lo tmó mejor de lo que esperabamos

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  11. Muy buena broma, Fabián!!

    Imagino que la alegría de saber que el auto estaba impecable anuló so posible cólera.

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